❝MY SWEET OMEGA · LARRY❞

Prólogo

Louis William Tomlinson supo que raza pertenecía, cual sería la rama a la que tendría que apoyar a la edad de quince años como era común, estuvo apunto de morir. De felicidad, felicidad y emoción pura con un toque amargo de tristeza.

—¿Un jodido omega, Johannah? —Troy escupe al llegar en casa, tirando del brazo de Louis hasta la sala de estar.

Louis, quien con los ojos cristalizados escucha cada hiriente palabra soltada por su padre, siente que su corazón se quiebra y grita buscando acallar los gritos despiadados que lastiman como dagas clavándose profundamente en su piel.   

—¡Suéltalo, Troy, llamare a la policía si no le dejas! —grita Jay en defensa de su hijo, alzándose y buscando parecer imponente.    

—¡Paren por favor! —encontrando voz para gritar, él omega varón se suelta del agarre de su padre al cogerlo desprevenido y corre hasta colocarse frente a su madre, protegiéndola de la mano que se dirigía hacia su mejilla con fuerza descomunal.    

Cuando la mano golpea su mejilla y le empuja a su derecha directo al suelo, siente su piel escocer de dolor.

—¡Eres un maldito! —chilla la omega horrorizada tirándose de rodillas al lado de su hijo y llevando su cuerpo flacucho a su pecho, buscando calmarle con los latidos de su corazón.

Desde ese momento las cosas, en un punto fueron en cuesta bajo.

Troy se vio furioso al no tener un digno heredero de su emporio; tiendas dedicadas y centradas en vender finos trajes a alfas de poder.

No confiando en su propio hijo, catalogado como un omega débil y no capaz de tal tarea, se ve cometiendo errores catastróficos que le envían directo a la quiebra.

—Quiero el divorcio.

Eso fue el principio del caos.

—Quiero la patria potestad de Louis.    

Eso detono la bomba.

—Louis irá conmigo, soy su madre, tú no le quieres.

Lamentablemente, la ley estaba a favor del alfa.

Lamentablemente Louis se vio yendo con el ser cruel que era su padre.

—Louis, prepárate, tenemos invitados.  

Supo que algo no andaba bien desde el momento que su padre llego a casa y hablo con un brillo malicioso y de falsa ternura en su voz.

Supo que algo no andaba mal cuando su padre le obligo a portar sus mejores prendas, pegadas a su piel como sanguijuelas.

Corroboro que algo no andaba bien cuando escucho que era una subasta.

—El último producto de la noche, mi primogénito Louis, un omega de raza pura, virgen y 18 años de edad.

Vio con horror a las personas en la sala, les vio mirándole con hambre característica de un alfa y tembló, escalofríos recorriendo cada rincón de su cuerpo. 

Estaba acabado, sin salvación.