Capítulo 2

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¡El capítulo dos está aquí! No sabéis como me siento al reescribir esta historia, es como volver a tener a Scarlet en la cabeza y lo que conlleva sus sarcásticos comentarios y su humor negro. Espero que os guste, ya sabéis es gratis darle a la estrellita y dejar un comentario, lo repito, ES GRATIS, sin coste alguno, si lo hacéis un hada os bendecirá mientras dormís (trola como una casa). 

¡Y ahora sí que sí!

Adieu;)


Cuando la vieron allí de pie fue más fácil de comprender. Todo el dinero que pedían por ella y cómo el mismo Emperador insistía tanto en su captura, daba igual todo lo que había realizado o lo que hiciese, tenían claro que ella era un monstruo. Una pesadilla.

Un demonio que había escalado desde lo más profundo del infierno hasta la tierra.

Scarlet había intentado ser paciente, lo evitó desde que la capturaron, hubiera sido fácil escapar si dejara salir todo su poder, pero esos soldados se lo ganaron y ella misma adquiriría el papel de Sentenciera; avanzó un par de pasos al mismo tiempo que el capitán del escuadrón disparaba contra ella, eso no la detuvo ni lo más mínimo, eran míseras cosquillas contra su piel.

Miró a aquel soldado, el que se había reído de ella y había pisoteado su bufanda negra, veía el miedo reflejado en sus ojos.

Los ojos del hombre la barrieron, deteniéndose en los pequeños bucles de fuego alrededor de su cabeza.

No hizo falta percatarse de las miradas presentes, ya lo sabía, notaba la garganta rasposa. Se encontraba distinta; Scarlet lo odiaba, odiaba su otra forma, cuando cambiaba una parte de ella se alteraba también, ahora en el interior de su mente una voz no dejaba de insistirle que solo dejara cenizas en aquel lugar, que quemase todo y a todos. Qué se bañase en la sangre de sus víctimas, que los torturase con sus llamas rojas y disfrutar el cántico de sus gritos de agonía. Mordió su labio inferior, tenía que reprimir esos deseos oscuros, allí había gente que no tenía nada que ver.

No podía volver a permitirse perder el control, no como aquella noche.

Los recuerdos de esa noche en su mayoría seguían borrosos, lo único que era capaz de vislumbrar con claridad fue la sangre y aquellos ojos que la miraban, llorosos, pero que reflejaron por última vez felicidad y cariño.

Tiempo después de aquel primer incidente y cuando ya era buscada que se despertó gritando por el dolor, solo para poder ver un gran anillo de fuego a su alrededor y profundas heridas tanto en sus brazos como piernas. Aunque sin duda la última vez quedaría marcada, por esa razón se encontraba en la Lista de los Asesinos y no quería volver a repetirlo, pero al parecer el destino tenía otros planes para ella.

No se equivocaron, Scarlet estaba en esa lista por una razón y los soldados habían sido necios al no tomarla en serio, pese a la seguridad que habían formado alrededor de la chica.

El soldado a los pies de Scarlet tuvo ganas de echarse a llorar, nunca antes había pasado tanto miedo; esos ojos, fríos y brillantes al igual que un reptil, lo miraban, analizándolo, juzgando sus actos.

Igual que una serpiente antes de saltar hacia su presa.

Scarlet volvió a avanzar un par de pasos, lentos y calculados; mientras que él retrocedía más atemorizado todavía. Entonces vio en ella algo que no se esperaba, una sonrisa llena de odio y de afilados colmillos.

Un fino hilo de humo salió entre sus dientes.

Soltó una pequeña risa. Pero lo que el soldado no pareció verlo, el brillo en sus ojos, era apagado y melancólico, en una palabra, triste. Por tan solo unos segundos en vez de un reflejo verde esmeralda se reflejó en un color rubí intenso al igual que las mismas llamas de fuego que los rodeaban, el mismo color que ahora abrazaba el cuerpo de Scarlet, junto con unas gruesas escamas.

Crónicas Elementales 1: Fuego Escarlata © [ACTUALMENTE REEDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora