{Mi Perséfone #2 (Maratón 1/3}

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¿Cómo una simple carta puede hacerte sentir miedo e inseguridad? Tenía ganas de gritar por la impotencia que sentía. No quiero perderla.

Guardé su carta en mi billetera doblándola. Subí a ver a sus padres que aún seguían ahí.

Vi que su madre estaba sentada en un sillón verde que estaba junto a la puerta en donde entraban y salían enfermeros con guantes con espesa sangre.

Su padre estaba parado con las manos en los bolsillos y mirando sus pies. El temor de aquel hombre se podía identificar con solamente ver en la posición en la que se presentaba.

Me senté junto a su mujer, solo que en el suelo, con las rodillas en el pecho y mis brazos abrazando mis piernas. Miraba el sólido y frio piso que contenían lágrimas de alguien. La miré con intriga.

-Ella parecía muy sana desde pequeña- dice sonriendo, con los ojos hinchados por el llanto y con la nariz un poco tapada. Hace sonar su nariz inhalando aire-. Creíamos que no le sucedería nada... hasta que cumplió catorce años.- mordió su labio- Fuimos al médico porque estaba en plena adolescencia y no tenía aún su ciclo menstrual. Fuimos con su doctora de cabecera, le hicieron los estudios. Ella nos pasó a otro doctor y... nos hizo saber que no tenía muy bien el corazón. Debimos saberlo, la miocardoipatía es hereditaria...- se le quebranta la voz y le comienzan a caer lagrimas- Ahora duele saber que ella puede irse y nunca jamás volver.- pone el dorso de su mano tapándose los orificios de su nariz y boca.

Dejo de mirarla, muevo mi cabeza hacia donde mira mi cuerpo lentamente y apoyo mi cabeza en la pared mirando el techo. Trago en seco.

Su padre dice que me vaya a mi casa porque la cirugía tardaría un par de horas, ya que es muy compleja.

Me levanté y los saludé. Los bendije para que ______ pueda salir bien y sana. Me marché.

Anduve en mi bicicleta lentamente hasta llegar a mi casa. Llegué a la una de la tarde.

Mi madre, mi padre y mi hermano estaban esperándome para comer, pero negué por primera vez en mi vida los espaguetis caseros de mi madre. No tenía apetito.

Fui a mi cuarto a encerrarme un buen rato para pensar. Cerré la puerta me eché en la cama y cerré los ojos. Me ardían.

Hubiera querido pensar para analizar la situación, pero lloré y mi cabeza solo decía: "Se morirá y quedaré solo", "Ya no tiene salvación", "Ya la perdiste".

Entre tanto llanto me quedé dormido.

***

Mi madre me despierta, ya eran como las cinco de la tarde, el sol se había escondido. Mi mamá tenía un teléfono en mano y su cara era seria. "Es para ti" dijo acercándome el teléfono a mí.

Traté de ocultar mi voz de dormido lo mejor que pude.

Era el papá de ______.

-Hola Abraham- comenzó con una voz algo entrecortada.

-¿C-cómo está ______?- dije preocupado ya que su voz no me tranquilizaba.

-Oh Abraham- suena su nariz al inhalar aire, al igual que su esposa en la mañana.

Cuando escuché lo que dijo sentí un agudo dolor en el pecho. Solo podía negar con la cabeza. Mi mayor miedo se hizo realidad.

Él dijo: "Hicieron lo que pudieron, en verdad... pero la sangre era mucha, no la pudieron retener. ______ acaba de fallecer."

El mundo se fue más abajo de lo que creí. El señor se despidió y cortó. Yo estaba en shock, aún con el teléfono en mano. Comencé a jadear, no podía respirar. Tenía un nudo en la garganta que me lo impedía.

Chistes & Imaginas de Abraham MateoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora