Melodía Nº 0 Infancia Perdida

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Créditos; Ilustraciones del libro creadas por el magnífico Luifer BS

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Dejaré los 3 primeros capítulos para su lectura gratuita, si te gusta, compra el libro y apoya a la autora. ¡NO a la piratería, tenemos facturas, hijos y gatos que alimentar!

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***

Aquella mañana de 1842 llovía a cántaros. El torrente de agua caía calle abajo limpiando la suciedad acumulada del día. La gente descansaba ya en sus casas rodeados de toda la familia y cenando alegremente alrededor de un buen fuego. Sin embargo, no en todos los hogares se respiraba la misma paz. En la parte más alta de la calle y, en la zona más pobre, en el interior de una lúgubre y destartalada casa, una silla chocaba violentamente contra una ventana rompiendo los cristales en mil pedazos. Un joven muchacho se protegía con ambos brazos intentando cubrirse de los fuertes golpes que le lanzaba la mujer entre gritos.

—¡Maldito bastardo! —lanzó un jarrón agrietado que estalló contra la pared— ¡Después de lo que pasó, te atreves a decirme lo que tengo que hacer!

—No madre, solo quiero que dejes de beber —su voz se acalló cuando vio a la mujer que debería de haber sido una madre amorosa empuñando un enorme cuchillo que brillaba con la luz del fuego hogareño— ¿Ma... madre?

—Si desapareces... todo será como debería...

Podía ver cómo temblaba aquella mano, la que sostenía la afilada arma, sabía que no era miedo ni confusión, sino que era provocado por la rabia acumulada en su interior. La mujer ya no era capaz de controlar su odio e ira con simples golpes hacia aquel hijo al que tanto odiaba, su mente estaba convencida de que si él desaparecía, ella volvería a ser feliz.

En un momento de lucidez, el muchacho miró la puerta calculando hábilmente un buen camino sin tener que enfrentarse a su madre. No quería dañarla, pues entendía que su desgracia era causada solamente por él, pero también era consciente de que debía irse o moriría.

Esperó hasta el último momento, cuando ella al fin se abalanzó hacia él alzando el cuchillo para clavarlo con toda la fuerza de su cuerpo. Logró esquivarla, porque aunque su estado físico era lamentable debido a la poca comida que ingería, era ágil como una pequeña rata. Mientras corría calle abajo, escuchaba los estrepitosos gritos de su madre, esa por la que tanto había rezado cada día y por quien deseaba ser amado. Por suerte, el fuerte sonido del aguacero que caía, acallaba las palabras haciéndolas inentendibles, y mientras, las que se juró que serían sus últimas lágrimas, se resbalaban por sus mejillas limpiando la sangre que inundaba su rostro debido a las heridas.

Aquella noche fue larga, la más larga que recordaba. Estaba sentado junto a una vieja puerta de madera, intentando refugiarse del agua sin demasiado éxito y pensando en todo lo ocurrido. Se preguntaba muchas cosas, intentaba entender el odio que tenía su madre hacia él, pero también era consciente de que no era culpable de lo que había ocurrido hacía trece años, el día en el que llegó a un mundo oscuro y tenebroso.

—¡Muchacho! —llamó alguien su atención sacándole de sus lúgubres pensamientos— No creo que te des cuenta, pero a estas horas de la noche es peligroso andar por las calles, podrían pensar que no tramas nada bueno.

Melodías de la Sangre Vol II - Mi Melodía- [PUBLICADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora