Capítulo 2: Camila/ Escapar.

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Mi cabeza inquieta y llena de temores reposaba sobre el vidrio del asiento trasero del coche. Sofi se había despertado hacía unos minutos y me miró con aquellos ojos insaciables y confusos. Padre le dejó creer que estábamos yendo a buscar a Lauren, algo que no pude perdonarle. Tan solo ver los ojitos de mi hermana resplandecer, se me encogió el corazón como si alguien me lo hubiera arrancado y aún latiendo, depositado en la palma de la mano.

El traqueteo de las ruedas sobre el camino mal asfaltado provocaba que pegara saltos en el asiento, revolviéndome inquieta y posando mi mirada furiosa sobre Padre. Quizá fuera inútil discutir con mis padres pero aún tenía la posibilidad de convencer a Greta... Y eso me propuse, preparándome mentalmente para arremeter contra la tristeza que el viaje le provocaba. Me acomodé en el asiento, despegándome un poco de Sofi y carraspeé para atraer su atención. Ella iba adelante junto a Padre dado que mi hermana se había largado a llorar al despertar y Madre se pasó atrás para tranquilizarla y ubicarla sobre sus rodillas.

- Greta, ¿Qué planes tienes al llegar a la casa de tus tíos? –Ella posó la vista en el retrovisor, frunciendo ligeramente el ceño.

- Los mismos planes que tú –Su respuesta fue cortante; no parecía querer indagar más al respecto y aproveché aquella debilidad a mi favor.

- Bueno, entonces podríamos detenernos aquí e ir en busca de tu familia ya que no tengo muchos otros planes en mente –Padre lanzó un resoplido indicando que zanjara la conversación.

- No podemos. Tenemos que asegurarnos la seguridad primero... -No sonaba muy convencida, de hecho la duda calaba de sus palabras.

- Y ¿Quién los asegura a ellos? –Hablé lentamente para que la oración se clavara en su mente como una cuchilla que va recorriendo cada nervio hasta llegar al central y lograr el cortocircuito.

- Hija, ahora no –Madre me miró suplicante.

- Edward podrá cuidarlos, yo sé que... Necesito creerlo –Se desplomó sobre el asiento dando claras señales de agotamiento. Alejandro estuvo a punto de posar una mano sobre su rodilla pero se contuvo por algún extraño motivo.

- Yo también necesito creer que están vivos, escondidos en algún lugar pero mis deseos por muy grandes y fuertes que aparentan, no me aseguran nada –Apreté la garganta para no desplomarme y largarme a llorar. El solo pensamiento de inseguridad hacía que el nudo en el pecho reapareciera.

- Mija, por favor –Sinu cogió mi mano con fuerza. Ya no parecía una súplica, más bien mis palabras la iban quemando por dentro como una inmensa llamarada dispuesta a reducirla a polvo. Por eso mismo que yo sentía, necesitaba continuar.

- Yo sé que tienen miedo, dejen de pretender que nada ocurrió solo por su maldito orgullo. ¡Joder...! –Pero la oración se vio interrumpida cuando Padre frenó repentinamente y casi salgo disparada hacia el exterior.

- ¿Qué fue eso? –Madre se aferró a la puerta, sosteniendo a Sofi que nos miraba asustada.

- La ruta está cortada –Las palabras de Alejandro salieron con dificultad, entrecortadas mientras mi mirada iba tomando la dirección de sus ojos.

¿Fuego? ¿Por qué diablos habrían prendido fuego en medio de la ruta? Sentí un mal presagio provocando que mi estómago se revolviera.

Cuando Padre pudo reaccionar, tomó el volante y apretando el pedal dio marcha atrás.

- Será mejor que nos larguemos de aquí...

- ¡No, espera! Es el único modo de llegar a Bristol. No hay otro camino –La voz de la señora Williams sonaba furiosa, sin señal de tener miedo como todos los demás.

- Encontraremos otra... ¡Diablos, no! –Greta metió mano al volante y lo giró haciendo que el coche perdiera el control y girara sobre sí mismo. Padre no tuvo otra opción que pisar el freno. Todos nos quedamos estupefactos incluyéndola a ella, que ahora nos miraba con espanto.

- Yo... lo siento, no quise... -Y sin más preámbulos se largó a llorar. Era la primera vez que la veía descargarse de ese modo desde que huimos. Hasta entonces se había guardado para sí todo el dolor y la angustia que albergaba en su interior. Se cubrió la cara avergonzada de que la viéramos débil y asustada.

Instantáneamente me estiré para posar una mano sobre su hombro. Padre suspiró y arrancó el auto para alejarse de allí lo antes posible. Parecía terriblemente enojado porque apenas le dirigió una mirada escueta. ¡Por Dios! ¿Acaso no tenía sentimientos? La mujer prácticamente se desplomó a su lado mientras el pecho subía y bajaba con violencia ante los espasmos del llanto.

El ambiente tenso se mantuvo en un silencio sepulcral mientras rehacíamos la ruta por el lado contrario. Pensé que nadie iba a cortar la incómoda situación hasta que Padre lanzó una maldición por lo bajo.

- Y ¿Ahora qué? –Madre lo miró por encima del hombro.

- Nos quedamos sin gasolina.

Un alivio inexplicable comenzó a recorrerme por dentro, sabiendo que eso solo significaba una cosa: No podríamos ir a Bristol. Tendríamos que buscar a la familia de Lauren. Sí.

Cerré los ojos, permitiendo que asomara una pequeña sonrisa de victoria por mi rostro.


Un amor en tiempos de guerra {PARTE DOS}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora