Capítulo I - Noche número 0.

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(En la foto multimedia, Emma)

Ciertamente si me preguntáis por qué decidí dejar mi cómoda y monetariamente exitosa vida en Logroño, La rioja, no tendría otra respuesta que no fuera: "Quería expandir mi mundo" y es que es totalmente cierto, ahora, si me preguntáis por qué decidí que mi destino fuera Madrid... Pues la respuesta es totalmente incierta.

Quizás fue por cierta envidia a todas las posibilidades que Madrid ofrecía a los capitalinos en comparación a mí rural comunidad, porque venga, que si de futuro hablo en La rioja, me habría pasado la vida intentando llevar la administración del viñedo de mi padre, o me habría pasado gastando grandes cantidades de dinero a diario en las tiendas de Logroño, como mi madre.

Y es que yo, Daniela Dunnet Milla, hija única del matrimonio acomodado de mis padres, quería más, muchísimo más, por eso, en cuanto cumplí 20 años, el único regalo que pedí, fue el dinero necesario para pagar un pasaje a Madrid, y lo suficiente para al menos pagar 2 o 3 meses de alquiler mientras lograba encontrar un trabajo estable. La respuesta fue negativa en un principio, y es que "La hija de papá no podía irse a vivir a un lugar tan peligroso como Madrid y muchísimo menos sola" pero con el tiempo entendió que ni el vino, ni reventar su tarjeta de crédito pondrían una sonrisa en mi cara.

Así es como llegué a la capital, con más dinero del que pedí (Sí, sí, que mis padres eran unos sobreprotectores) y una maleta llena de expectativas.

Unos meses antes de mi partida, encontré vía online un piso que me parecía bastante económico y además era precioso. Si bien debería compartirlo con su dueña, podía imaginarme viviendo en esas habitaciones todas las experiencias que fantaseaba todas las noches antes de quedarme dormida, ¡Pero tranquilos! Que me habia asegurado que la dueña era buena gente, no es que le he aceptado la oferta de frentón.

Su nombre era Emma Rivero, y tenía  21 años, era estudiante de letras y manejaba un Blog bastante reconocido de tendencias de moda que se sustentaba a base de patrocinadores activos. Referente a su apariencia física era realmente despampanante, por lo mismo, al ver el anuncio le he preguntado casi de inmediato cómo llevaba lo de su vida sexual (Que inferí debía ser activísima) pues no quería tener ruidos orgásmicos en mi oído toda la noche si al otro día debía trabajar en la mañana.

Cuando todo estuvo perfectamente pactado, Emma quedo de recogerme en la estación, para llevarme al piso en cuanto llegara a Madrid.

- ¿Dunnet? – Una voz armónica me sorprendió por la espalda.

- ¿Emma? – Pregunté casi por inercia girándome sólo para encontrarme con literalmente una modelo de las pasarelas parisinas de alta costura.

- ¡Te llevo buscando hace media hora tia! ¿Cómo ha estado el viaje? – Me saludó con dos besos, uno en cada mejilla.

- Ha estado cansado, no me gusta mucho viajar sola la verdad ¿Qué hay de ti? – Le pregunté tomando mi maleta para comenzar a seguirle el paso a la despampanante chica que tenía al lado.

- Que sí, que sí, ha sido un buen día hasta hoy, he estado arreglando tu habitación la última semana, me ha quedado monísima.

- Pues gracias – Reí nerviosa.

La conversación se extendió en cosas cotidianas, Emma nunca había visitado La rioja, y muchísimo menos Logroño, por lo que prácticamente fue el único tópico de camino al piso.

Al llegar al edificio, estaba más nerviosa de lo que podía contener, nada más bastó bajar del coche para comenzar a fliparla en colores.

- ¡Eh Emma! – Mi mirada se dirigió a la voz masculina que llamaba a mi compañera de piso.

Por si no me faltaban más cosas para flipar, ahí estaba hasta ahora lo más atractivo que había visto en Madrid (Incluso más que Emma, y con eso ya estaríais flipando) probablemente por su apariencia, era el novio de Emma. ¡Es que estaba segurísima! ¿Cómo saldrían los hijos de esa magnífica combinación? El tío era alto, de pelo castaño algo claro, y unas facciones que realmente poco le faltaban para ser perfectas.

- Ruben, tio ¿Qué haces aquí? – Emma  dijo un tanto enojada, quebrando mi fantasía del noviazgo completamente. ¿Quizás era su ex novio? Sí, sí eso debía ser. Mi mente comenzó a fantasear esa hipótesis instantáneamente.

- Estaba pasando por aquí y bueno, ya sabes – Le comentó con una sonrisa maliciosa. La fantasía del ex novio se forjaba con más fuerza en mi mente.

- ¿Me ves cara de estúpida? Tú piso está a 30 minutos de acá, tú vienes a por este ejemplar – Emma me apuntó – Pero no, no, no, cabrón, con ella no - ¿Yo?, alcé una ceja.

- ¡¿Qué?! Ostia, qué mal pensada eres tia – El tio se descojonó.

- Daniela, este gilipollas es Rubén, el mejor amigo de mi chico, y para mi mala suerte, mío también.

- Un gusto, Daniela – El tio me miró fijamente, probablemente esperando una respuesta, pero por alguna extraña razón, de mi boca no salió nada, produciendo uno de los silencios más incómodos que he experimentado en mi corta vida - ¿Qué? ¿Es muda? – Preguntó Rubén a Emma para romper el hielo.

- Vete ya, gilipollas, le enseñaré el piso a Daniela – Emma se adentró al edificio, ocasionando que le siguiera como un pequeño pato a su madre.

- ¡Nos vemos a la noche! – Gritó descojonándose el castaño.

365 noches en Madrid. (Rubius)Where stories live. Discover now