transformaciones permanentes puesto que nos dan la clave para entender los
eventos internos y externos que tienen lugar en nuestra experiencia diaria. Aplicar
las enseñanzas a nuestra vida cotidiana hace que desarrollemos una profunda
confianza en su habilidad para darle significado y crecimiento a nuestra existencia.
Un segundo grupo de personas enfatiza la capacidad de las enseñanzas para
transformar a sus practicantes. Considera el budismo un tipo de sicología ya que el
noble objetivo de este oficio ha sido tratar de ayudar a las personas a que no sean
una carga para ellas mismas o para la sociedad. De todas formas, el budismo y, en
especial, el Camino del Diamante, se hace relevante en el momento en que las
personas son maduras y estables y pueden experimentar el espacio como gozo y no
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como algo que las asusta. Hasta ese punto, la confianza en sí mismo es poco más
que una palabra. A partir de este nivel de poder, las enseñanzas nos hacen
valientes, gozosos y llenos de amor, cualidades que en realidad hacen parte de la
riqueza inherente de la mente. Cuando aumenta nuestra consciencia sobre la
naturaleza condicionada de todas las cosas, los conceptos erróneos se desintegran y
las cualidades perfectas del cuerpo, el habla y la mente comienzan a automanifestarse.
En consecuencia, el sujeto, el objeto y la acción, es decir, el que
experimenta, lo experimentado y la experiencia en sí, se unen cada vez más y son
seguidas por percepciones claras de la realidad. Comprender que no existe un “yo”
real o personal nos da la seguridad ulterior de la liberación. Este es el primer paso
hacia el profundo entendimiento del camino y la base inamovible para el completo
desarrollo de la mente, el cual recibe el nombre de iluminación. Tanto la sicología
como el budismo tienen la capacidad de cambiar a la gente, pero las enseñanzas del
Buda son para los que ya están sanos. El budismo comienza donde la psicología
termina. Su meta es la iluminación, la explosión completa, un estado vivo de
perfección que trasciende los conceptos.
Otras personas sostienen que el budismo es una religión. Es cierto que al ser
clasificado como religión, el budismo ha podido derivar ciertos beneficios prácticos
como trabajar sin ánimo de lucro. Sin embargo, calificar al budismo como religión
es un punto que merece un amplio debate. Por un lado, el budismo no es una “fe”.
Por otra parte, entre el budismo y la religión hay una diferencia fundamental,
basada en el significado mismo del término “religión”. En Latín “re” significa “otra
vez” y “ligare” significa reunirse, por lo que la religión trata de reunir a los seres o
guiarlos de vuelta hacia algo. El budismo, por el contrario, no busca en el pasado. Si
lama ole
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