Capítulo Uno.

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Lo primero que Louis sintió al despertar, fue el fuerte pecho de Harry presionándose sobre su mejilla derecha, que desprendía un calor abrigador y hogareño.

Por suerte, era sábado, por lo que no tenía que preocuparse de ir a la escuela y podía pasarse todo el día holgazaneando junto con Harry, aunque era de dudarse sí él rizado decidía tomarse el día libre.

Con lentitud, se levanto de la cama, quitando con sumo cuidado la grande mano que le sujetaba la cadera con fuerza, no llegando al extremo de lo doloroso, era más bien una caricia, un ligero toque aspero.

Con pasos lentos, y arrastrados, se dirigió hacía el baño e hizo sus necesidades, lavándose al terminar sus dientes, viéndose al espejo, abrió su boca y con lentitud cuidó de tener todos dientes limpios, sin ningún rastro de suciedad.

Sintiéndose somnoliento, decidió abrir el grifo de agua helada y echo lo que en sus palmas cabía en su rostro para desperezarse por completo, aunque no logro obtener un resultado satisfactorio.

Salió del cuarto del baño, y dándole un último vistazo al corpulento cuerpo sobre la desordenada cama, fue hasta la cocina bajando con gracia las escaleras mientras movía sus caderas el ritmo de aquella canción que cantaba en apenas audibles susurros.

—Cause i'm so into you—. Murmuró un poco más alto, doblando un poco sus piernas y moviendo de manera sensual su trasero, bailando más para si mismo que nada.

Mientras hacía el desayuno, saco sus audífonos y los conecto en su celular, entrando en su biblioteca de música y seleccionando la más reproducida. Con alegría, empezó a bailar moviendo sus caderas una vez Into You sono fuertemente en sus oídos.

Cuando la parte de "Cause i'm so into you, into you, into you" sonaba, iban  bajando y bajando más sus caderas hacía el suelo haciendo un baile sensual sin pasos torpe o jadear cansado, él sabía muy bien lo que hacía.

Got everyone watchin' us, so baby, let's keep it secret—. Cantó, llevando su dedo hacía sus labios, haciendo un gesto de "guarda silencio".

Distraídamente volteo el tocino que cocinaba sin dejar de mover sus caderas, y, cuando la canción llegó a su fin, pudo escuchar con claridad que alguien chiflaba a sus espaldas.

—Bebé, tu sabes bien como mover esas caderas tuyas, siento que podría follarte ahí mismo—. Aplaudió y se acercó a él, dándole una palmada en el trasero. Riendo roncamente, le abrazo con sus fuertes brazos y le presionó sobre su pecho, llegando a sacarle el aire.

—Cállate—. Murmuró avergonzado, dándole un pequeño golpe al sentir sus mejillas arder.

—Vamos, no hay porque avergonzarse cielo, prácticamente follamos hace unas horas—. Se limitó a decir, sentándose en la isla central de la cocina con una manzana en mano. Previamente a la primera mordida, jugo un poco con la fruta.

—Aveces no me gusta que seas tan descarado—. Admitió quitándose los auriculares, metiéndoles en el bolsillo de su pijama.

—Ambos sabemos que mientes Lou, tu amas que sea así—. Sonrió sabiendo que estaba en lo cierto.

Que arrogancia.

—Admito que tienes razón, pero sólo mientras sea conmigo. Puedo cortarte el pene si lo haces con alguien más—. Le amenazó, apuntándole con la espátula que llevaba en su mano izquierda con burla.

Cuando termino de cocinar el tocino junto con los huevos, los sirvió en dos platos y llevo ambos a donde él otro estaba sentado, poniéndole uno delante y otro a su lado, sentándose.

❝LAS APARIENCIAS ENGAÑAN; LARRY❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora