Capítulo 18.

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Capítulo 18.





Narra Peter.

—Peter, ¿que dices? —dijo Edmund alterado.

—Es mi decisión —dije firme aunque por dentro estaba más que asustado

—Peter, no puedes, no puedes hablar enserio —habló Caspian igual que Edmund.

—Se lo que hago —dije tajante—. ¿Aceptas?

Estuvo unos segundos meditándolo

—Bienvenido al castillo de hielo, querido Peter —contestó con una sonrisa—, acepto tu trato.

Miré a mis hermanos.

—Os quiero mucho, dales un beso a nuestros padres —les di un abrazo y me separé para mirar a Caspian—. Ha sido un placer combatir contigo, amigo.

Le extendí la mano pero Caspian no me la estrechó.

—No Peter, no puedes hacer esto —dijo asustado intentando hacerme entrar en razón.

—Tengo que hacerlo —dije decidido—, por favor, dile a ____ que la quiero.

Caminé con paso firme, a mitad de camino me paré y me di la vuelta para ver por última vez a mi amigo y mis hermanos.

—Ahora tu turno —le dije a Jadis antes de llegar a su lado—, entrégales a Eustace.

—Soltadle —ordenó Jadis y el enano cortó las cuerdas que tenían amarrado a mi primo.

Cuando se liberó por completo salió corriendo hacía mis hermanas y Lucy le dio un abrazo.

Mientras tanto...

Narra ___:

Estábamos Jason y yo sentados en una roca que quedaba justo al frente del castillo.

—¿No crees que llevan mucho tiempo ahí dentro? —pregunté algo preocupada, con un nudo en la garganta que no podía quitar.

—Te iba a preguntar lo mismo —me respondió—, será mejor que nos acerquemos.

Nos fuimos acercando y cuando estábamos al lado le dije a un centauro que me aupara para ver lo que pasaba a través de la ventana.

Llegaba de puntillas, me asomé y vi a Peter acercándose a la Bruja y a un enano desatando a un niño rubio que corrió hacia Lucy, Susan, Ed y Caspian.

—Creo que debemos entrar —dije asustada.

—¿Qué has visto? —preguntó Jason agarrándome de los hombros.

—¡No hay tiempo! —le grité—, ¡vamos!

Todos los soldados que habían venido entraron al castillo abriendo las puertas de par en par. Salió una manada de lobos pero un centauro les derribó con su hacha de una estocada.

Jason y yo nos posicionamos al frente de los soldados. Apuntamos con las armas a La Bruja blanca, y raramente Peter estaba a su lado.

—Ríndete, bruja.

—Pero mirar a quien tenemos aquí —dijo con gracia—, los queridos hermanos Groover, bienvenidos.

—Oh, venga ya, no te hagas la buena —le dije algo fastidiada.

—Querida, eres de lo que no hay, que insoportable —dijo con asco en su voz.

Observé el lugar y vi que Peter aún seguía ahí. Así que pensé que le tendría retenido.

—Suelta a Peter, bruja —la volví a apuntar con mi espada.

—Oh, verás querida, Peter se ha sacrificado por salvar Narnia —me quedé petrificada al escuchar las palabras de la bruja—. Heróico ¿no crees?

Miré hacia los demás y vi que Lucy y Susan estaban llorando y Ed y Caspian tenían los ojos llorosos. No podía ser, no, no por favor.

Miré a Peter a los ojos, yo estaba a punto de llorar. Ya tenía los ojos rojos.

—Peter —pronuncié con un hilo de voz mientras se me aguaban los ojos y el nudo de la garganta se hacía todavía más grande.

—Tranquila —me miró con cariño, pero detrás había tristeza y miedo.

—Bueno, basta ya —dijo la bruja provocando que todos la mirasen—.  Ernald, encadena a Peter, y vosotros, marchaos.

El enano fue con las cadenas y Peter puso las manos, pero no lo iba a permitir, no mientras siga viva.

—¡No! —grité y lancé la daga que llevaba guardada en la bota derecha por si algo malo pasaba, y este era un buen momento para utilizarla.

La lancé de tal modo que dejó las cadenas enganchadas en la daga, y la daga clavada en la pared.

—Peter, ¡corre!

Salió corriendo.

—¡No! ¡Detenles! —gritó la bruja Blanca.

Pero antes de que su manada de lobos y más súbditos pudiesen ir a luchar, los soldados que venían con Jason y conmigo saltaron hacia los lobos. La bruja Blanca maldijo y sacó sus dos espadas tan afiladas que podía cortarte la cabeza de una estocada.

Susan, Lucy, Ed, Caspian y Peter, ya con su espada, se posicionaron a nuestro lado.

—Tenemos que hablar —le dije a Peter con cara de pocos amigos.

—Luego habláis, tenemos cosas más importantes que solucionar, por si no te habías dado cuenta —me dijo Ed con sarcasmo.

—Tienes razón. Caspian, ¿Cuál es el plan?

—Atacar a la bruja todos juntos —dijo, pero en ese momento un grupo de 3 minotauros y 2 osos polares se enzarzaron en la pelea, y no de nuestro lado—. Susan, y Edmund ir a ayudar a los centauros contra los minotauros, Jason y Lucy, ir a ayudar a los a los guepardos contra los 2 osos polares —asintieron y se fueron—.  Nosotros lucharemos contra la Bruja Blanca —dijo refiriéndose a Peter, a él y a mí.

—Vamos a ello —dije yo y los tres nos dimos la vuelta y corrimos en dirección de la bruja blanca.

Caspian dio el primer golpe, pero ella lo evitó con facilidad. Luego Peter la dio un golpe más fuerte que hizo que perdiese el equilibrio y tuviera que echarse a un lado y bajar una de sus espadas, y yo aproveché para darle un golpe en su mano y hacer que perdiese la otra espada, que cayó al suelo y fue pisada por un mino tauro. Y esa espada se perdió entre la pelea de Susan y Edmund contra los minotauros.

Todo parecía salir bien, pero la bruja se recompuso y nos apuntó con su otra espada, que aunque solo tenga una corremos la misma suerte de salir mal parados de aquella batalla.

Seguimos luchando, dándolo todo para poder vencer a este viejo enemigo de Narnia.


Narnia: El Retorno Helado. Peter Pevensie (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora