Belial sonrió burlón.

—No irás a decir que planeas venir con nosotros, ¿verdad?

—Hice una promesa.

Levanté inconscientemente la mirada y la clavé en Vassago, agradeciendo que el demonio no me estuviera mirando cuando me di cuenta de lo que hacía y solo la desvié cuando sentí fija en mí los venenosos ojos de Eisheth. Era evidente que se estaba haciendo muchas preguntas y era aún más obvio que no tenía el valor de formularlas.

—¿Una promesa?

Volví a mirar a los dos amigos. Belial parecía incrédulo.

—Tú decidiste por mí cuando te la llevaste.

—A Alis.

—Sí.

—Estás de broma, ¿verdad?

—En absoluto.

Los ojos de Belial llamearon furiosos.

—Parece que últimamente suceden demasiadas cosas absurdas.

—Tienes muy poco tiempo, Belial, ¿cuanto puedes permitirte desperdiciar? Sólo te concedo libertad en ese tiempo. Si no sales antes, no saldrás jamás.

Por un leve instante creí que Belial se abalanzaría contra el impasible Vassago, pero se limitó a pasar por su lado y sonreírle cruelmente.

—¡Qué miedo! —Aunque las palabras pretendían ser burlonas, el tono con el que Belial las había pronunciado daba escalofríos—, ahora si su Alteza me lo permite...

Hizo una reverencia digna de admiración, sin apartar la mirada desafiante de los ojos grises de su amigo y sin borrar la sonrisa burlona que adornaba su hermoso rostro, comenzó a caminar, aceptando la compañía de Eisheth a su lado.

—Alis.

Asentí con la cabeza a Arioch y comencé a caminar a su lado.

No sabía a donde querían ir y simplemente no me importaba, incluso si planeaban visitar una cueva a cuarenta grados, sólo me quería alejar. En realidad sólo quería desaparecer, chasquear los dedos y volver a mi mundo al menos. En meses sólo había deseado estar donde me encontraba y con quien estaba y sólo había tardado unos segundos en querer volver y olvidarme de todo.

Sólo quería un tiempo para estar sola y pensar, necesitaba poner las ideas claras, en orden, o simplemente hundir la cabeza en mi almohada y fingir que nada de aquello había sucedido. Simplemente no quería pensar, no quería enfrentarme a lo que acababa de ocurrir; me importaba poco el por qué había ocurrido aquello, si era normal o no, sólo quería retroceder en el tiempo y mantener la boca callada o simplemente...

—Ciertamente tienes que estar muy... enamorada para no darte cuenta que estoy a tu lado.

Me giré bruscamente, sorprendida y noté —también lo escuché—, como algún tendón del cuello crujía.

—Belial —El demonio caminaba a mi lado y me sorprendí de no encontrarme al lado de Arioch. ¿Cuándo lo había soltado? No me atreví a mirar a mi espalda para comprobar donde se encontraba Arioch; percibía la esencia de Vassago demasiado cerca de mí como para tener el valor de hacerlo—. Y ya he dicho que no estoy enamorada.

—Por supuesto.

Respiré con fuerza, irritada por el tono condescendiente e incrédulo del demonio.

—He dicho que no...

—¿Y cuándo comenzó todo?

Me giré de nuevo para volver a mirar a Belial. Su belleza seguía siendo igual de irreal, su penetrante mirada y su sonrisa burlona. Noté como se me encogía el estómago y aparté la cabeza. Ahora que ya no me quedaba nada de la rabia del reencuentro, no podía negar que ese sentimiento que había tenido desde que lo había conocido seguía allí; ya no tan apremiante como si me fuera a tragar un agujero negro, pero seguía allí. ¡Lo que yo decía! ¿Qué era eso de amar como un demonio? ¡Já! Já... ¿Dónde podía enterrar la cabeza de una vez?

Desire (Silence 2)Where stories live. Discover now