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Soy normal, soy normal. 

Tomo asiento en una de las mesas cuando el maitre me guía por el restaurante. Tengo un hambre horrible, necesito llevarme algo comestible a la boca antes de que comience a devorar cualquier cosa. 

Es un restaurante elegante. Mesas con manteles, sillas de madera acolchadas con tapicería cara... Mi presupuesto no es el más grande del mundo, pero qué ¡mierda! es mi segunda noche aquí y acabo de terminar la mudanza oficialmente. Me merezco un banquete en mi honor. 

- ¿Qué desea, señorita?- pregunta el camarero elegantemente mientras rellena una copa de vino para mi. 

- El menú, por favor- digo mientras tiro de la servilleta a mi regazo. 

Cuando el camarero trae el menú pido un plato de pescado. He pedido un pescado con mucha carne. Siento admitirlo, pero siendo mitad animal como un montón. No me gusta, lo odio. Me hace ver como una mujer que se come cualquier porquería. Cuando mis amigas piden una hamburguesa o ensaladas, yo pido como mínimo dos. De todas formas tampoco es de extrañar teniendo en cuenta que mido 1,85 m. Soy bastante alta para ser una mujer. De pequeña me sentía como una gigante... hasta que crecí y vi a las modelos en la tele. Ahí se me pasó toda la tontería... 

- Sí, sí. Me han tratado genial en la agencia de citas paranormales, Midnight Liaisons. Cuando me dijeron que habías pospuesto la cita me llevé una pequeña decepción- oigo decir en algún lugar del restaurante. Mis oídos de osa polar se agudizan.  

- Lo siento, querida. Tuve algunos problemas con un colega vampiro- responde un hombre. Frunzo el ceño y miro entre la multitud. Encuentro al hombre que está hablando por su olor. Es diferente al de cualquier otro en el restaurante... un poco asqueroso. Ella por otro lado, su acompañante, huele a un montón de flores frescas. 

Midnight Liaisons. Citas... ¿paranormales? ¿Quiero tener citas con gente tan rara como yo? ¿Con más gente mitad humano, mitad algo? Nunca en mi vida he conocido a nadie como yo. Bueno, nadie mitad humano, mitad animal.... o vampiro en cualquier caso. 

No estoy segura de que quiera tener una cita con un bicho tan raro como yo. ¡Por todos los dioses del planeta! Me convierto en osa polar de vez en cuando. Desde que nací he sido así. Hace mucho que no lo hago, siempre he sido muy controladora con eso. No me gusta convertirme en un animal de pelo blanco y un montón de kilos de peso... Pero, ¿estar dispuesta a salir con alguien como yo? Siempre he creído que era única, que lo de la parte osa polar era una especie de maldición o algo. 

Sin duda voy a ir mañana para investigar un poco. 

Llego al apartamento con el estomago lleno. La puerta principal se queda atascada cuando la estoy abriendo, doy un gruñido y la empujo con mi hombro para que se abra a la fuerza. Apoyo la mano en el interruptor de la luz, pero nada. Arriba, abajo... la luz no se enciende. Una buena razón que tiene ser  mitad animal. Veo mucho mejor en la oscuridad, casi tan bien como cuando hay luz. Camino hasta la caja de plomos junto a la puerta de entrada. La abro y compruebo todo. Todo parece estar en orden. 

Mi móvil suena de repente y doy un grito de sorpresa. ¡Jolín! Un mensaje de mi madre. 

¿Qué tal todo, cariño? Espero que estés pasando muy buen rato sin nosotros. ¿Has conocido ya a alguien? ¿Nos echas de menos? Podemos ir a recogerte en cuento quieras... Tu padre y yo nos lo estamos pasando genial en las Vegas. Mucho desierto y calor... pero tienen aire acondicionado en todas partes. 

Y esa es mi madre, señoras y señores. Mis padres tienen sesenta años y me adoptaron cuando yo tenía  uno. Para después darse cuenta de que su preciosa hija de cabello pálido y ojos azules, se convertía en un pequeño oso polar de vez en cuando... Bueno, eso empezó cuando llegó la pubertad, la verdad. 

Todos está genial, mamá. Miento. No hace falta que me vengáis a recoger. Agh. ¿Las Vegas? Demasiado desierto para una osa polar... ¡DISFRUTAD!

Se lo envio y espero la respuesta. 

¿No me cuentas si has conocido a alguien? Típico de ti. Siempre ocultándole cosas a tu vieja y decrépita madre. Vamos.... osita. 

Ruedo los ojos. 

No he conocido a nadie. No me atosigues. Tú no eres vieja y decrépita... Y por milésima vez en mi vida... ¡deja de llamarme "osita"! Lo odio. 

Camino en la oscuridad hasta la cocina. ¡Mierda! El congelador. Gracias a todos los dioses del planeta que no tenía nada comprado todavía. Saco una bebida de esas verdes, que ahora toman todas las famosas, y me siento en el sofá del salón. 

El apartamento no es demasiado grande. Cuando entras estás en el salón-comedor, a la derecha está la habitación de la cocina y si sigue recto hay un minipasillo donde está mi habitación (la única) y el baño. Pequeño, útil y barato. No trabajo, ¿cómo iba a poder pagar algo mejor? 

Me voy a la cama un rato después, cuando he terminado mi bebida. 



Sexy beast #1 [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora