¡Normal! Mira la hora que es y en nada tenemos que irnos a nuestras respectivas viviendas a ponernos guapas, que hemos quedado para salir esta noche a darnos una vuelta por las fiestas para ver si ligamos algo comentó una de ellas, la más descarada de todas. Aunque, con buenorros como ese por la zona, no hace falta irse muy lejos para recrearse una la vista... añadió, señalando con disimulo al hombre en la barra— Me pregunto si tendrá pareja...

Aunque ella también se estaba preguntando lo mismo, ignoró el comentario de su colega, se centró de nuevo en su tía y después de pedirle una ensalada y un refresco, prestó de nuevo su atención en sus amigas:

Chicas, centrémonos en lo que nos ha hecho que esta noche nos reuniéramos aquí dijo Jane, trayendo a sus amigas a la Tierra. Luego abrió su bolso y sacó una caja de madera. La dejó sobre la repisa de la mesa y la abrió. Aquí tienen las últimas obras de mi hermana, échenle un vistazo a ver si os interesa algo.

Mientras sus cuatro amigas ojeaban las baratijas caseras que había hecho su hermana mayor, Jane atacó su cena que recién se la había traído su tía antes de que esta se despidiera y regresara a la barra a terminar de limpiar y recogerlo todo para cerrar en cuanto ellas y aquel agente se fueran.

Diez minutos después, Jane había cenado y logrado vender tres anillos hechos con alambres de colores y dos colgantes fabricados con cápsulas de cafés reciclados ahora convertidos en originales alijas. Tras la venta, sus amigas se despidieron de ella, pero antes, intentaron de nuevo convencerla para que las acompañara y se fueran con ellas de fiesta. Jane les dijo que se lo pensaría, pero que no creía que las fuera a acompañar, pues tras un día largo de trabajo en la peluquería que regentaba, no le apetecía mucho salir.

Cuando las cuatro jovencitas se fueron resignadas con la certeza de que al final no las acompañaría, y la dejaron sola con la única compañía del Guardia Civil que estaba en esos momentos tomándose un café, se acercó a la barra, al lado de aquél imponente hombre, esperando a que su tía apareciese para pedirle la cuenta de su pedido. Sin decir nada, apoyó la caja sobre la barra, delante suya, y esperó a que Clarisa saliera de la cocina donde se la escuchaba trajinando allí dentro, seguramente, ordenando las cosas antes de cerrar.

¿Sabes? Podría detenerte por la venta ambulante sin permiso alguno comentó con sorna y como si nada el agente de la ley que estaba sentado tranquilamente, tan cerca de ella.

¿Ah, sí? preguntó ella juguetona, siguiéndole el juego; se notaba por su tono de voz que el hombre no hablaba en serio y le estaba tomando el pelo ¿Le interesa algo de lo que tengo?

Aunque se suponía que se estaba refiriendo a las baratijas que habían en la caja de madera, él la miró de arriba abajo, evaluándola, como si ella se hubiera referido a otra cosa; ahora era él el que le seguía el juego a ella.

Puede... su voz profunda se clavó muy adentro de ella y sin poderlo evitar, Jane se estremeció internamente Pero me pregunto yo... ¿Estás acaso intentando sobornarme para que no la detenga, señorita? la miró directamente a los ojos, con su verdosa mirada, perdiéndose en los negros de ella.

¿Yo? Con lo buena que soy señor agente, ¿cómo puedes creerme capaz de algo así? sabía que estaba flirteando con él, y en cierto modo, no le importaba y al mismo tiempo, le gustaba. Hacía muchísimo tiempo que no hacía algo así y encima, que disfrutara tanto haciéndolo. Ante su mirada, abrió la caja y se la puso delante, para ver qué hacía ahora él ante tal reto.

Pasión DesenfrenadaWhere stories live. Discover now