-Mi madre me ha dado esto para ti. Son unos sándwiches vegetales. Me dijo que como tenéis la casa así probablemente no puedes cocinar. - hizo un gesto con las manos como para decir que la casa estaba hecha un desastre.

Se me hizo raro que la llamara madre cuando Nathan la llama Zoe. ¿Qué habrá pasado para que Nathan no la quiera? -me pregunté.

- Vaya. Muchas gracias.- dije aceptando la comida.

- Entonces... ¿te veo en la fiesta?

- No lo sé- dije. No quería afirmarlo por si acaso mi madre les había dicho que no podía ir.

- Bueno, pues que te aproveche.

- Gracias. Adiós. - dije mientras se iba.

Comí tres sándwiches y dejé los otros tres para cenar. Estaban deliciosos. Le tendría que comprar algo para agradecerle.

Pasé la tarde arreglándome las uñas de las manos y los pies. Después pasé a arreglarme el pelo y cuando me di cuenta ya eran las ocho. Me puse el vestido blanco que compré y me maquille un poquito. No me gusta ir pintada como un payaso. Prefiero algo sencillo, que no se note. Por último, me calcé unas sandalias de tacón que se atan al tobillo y guardé lo imprescindible en el bolso; es decir, el móvil, un poco de dinero, clínex, brillo de labios y polvos para retocarme por si acaso. En conclusión, el microbolso que llevaba parecía que iba a reventar pero no quería llevar uno más grande para que luego me estorbase, y todavía faltaba meter las llaves de casa.

Una vez lista, me dirigí hacia la casa de Cassie que vive dos calles más abajo. Toqué el timbre y me abrió mi amiga.

-Vaya, vaya- dije mientras ella giraba sobre sí misma para que la viera. Llevaba el vestido rojo corto súper ajustado con unos zapatos negros de unos 10 cm. Por el contrario, mi vestido era suelto. Solo se ajustaba un poco a la cintura.

-Tú también estas muy guapa - me dijo.- Esta noche vas a arrasar. Ya verás.

- ¿Nos vamos?

-Sí, espera que llamo a Alex y vamos en su coche. Hoy vino a cenar. ¡¡Alex!!-gritó a dentro de su casa. -¡¡¡Venga, vámonos!!!

Su novio salió y nos metimos en su coche. En diez minutos llegamos al embarcadero. Estaba repleto de chicos y chicas de entre 13 y 25 años. Este año iban a poner dos barcos. Uno para los chicos de 13 a 17 años y otro para los de 18 a 25. Este año se decidió así para evitar que los pequeños se colaran y tomasen alcohol.

Hacía muy buena temperatura. Nos dirigimos al barco más grande y allí nos encontramos a alguno de nuestros amigos. Estaban Alice, Marcus, Samantha, Diana y Jackson. Nos pusimos a la cola para entrar. Había mucha gente, más que otros años. Cuando fue nuestro turno Cassie entregó nuestras entradas y subimos. Nos acomodamos en una mesa. Estaba tan emocionada que dije:

- Bueno, ¿qué queréis tomar? Invito yo la primera ronda.

- Yo una cerveza - dijo Jackson.

- A mí me traes un Cosmopolitan- dijo Cassie y todos se empezaron a reír.

Uno a uno fue pidiendo.

- Muy bien, ahora os las traigo.

Me acerqué a la barra, estaba llena de gente. El barco empezó a moverse y la música comenzó a sonar. Levanté la mano y la agité para que el camarero me viera. Pasados unos tres minutos me atendió. Estaba esperando a que me pusiera todas las bebidas que había pedido cuando alguien me agarró por el hombro.

- Anne, ¿qué haces aquí?

El pulso se me aceleró. Me fui dando la vuelta lentamente, no sabía con quien me iba a encontrar. Mis ojos ascendieron por su cuerpo. Llevaba una camisa blanca y unos vaqueros que le quedaban estupendamente. El olor de su colonia inundó mi alrededor. Olía increíblemente bien.

- Nathan,... has venido. - dije.

- Si, creía que tú no ibas a venir.

- Al principio no iba a venir pero luego me lo pensé mejor y dije: ¿Cómo me voy a perder esta fiesta? Y aquí estoy.

- Señorita, sus bebidas.- dijo el camarero detrás de mí.

Me giré y las recogí como pude.

- Espera, que te ayudo. - dijo Nathan cogiéndome algunas de las bebidas.

- Gracias. Es allí en la mesa de la esquina.

Llegamos a la mesa y colocamos las bebidas en ella para que cada uno cogiera la suya. Cassie me guiñó un ojo y movía la cabeza en dirección a Nathan. Parecía que tenía un tic.

- Os presento a Nathan es mi vecino nuevo- dije cuando todos no paraban de mirarlo.

- Hola Nathan- contestaron mis amigos al unísono. Después continuaron con sus respectivas conversaciones.

- ¿Has venido sólo? - le pregunté.

- No, he quedado con un par de amigos. Mira ahí están. ¡He chicos aquí! - dijo mientras levantaba la mano para que lo vieran.

Dos chicos de metro ochenta y cinco más o menos se acercaron a nosotros. Uno de ellos era rubio y tenía un pendiente en la oreja. El otro era moreno como Nathan y llevaba a una chica rubia y súper guapa de la mano. Supuse que era su novia porque ella se abrazaba mucho a su brazo.

- Hey Nate! - dijo el rubio mientras se chocaba los puños con Nathan.

- Que pasa chicos. ¿Dónde os habíais metido?

- No encontrábamos a Chloe. - dijo el moreno.

Después sus miradas se dirigieron a mi pues nos habíamos apartado un poco de mis amigos y parecía que estábamos juntos. Al ver sus caras, que probablemente estuvieran pensando cosas que no eran, decidí presentarme.

- Hola, yo soy Anne la vecina de Nathan.

- Que hay guapa!- dijo el rubio. - Yo soy Jase el mejor amigo de tu vecino, jeje.

- Jase - dijo Nathan como reprendiéndole. Éste levanto las manos en modo de defensa.

- Mike, encantado y ésta es mi chica Chloe.-dijo el moreno.

Asentí con la cabeza mientras sonreía. Parecían gente muy maja.

La música paró y dio paso a un anunció.

Damas y caballeros!! Ya podéis ir a recoger los farolillos y escribiiiiiiiiiiir vuestros deseos que esperamos que se os cuuuuuuuuuumplan. Por favor, hacerlo de forma ordenada y no empujéis. Hay de sobra para todos!!!!!!!!!

Nos dirigimos todos a las mesas para coger un papel y escribir nuestro deseo. Cassie se puso a mi lado a escribirlo y de vez en cuando ojeaba por encima de mi hombro para ver que había escrito yo.

- Cass!!! No mires!!!!!!!!- le dije a mi amiga.

- Vale, vale. Está bien. - dijo riéndose.

Terminé de escribir mi deseo. Solo iba a pedir uno porque es lo único que quiero en este momento, que me encuentren un hígado compatible y curarme. Lo doblé y pasé a la mesa donde repartían los farolillos. Cuando todos mis amigos tuvieron uno subimos a la cubierta del barco y cogimos un buen sitio al lado de las barandillas. Pegamos cada uno nuestros deseos en los farolillos y esperamos a que comenzase la cuenta a tras para encenderlos.

10, 9, 8,-gritaba toda la gente-,7, 6, 5, 4, 3, 2, 1...

Cientos de farolillos empezaron a ascender por encima de nuestras cabezas. Encendí el mío y lo lancé, no volaba. Lo intenté otra vez. Nada, volvía a bajar. Lo pillaba antes de que callera al mar.

-Espera! Deja que te ayude - dijo una voz detrás mío. Esta vez supe quien era sin darme la vuelta.

La mano de Nathan cogió mi mano y juntos lanzamos el farolillo. Ahora sí que volaba. El momento fue mágico. Duró como cinco segundos pero para mí fue como si se parase el tiempo.

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