Primera Parte:

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¿Lectores/as fantasmas? ¡No, gracias! Deja tu huella, deja tu comentario/opinión ^.^

Cuando el aire fresco del local impactó de lleno contra el rostro acalorado de Jane, esta sonrió para sí misma, agradeciendo que la hamburguesería estuviera, a esas horas de la noche, con el aire acondicionado todavía encendido. Estaban ya a finales de Septiembre y el verano recién había finalizado, pero todavía habían días que el calor era tan sofocante, que se hacía insoportable; y hoy era un días de esos.

Mientras Jane se dirigía a la última mesa del establecimiento, donde la esperaban sus amigas, iba pensando que había hecho bien en recogerse su largísima melena morena en una coleta de caballo alta, ya que así se sentía más fresca y hacía más soportable el calor, además de acentuar su elegante cuello. Antes de alcanzar su meta, desvió la mirada hacia el reloj digital que había colgado de la pared para comprobar la hora. Eran pasadas las once de la noche. Como de costumbre, llegaba tarde de nuevo. Gracias a Dios, sus amigas la conocían y sabían que era lo que había de esperar de ella, y por eso, seguramente no les tendría en cuenta que se hubiera demorado cerca de media hora.

Un movimiento, seguido de ruidos de cubiertos procedentes de la barra, donde había un cliente -el único que había en el local aparte de ellas-, llamó su atención. Se trataba de un Guardia Civil que estaba terminándose su cena. Este, presintiendo que le estaban observando, desvió su atención del plato y la miró directamente a los ojos, para luego desviar la vista y recorrerla entera con su curiosa mirada y detenerla de nuevo en su rostro; debajo de su escudriño, se sintió desnuda, como si no llevara puesto encima una camisa blanca, ancha y casi transparente, con unos shorts vaqueros tan cortos, que si de descuidaba, se le verían las mollas de las nalgas. También se sintió algo impactada y gratamente sorprendida al verle de frente, pues no había supuesto que el dueño de aquellas espaldas anchas, cintura estrecha y brazos corpulentos, enfundados en aquél sexy uniforme, pudiera albergar un rostro tan bello y masculino. 

Algo azorada al verse escaneada por su penetrante mirada, ya que se trataba de un completo desconocido, y, además, de un Guardia Civil nada menos, y con las mejillas algo ruborizadas al sentirse el centro de atención, le sonrió tímidamente con una media sonrisa de esas con la boca pequeña. Continuó su marcha hacia la mesa de al lado, que era donde la estaban esperando sus colegas, siendo consciente de que el apuesto agente de la ley, no le quitaba el ojo de encima en ningún momento.

Ignorándolo a drede, se centró en sus amigas, que le hacían señas y cuchicheaban en voz baja comentarios del tipo <<¿Has visto Jane que tío más bueno?" ¡Con Guardias Civiles como él, cualquier jovencita se dejaría detener! Lleva poco más de diez minutos aquí, y con su imponente presencia, ¡ya ha logrado que todas mojáramos las bragas!>>

Mientras sus amigas seguían diciendo chorradas sobre aquél impresionante y atractivo tipo, que tanta expectación había levantado en ellas, Jane hizo señas a su tía Clarisa, que era la dueña del local, para que se acercara a tomarle nota.

¡Hola, Clarisa! ¿Que tal ha ido el día? le preguntó cuando la tuvo al lado suyo y tras darle dos sonoros besos en las mejillas.

Algo flojo la verdad, esperaba más clientela al tratarse de un viernes, pero como son las fiestas del pueblo de al lado, apenas ha habido movimiento alguno comentó. Pero no puedo quejarme tampoco aclaró. Y bueno, ¿que te pongo para cenar? Tus amigas tenían mucha prisa y ya cenaron.

Clarisa le sonrió con complicidad, y sus amigas se echaron a reír tras el comentario de la mesera, nada ofendidas porque ella les hubiera delatado aquel pequeño detalle. A Jane no le sentó para nada mal que sus amigas hubieran cenado ya sin esperarla siquiera, pues sabía que era culpa suya el haber llegado tarde a la cita.

Pasión DesenfrenadaWhere stories live. Discover now