Con la respiración contenida, levantó sus brazos con cierto temor ante el placer al que se iba abandonar y los posó en la ancha espalda de él, en apenas un roce. Aún no estaba segura del todo, desde muy dentro su mente aún luchaba en una pequeña batalla. Pero sabía que Marcus tenía razón en sus palabras. El deseo estaba latente ahí, y en ningún momento desaparecería por mucho que ella quisiera. Solo hacía que latir cada vez más fuerte...

Lo reconocía, Sabrina había sido más fuerte y afortunada que ella. Era el segundo día que Marcus llevaba allí, y se iba a rendir a él. Sin embargo, su amiga había luchado mucho en la cama. Cierto, que había estado a punto de sucumbir muchas veces con la tentación de Lucas, pero había sido más firme que ella. ¿Por qué no podía ser ella igual?... Por que simplemente le gustaba mucho como besaba Marcus sus labios, como estaba haciendo en aquel momento. Ella era una mujer, y como toda mujer tenía derecho a satisfacer su vida sexual. Donde quisiera, como quisiera y con quisiera... Pero aquel era su problema. El con quien suyo, no era el adecuado. Bueno sí, había que indicar que era el sueño de toda mujer desde los quince hasta los noventa años de edad. Pero todo era por un interés. Ganar la batalla... Él, simplemente quería llevársela a la cama, por que se lo había negado muchas veces. Y Marcus, era de los que no podían aceptar un "no", como única respuesta. Y por supuesto, que ella también quería acostarse con él. Pero lo quería con el paquete incluido. Novios, matrimonio, hijos, perro... Ya había llegado a un punto, en el que pasaba desde hacia mucho tiempo del sexo de una sola noche. Sí, aquello es lo que tenía que hacer... Que Marcus se enamorara de ella, en aquellas dos o tres semanas. Sí, ciertamente se estaba volviendo un tanto loca... Sabía que era una tarea imposible. Pero iba a poner toda la carne en el asador, iba a seducirlo... Más bien, quería volverlo loco de deseo. Que se diera cuenta de que quería algo más que un simple revolcón.

Satisfecha con su decisión, pero insatisfecha en su deseo, dejó de participar en el ardoroso beso, sonriendo con una gran sonrisa.

-Pues lo siento mucho, Marcus –Lo miró a los ojos sin ningún temor-. Pero créeme, que hoy tampoco va a ser ese día.

-¿Cómo? –La miró un tanto confuso por la abrupta interrupción.

-Que hoy no –Se rió a carcajada, bajo su cuerpo. La actuación le estaba saliendo como la seda-. Que no lo niego, como te dije aquel día... Me gusta besarte, es entretenido... Pero no pienso tener aún un revolcón contigo. Necesito pensarme, cuando será el momento –Intentó parecer lo más creíble posible al decirlo todo con cierto tono de seriedad.

-¿Qué cuando será el momento? –Ante aquellas palabras, Marcus se apartó de ella dejándola libre al fin de tanto músculo duro... -Cariño, no tienes que pararte a pensar nada. Lo único que veo aquí, es a una jovencita gallina. Eres la típica chica que lanza la piedra, y después esconde la mano.

-¡Como te atreves! –Se molestó un poco por aquel comentario. Pero puso enseguida una sonrisa, para disfrazar su enojo y devolverle el insulto, mientras se levantaba de la cama y se dirigía a la puerta-. Es obvio, que lanzas estos pocos eh ingenuos comentarios, por tu frustración sexual. Quieres mi consejo, metete un rato en la ducha para sofocarte no vaya a ser que te topes con algún familiar mío y la tomes también con él, por que no has descargado tu adrenalina...

Y dicho aquello, cerró la puerta con el cuello levantado con gran orgullo mientras dejaba a un Marcus, con la boca abierta por sus palabras.

Quince minutos después, de lo ocurrido en el dormitorio. Un Marcus bajaba vestido a la cocina, en donde se encontraba con María y Jaime.

-¿Qué te marchas? –Preguntó preocupada la mujer, después de ver la actitud de su hija hacia él.

-Sí, pero vuelvo en una hora –Comentó rápido para tranquilizarla-. Además, hoy cocinamos los hombres...

Saga Edificio XIV- Líos De Oficina- Segunda ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora