Capítulo 1

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Falda de tubo gris, camisa blanca sin mangas y tacones negros formales, ese es mi atuendo para el último día de trabajo, antes de salir de mi apartamento me hago una coleta, retoco un poco mi labial y pongo mis gafas en su sitio.

Amo New York, pero detesto que las personas siempre caminen tan rápido con sus teléfonos o portafolios en sus manos, ¿que no les gusta disfrutar lo que hay a su alrededor?. Dejo ese pensamiento de lado y sigo mi camino observando a los músicos callejeros.

En varias ocasiones me acerco a ellos y tarareo su canción, también dejo un par de monedas en el estuche de una guitarra de un chico de no mas de veinte años, este se acerca a mi y deja un beso en mi mejilla derecha mientras sigue cantando. Me sonrojo un poco y sigo mi camino.

Trabajó en la segunda empresa más grande de la familia Russell, esta solo tiene diez pisos a comparación de la que se encuentra en Escocia. Al llegar saludo a la recepcionista del primer piso, tomo el ascensor, marco la ultima planta y este sube a una velocidad de vértigo.

- buenos días señor Russell- me dirijí a mi lugar de trabajo.

- buenos días Megán- sorbió un poco de su café- te he dicho que me llames Irvin- volvió a sorber de su café- ya que hoy es tu último día, necesitó que dejes al pendiente a la chica que se quedara en tu lugar por las vacaciones.

- señor yo puedo quedarme y aplazar mis vaca....

- No- levanto su mano para que parase- Megán eres la mejor secretaria que he tenido todo este tiempo, pero has aplazado tus vacaciones dos veces- bufó.

- amó mi trabajo señor- Sonreí.

El señor Russell sólo era cuatro años mayor que yo, nuestra relación de trabajo era buena y según lo que me dijo era la única secretaria que no intentaba meterlo entre sus piernas, cosa que tampoco intentaría hacer. Él era mi jefe y lo respetaría como tal.

Después de un par de preguntas más, el señor Russell se va a su oficina. Recibo todas sus llamadas y organizó la agenda de este mes, no es que no confíe en la chica que va a reemplazarme, es sólo que siempre estoy al pendiente de que todo salga bien.

Cuando me doy cuenta la hora del almuerzo a llegado, bajo hasta la planta seis y me encuentro con Ian, me recibe con los brazos abiertos y entrelaza nuestras manos. No somos nada, pero en los momentos de escasez siempre estamos dispuestos para el otro.

- tienes dos meses de vacaciones ¿no estas feliz?- el sonríe de oreja a oreja.

- claro que estoy feliz- metí un poco de pasta a mi boca- visitare a mi padre en Boston y luego iré hasta Alemania a ver a mamá.

- deberíamos hacer algo antes de que te vayas- él también come de su pasta y la sorbe de una manera horrible.

- no lo creo- su ceño se fruncio- cada vez que salimos terminas metiendome en algún lío por querer ligar con chicas que tienen novio.

- te prometo que esta vez no va a pasar.

- esta bien- acepte con una sonrisa- pasa por mi a las diez.

El trabajo estuvo bien, la chica que iba a remplazarme era bastante eficiente y responsable, no dudaba que cuando se acabaran mis vacaciones Irvin le ofreciera un puesto en la empresa. Antes de irme mi jefe me deseo buena suerte en mis vacaciones y prácticamente me obligo a divertirme. Él no sabia que fuera de esta empresa yo era una de las mujeres mas fiesteras que pudiese encontrar.

(***)

- ¡Megán dijiste que a las diez estarías lista!- Ian estaba molesto, pero no era mi culpa, el cansancio de hoy sumado al de los demás días en los que no pude dormir me tenían agotada, y pensé que una pequeña siesta no me haría mal.

- ¡dame solo diez minutos!

Me duche lo más rápido que pude, seque mi cabello de la misma forma y tome un vestido en color azul que me llegaba a media pierna, unas medias en color negro y unos tacones del mismo color, como mi cabello era bastante ondulado solo tuve que enrollar mis dedos en el para que se formase una pequeña onda, maquille mi rostro un poco. Solo rímel y brillo labial.

- estoy lista- Ian se veía demasiado guapo con esa camisa azúl petróleo recogida hasta los codos, pantalón negro, y sus zapatos de vestir color negro.

- vámonos- tome una chaqueta, Ian me tendió su brazo y no dude para tomarlo.

Su increible Cadilac cts estaba estacionado en frente del edificio, como todo un caballero me abrió la puerta, corrió hasta el piloto y puso el auto en marcha.

El club en el que estábamos era un poco exclusivo, Ian como siempre, tenia amigos en todas partes y pudimos entrar como si nada, nos sentamos en la barra y pedí un whisky con coca-cola, Ian pidió una cerveza, en menos de nada estaba siendo abordado por una rubia con pechos mas grandes que un melón.

- ¡ire a bailar!- grite en su oído, asintió.

Mi cuerpo se movía al ritmo de Come with me de Ricky Martín, mientras meneaba mis caderas de un lado a otro unas fuertes manos me tomaron por la cintura, estuve a punto de girarme y darle un buen golpe hasta que supe de quien eran. Ian trazaba pequeños círculos sobre mis grandes caderas, recorría las curvas un tanto inexistentes en mi cuerpo y las delineaba con su dedo pulgar.

- pensé que estarías con esa rubia- susurré en su oído, mordi su lóbulo y la piel de esa zona se erizó con mi toque.

- tengo a mi disposición una hermosa morena- me reí, pase mis brazos por su cuello y pegue sus labios a los mios.

- vayamonos a casa- volví a susurrar en si oído.

No hubo respuesta, Ian solo me tomó de la mano, me saco de ese lugar casi a rastras, sabia que estaba igual de ansioso como yo de perdernos el uno dentro del otro, además deseaba mas que nunca que me hiciera suya.

En el auto sus manos temblaban, no sabía si era por los nervios de no haber tenido sexo por mas de siete meses o por la excitación que sentía. Aparcó en frente de mi edificio y me volvió a sacar del auto como un cavernícola, nos metió a ambos al ascensor, marco mi piso y este se empezó a mover.

- no aguantó más- sus grandes manos tomaron mis caderas, me beso de una manera que desconocía de él.

Las puertas se abrieron pero nosotros no paramos de besarnos, casi nunca le ponía seguro a mi casa, Ian lo sabia y por eso solo la empujo con su espalda. Sus manos recorrían cada centímetro de mi cuerpo con cada paso que dábamos.

- Ian mi habitación- negó mordiendo mi labio inferior.

- sostente de la mesa- lo hice, sentí sus manos subiendo mi vestido, mis sentidos se pusieron en alerta cuando escuche bajar el cierre de su pantalón- ¿aún tomas la píldora?

- si- medió gemi cuando una de sus manos apretó mis pezones y la otra acarició mi entrepierna.

Con todo lo que Ian estaba haciendo en mi cuerpo y la forma en la que me mantenía sostenida de la mesa estaba haciendo estragos en mi cuerpo. Sentí la punta de su miembro en mi entrada, este se deslizó tan fácil y rápido que al tenerlo todo dentro de mi sentí que estaba flotando.

- muevete Ian- obedeció meciendo sus caderas.

Sus embestidas eran tan jodidamente lentas que estaba Matándome, tomé el control de la situación, agarré con mas fuerza la mesa y me moví mas rápido, sabia que mi liberación llegaría pronto al igual que la de él. Aprete su miembro con mis paredes al venirme y un ronco gemido me aviso que Ian también lo había hecho.

- esta es la mejor manera en la que alguien pudo haberse despedido de mí- susurré con mis ojos pesados.

- te voy a extrañar mucho Megan- besó mi espalda, me tomó entre sus brazos y no sabia de donde había sacado tantas fuerzas.

Cuando sentí mi suave colchón mis ojos no resistieron más, lo último que pude escuchar fue la voz de Ian decir que esta noche se quedaría.

Una NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora