Quizá caer al hielo no sería tan malo, podría estar completamente congelado o quizá si tenía agua debajo de la capa gruesa de hielo, a final de cuentas, ya una ves tuve la mala fortuna de nadar en agua congelada. Hasta que Ethan me salvó. Ethan, debía verlo otra vez, me salvó de Nathan. 

Al haber soltado la rama pude balancearme solo lo suficiente hacia las rocas cubiertas de nieve en la orilla del acantilado, sentí un golpe en mis costillas, lo suficiente para sacarme el aire por completo y dejarme atónita. Mi cuerpo yacía inmovil sobre las piedras, solo podía ver al cielo negro, la luna aún brillando como nunca. 

Asomé un poco la mirada hacia abajo, aún no llegaba a piso, estaba cerca, pero si decidiera brincar, terminaría con algunos huesos rotos. 

¿¡Huesos rotos!? Acabamos de caer de suficientes metros de altura, ni loca harás lo mismo, te quedarás justo en donde estás, prefiero morir aquí. 

Amelie, creo que ya no te extraño.

Muy chistosa, ¿Quién se quedará con Ethan si morimos? Él es nuestro, Khalan es mío, no podemos morir así. 

¿Khalan? ¿Quién es ¿el?

Es su lobo, aún no hemos podido conectarnos, no nos haz dejado, en cuanto aceptes a Ethan como nuestro, todo él lo será, por tanto Khalan y yo estaremos conectados. Nuestras vidas dependerán de ellos.

Y las vidas de ellos, dependerán de nosotras. 

Muy a lo lejos, arriba del acantilado pude ver la silueta de una persona. Un hombre. No podía distinguir sus ojos ni ropa.

-¿Ethan?- solo una pequeña parte de mi esperaba que fuera él, que me saque del lío en el que me he metido, por favor que sea él. 

Ni con la luz de la luna podía verlo bien, hasta que sus ojos y boca brillaron y un fuerte grito escapó de sus labios, tan poderoso que mis propios tímpanos quisieron explotar. La fría brisa del invierno que antes soplaba se detuvo, la nieve que caía simplemente se congeló en el aire, mis pensamientos se borraron. Era como si el mundo entero si hubiera detenido, solo por unos segundos sentí calma, mi corazón podía palpitar más tranquilo. 

La silueta del hombre pronto se convirtió en humo, su grito resonaba aún en lo más profundo de mi cabeza pero ya no era una molestia, sino como un simple sonido que formaba parte del aire. El humo que antes veía en la cima del acantilado bajaba lentamente hacia donde yo estaba, podría jurar sentir su tacto en mi piel, cubriendo cada parte de mi cuerpo que ahora era humano, ni cuenta me había dado de mi transformación. Mis dedos antes fríos y cubiertos de nieve ahora no eran visibles, el humo formaba parte de mi, entonces la sensación de la nieve contra mi piel había desaparecido. Mis piernas y brazos flotaron en el aire, entonces noté que el humo era más bien parecido a la neblina, gris pero húmeda y fresca, de alguna manera todo mi cuerpo estaba elevándose en el aire, como si nunca me hubiera caído del acantilado, estaba regresando a donde mismo. 

Mis pies fueron los primeros en tocar la nieve en la cima, después mis rodillas y por último mis manos. Estaba de rodillas frente a un par de botas negras, pantalones ajustados, camisa blanca de manga corta, su piel morena se veía arrugada, dos bolsas moradas bajo sus ojos, cejas pobladas y poco cabello con canas en su cabeza. Pero algo en él resaltaba de todo lo demás, sus ojos. Tan azul claro que parecían más bien blancos, era imposible no verlos y quedar hipnotizada ante ellos, no me sentía en peligro, tampoco pensaba en el hecho de que no tenía mi ropa. Nada importaba. 

-No todos los días se ve a una loba brincar de un acantilado, dos veces- dijo lo último señalando al lago congelado bajo nosotros. La neblina aún cubría mi cuerpo, quise con mis brazos tapar cualquier visión posible de mi piel. La luna parecía brillar menos que antes, toda la luz que me cegaba simplemente desapareció, convirtiéndose en una noche común y corriente. 

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⏰ Última actualización: Nov 28, 2023 ⏰

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