NO PIDO MÁS (relato celebración cumpleaños de Rachell) Por Lily Perozo. Parte 2

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—Yo... yo no fui —contestó negando con la cabeza, tratando de salvarse de la acusación y de que él se diese cuenta de que lo estaba deseando como a nada en el mundo—. Así que no me culpes —sintió como la sábana se le deslizó cayendo en su regazo y las benditas pupilas de Samuel se deslizaron por su piel, encendiéndola con ese poder que tenía, poder sobre ella que no podía ocultar porque sus pezones traicioneros se erguían, gritándole a ese hombre que los atendiera, con besos, caricias, chupones, mordiscos. Con lo que él quisiera, pero que lo hiciera.

Samuel se obligó a regresar la mirada a la sonrojada cara de su mujer, a consecuencia de la excitación que le viajaba por la sangre y que él se moría por calmar.

—¿Entonces quién fue? Te recuerdo Mariposa tramposa que vivimos solos y yo no la dejé abierta —dijo elevando una ceja, entonces el perro empezó a ladrar exigiendo atención, porque por más esfuerzo que hacía no lograba subir a la cama.

Rachell abrió y cerró la boca, balbuceó un par de palabras inentendibles, tratando de dar una explicación que la salvara de ese interrogatorio por parte de Samuel. Pero era que no le gustaba que Snow se sintiera solo y en un lugar tan grande de noche, estaba segura que se asustaría. Apenas llevaban tres semanas viviendo en la casa y no terminaba de acostumbrarse, suponía que a su mascota le pasaba lo mismo, porque lo escuchaba merodear por todo el lugar y no lograba dormir hasta que ella no le abría la puerta y entonces se echaba en la alfombra a su lado, donde en medio de caricias se quedaba dormido.

—Por qué no dejas de reclamarme y me besas. ¿Acaso ya no quieres desearme buenos días? —preguntó en su defensa y dejándose llevar por sus más intensos deseos, que desesperadamente latían exigiendo saborear esa boca.

—Eres una manipuladora —masculló pellizcándole sutilmente un pezón.

Rachell lo golpeó en un hombroy entonces se dio cuenta de que los pezones de él también estaban erguidos,dándole la seguridad de que no era por el frío. Por curiosidad y porque el grannudo de sábanas y edredones no le permitían ver, las hizo a un lado.

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