No, no es la magia de la ciudad de las luces, es un cupido gozando de su viatico.

El amor es muy rentable y la institución, a pesar de su ineptitud, posee un capital abundante ¿Quién paga? Ustedes. Compran flores, chocolates, ven películas románticas. La institución es dueña del 51% de todas las florerías del mundo, 68% de todos los sex shop, 75% de los derechos de toda película cuyo título lleve la palabra amor, 88% del cacao y el 92% de todos los escritores de novelas románticas son accionistas.

La institución inventó San Valentín, y ustedes cayeron redonditos. De cualquier forma alguien tenía que pagar por las flechas, los viajes, y nuestros sueldos.

Entonces, para quienes piensen que amar es gratis, permítanme decirles... ilusos.

Aun así, y obviando las irresponsabilidades de mi trabajo, cumplo las metas a fin de mes. Hasta el momento mi tasa de aciertos amorosos es de 3.7 %, considerando que el promedio entre todos los que trabajamos en Santiago es de 2.2%, estoy por sobre lo esperado. No me van a nombrar empleado del mes, pero tampoco van a despedirme.

Ser cupido no es fácil, sobretodo porque odio el amor.

Pablo, mi próxima víctima, ha quedado de juntarse con una chica llamada Paula este 29 de febrero. Nunca se han visto, pero hace más de seis meses que la única compañía de Pablo es su mano, y en cuanto su amigo de toda la vida le contó que la prima, de la hermana, de la vecina, del sobrino, del nieto, de la compañera de trabajo de su novia estaba medianamente buena y soltera, a Pablo no le quedó más que aceptar la proposición de una cita a ciegas. Si me preguntan Pablo es estúpido y está desesperado.

Ni siquiera pidió una foto de la chica en cuestión, no, nada, con todos los medios de comunicación masivos, él señorito prefiere que la sorpresa lo golpee. Ya veremos qué tan sorprendido va a estar cuando Paula tenga tres ojos y pelo en las orejas. Por tipos como Pablo el amor está como está.

Así que los tórtolos decidieron juntarse en metro estación Baquedano en plan de: Veamos que pasa después de un par de copas.

¿Por qué la gente sigue intentando con las citas a ciegas? No es una buena idea. Estudios de la segunda universidad más prestigiosa de Turkmenistán afirman que nueve punto cinco de cada diez citas a ciegas no resultan ¿Para qué darle más vueltas al asunto si la evidencia es tan tajante?

En fin, ya estoy aquí, con mi arco y mis flechas, apreciando como Pablo mira la hora y se pasea frente al teatro de la universidad de Chile a la espera de que la tal Paula aparezca entre la multitud. En mi opinión, lo mejor que le podría pasar a este cristiano es que Paula no parezca, porque ambos sabemos, muy en el fondo, que ella no existe, su amigo lo ha engañado, todo esto es obra de una mafia traficante de riñones y sus órganos estarán en Bangladesh para mañana a primera hora. Y en el remoto caso de que no sea así, Paula es una persona impuntual, y no nos gustan las personas impuntuales.

Pero Paula si existe, y aparece con diez minutos de retraso, disculpándose porque la micro no le ha parado. Pablo se sorprende, lo noto en su cara, ella no es fea, más bien luce tierna. Pablo es un idiota impresionable, yo, por otro lado, no.

Se me antoja aburrida, usa el pelo recogido en un moño y poco maquillaje. Me imagino de inmediato su cuarto, repleto de libros sobre romances inolvidables, ropa vintage, un escritorio con su diario de vida y una computadora infestada de poesía mala que ella misma ha escrito. No necesito confirmar que es vegetariana y ama a los gatos, como tampoco espero pruebas que acrediten su fanatismo por Cumbres borrascosas o cualquier ridiculez de ese estilo.

Pablo, bájate de la nube, ella no es para ti. Te gusta ver fútbol, te gustan los asados en los cuales las ensaladas brillen por su ausencia, lo último que leíste fue Papelucho historiador cuando tenías nueve—y no te gustó—, y detestas a los gatos.

CupidoWhere stories live. Discover now