Ultimátum

Siempre he pensado que celebrar Halloween es una tremenda estupidez, y aquí estoy colándome en un disfraz de vampiresa sexi que más bien parece una versión porno de hot vampires, que me ha dejado mi amiga Ana, la culpable de todo este desaguisado.

Yo solo quería una velada de comer castañas asadas, unos cuantos panellets y salir a tomar unas copas. Pero por lo visto nos hemos americanizado, y ahora todas las fiestas son pro-Halloween, y o vas disfrazado con vísceras colgando y mucha sangre, o te quedas en tu casa haciendo el triste.

Suena la música a través de las puertas de la discoteca y sin poder evitarlo me muevo a su ritmo mientras esperamos en la cola para entrar. Por suerte no somos los únicos disfrazados. Mi grupo de amigos y yo, no destacamos por encima del resto, en general somos todos patéticos, los carnavales se han adelantado en la ciudad y estoy del truco o trato hasta el gorro.

Cuando llegamos a la entrada al fin, después de media hora de soportar el fresco de la época con tan poca ropa, me doy cuenta que el portero tiene la misma cara que yo, y la verdad es que no es su ceño fruncido y la falta de sonrisa en su rostro lo que ha llamado mi atención, es su mirada fría, el hielo de su iris podría atravesarte el alma sin apenas percibirlo.

Desde el momento en el que lo he visto, no he podido dejar de mirarlo, intento disimular con poco éxito, mis amigas han comenzado a bromear al respecto, diciendo que deje de babear con el macizo de la entrada y aunque me muero de vergüenza, no puedo contradecirlas, me siento muy atraída por él, como si él fuese mi plato preferido el día de mi cumpleaños.

Es mi turno, y cuanto más cerca estoy, más nerviosa me estoy poniendo, una extraña sensación me recorre y me están entrando unas ganas horribles de salir de allí a toda prisa y esconderme bajo las sábanas. Me toca pasar y por suerte el portero está distraído con una chica borracha que se le ha colgado del brazo para intentar no caer al suelo. Juro que me pone muy nerviosa, vale, reconozco que los tíos buenos suelen ejercer ese efecto en mí, y aunque éste se supera, es otra cosa lo que me mantiene alerta. Ana tira de mí, al parecer me he quedado embobada mirando al portero para sumar un halo de ridículo a la situación y al fin he conseguido mi propósito, llamar su atención.

Me corta el paso, y nos separa apartándome a un lado, y al tocarme me invade una extraña sensación inquietante y a la vez familiar, pero cuando me mira, justo en el momento en el que sus ojos me atrapan, me sacude una oleada de imágenes a cámara rápida que hace que caiga al suelo, notando como pierdo todas mis fuerzas y de pronto todo negro.

He notado su presencia, antes de que se dispusiera en la cola de la discoteca. Y mi inquietud ha ido en aumento, cuando he percibido la diferencia. He contactado con Jacob para que estuviese alerta, llevamos tanto tiempo esperando este momento que me parece imposible que haya llegado el día. Tantos siglos recorriendo diferentes esferas, atravesar tiempos, batallas entre mundos y ha sido ella la que me ha encontrado. Notó como la conexión tira de mí, y el hormigueo en mi cuerpo hace que se esté volviendo insoportable. La observo de forma disimulada, y puedo reconocer la atracción en su rostro. Pobre no tiene ni idea, hicieron muy buen trabajo con ella, pero podría reconocerla en cualquier mundo.

Jacob acaba de llegar, y estoy montando todo el escenario para hacer creer a estos mortales que deben esperar su turno pacientes y esta chica me viene de perlas para distraer a sus amigos; hacer que caiga con síntomas de embriaguez y me sujete. Ahora está tan cerca que me duele todo el cuerpo por la anticipación, siento vibrar algo en mi interior antes dormido y muero por tocarla.

Ya no puedo controlarlo, el poder ha tomado el mando y va a por lo que reconoce como suyo. La aparto del incordio de su amiga y puedo percibir su confusión, cuando la toco y nuestras miradas se cruzan, se establece la conexión.