ADAM'S POV

Dr. Lic. Medicina General y Psiquiatría Sheldon Anderson.

La reluciente placa plateada que figuraba sobre el escritorio del mismo hombre que había visto durante dos años no me parecía extraña a estas alturas, reconocía los rayones nuevos, los viejos, cada visita que hacía, siempre tenía dos o tres más, había perdido la cuenta después de los cien.

¿Ha tomado el medicamento para los mareos? ¿Sientes algún cambio? ¿Qué haces? ¿Sigues aislado? ¿Quién es Emily...?

― ¿Y, quién es Emily? ― Sheldon no levantaba la mirada de su libreta de notas― ¿es alguna chica qué conociste? ¿Una dama de compañía? ¿Alguna amiga?

―Vive en casa, conmigo.

Sheldon levantó la vista y por fin enfocó sus azules ojos en mí.

―Cuando te pregunté quienes vivían o frecuentaban tu casa me respondiste― le dio la vuelta a la hoja― dos chicas del aseo, una ama de llaves, un jardinero, y dos guardaespaldas, no mencionaste a ninguna Emily.

―Tal vez no quería hablarte sobre ella. ¿Qué más da que sea una o dos personas más en casa?

―Es importante que sepamos a quienes estamos incluyendo en nuestros espacios personales, en nuestros lugares seguros...

El reloj marco las 13:00 y oficialmente mi hora de terapia había terminado; me levanté, y sin disculparme o despedirme, abrí la puerta, salí e ignoré a la secretaria que intentaba agendar mi siguiente cita.

―Llévame a casa―le ordené a Alfred.

― ¿Pasó algo?

―No te interesa, conduce.

(...)

Subí las escaleras de la entrada y me dirigí a la biblioteca; esperaba que Emily estuviera ahí, quería verla, pero para mi inesperada sorpresa, me encontré solo con los estantes de hojas impresas y cubiertas de diferentes materiales.

― ¿Sabes dónde está Emily? ―Marissa dio un respingo―, no quería asustarte, lo siento.

―Está en el jardín con Drew.

Asentí.

―Avísale, que estaré en el gimnasio, puede ir si necesita algo.― o simplemente puede ir si quiere.

Por alguna extraña razón, quería volver a sentirlo, quería que sus manos volvieran a tocar mi piel para sentir esa cercanía que extrañaba tanto. Pero qué tipo tan raro sería pidiéndole que solamente me tocase, así como así. Tenía que buscar la forma en que lo hiciera de una forma que ella pudiera verlo normal sin tener que explicarle para que era.

Me dirigí al pequeño gimnasio que existía en el jardín, entre aquellas paredes de cristal esperé por Emily, una, dos, tres horas, pronto me vi envuelto en una serie de ejercicios que me sumió a no pensar en nada.

(...)

― Adam... oh, oh, lo siento, ¡lo siento!― Emily sé cubrió los ojos y me dio la espalda en un periodo de tiempo estúpidamente pequeño, su voz apenas me había llegado a los oídos.

Me quite el audífono derecho, tomé mi camisa de la caminadora y la pase por mis hombros.

―Lamento que hayas visto eso, puedes descubrirte los ojos―Emily se giró de nuevo, y se quitó las manos poco a poco―, ¿qué necesitabas?

― ¿Podrías prestarme una camisa tuya que ya no uses?

Fruncí el entrecejo mientras dejaba salir una risa amarga, decía las cosas mas extrañas en los momentos más extraños, pero no parecía ser una broma por la expresión que me devolvió.

― ¿Para qué? ― tenía la intriga muy carcomida en mi sonrisa.

―Pues... ¿es un no?

―Necesito saber para qué quieres una camisa mía― entrecerré los ojos― ¿acaso quieres hacer algún tipo de brujería? ¿o sigues soñando conmigo? ― avancé un par de pasos hacia ella, desvió la mirada al jardín y torció una sonrisa, casi tomando en cuenta lo que le había dicho.

―Sólo quiero... ― seguí acortando la distancia―, Drew me ha regalado unas pinturas, y no quiero manchar la ropa que me compraste― sonrió y siguió― Drew salió con Marissa a hacer compras, y quería aprovechar el tiempo para entretenerme en algo que me gusta...

Emily seguía con la mirada enfocada completamente al jardín, evitaba a toda costa el siquiera pensar en el contacto visual, retiré la camisa de mi torso nuevamente y pasándola por encima de su cabeza y acomodándola por su cintura le jalé hacia mí, sus manos amortiguaron el golpe de su cara contra mi pecho. Y ahí estaba, la revoltura de sensaciones.

―Más te vale no hacer algo extraño con ella.―Ladee mi cabeza en un intento de búsqueda de su mirada, la cual estaba posada sobre sus finos dedos.

Dejo su mirada plantada sobre sus manos un poco más antes de golpear mi mano y zafarse de la poca distancia que me separaba de ella. Me miró con una sonrisa desafiante antes de volver a su usual tranquilidad.

― ¿La quieres o no? No pienso buscar entre mi ropa algo más viejo que esto.

―Gracias. ― acto seguido arrebato la camisa de entre mis dedos y se la llevó.―Pensé que no te podía tocar porque se me haría hábito.

Se dirigió a las puertas cristalinas y salió disparada en dirección a la puerta de la cocina. Sonreí con su imagen entrando al gimnasio y sonrojándose; el atrevimiento que tuve fue la cosa más horrible que había hecho en más de 28 años de mi existencia, pero por primera vez en mucho tiempo, no me arrepentía.

Quizá tenía otros planes para ti, Emily.

ADAM - en edición.Kde žijí příběhy. Začni objevovat