Prólogo

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1997 8 de enero

La luna estaba en su punto más alto aquella noche; la luz blanca de esta iluminaba el pequeño pueblo que no era más que un conjunto de casas separadas por un río que nacía en las montañas próximas. La ribera donde se asentaba ese "poblado" llevaba por nombre BrokeValley.

Nadie sabía el porque o el cuándo, pero desde hacía siglos habían ocurrido hechos que no se acercaban a la realidad de una comunidad estadounidense y esa noche era una de ellas. Una brisa tormentosa movía las hojas de los árboles del vecindario más pobre. La casa de la esquina derecha brillaba recién pintada por la acción de la luna. En una de las ventanas de la azotea podías apreciar un viejo telescopio que señalaba al cielo y lo hacía un poco más real, más alcanzable.

Dentro de ella una mujer acunaba a su hija recién nacida mientras que el padre miraba por la ventana buscando la sombra oscura que perseguía su mísera existencia.

Recordaba de pequeño las desgracias que había sufrido: huérfano, pobre y sin nadie que lo quisiese. A su adolescencia un rayo de luz lo distrajo por uno años de su destino, Angela era su musa y la que lo ánimo a vivir sin miedo llevándolo hasta esa noche.

La niña miraba a su madre con una expresión de reconocimiento y su padre, asustado, intentaba relajarse observando la pura belleza de su obra.

-Estará bien Arthur_intentó consolarlo_. Es fuerte...lo noto.

Él apretó sus manos con un gesto nervioso mientras miraba las estrellas.

- Tengo miedo cariño,... no puedo evitarlo— suspiró frustrado —. Si le pasará algo sería mi culpa. La suerte nunca ha estado de mi lado.

- Tú eres su padre, la protegerás y no dejarás que nadie le haga daño. Tu le diste la vida y mereces disfrutar de ella.

- Yo no... Ella es la que merece todo lo que su padre no tuvo.

La noche se hizo más fuerte y la mísera vela que daba color a la habitación de los padres primerizos fue atrapada entre la oscuridad. En esos momentos la única luz era la de las estrellas que miraban impasibles la obra de dos miseros humanos.

¡Que equivocadas estaban! Esos seres milenarios no entendía el poder que recaía sobre ella. Aquella niña sería su única esperanza o en el peor de los casos la responsable de su caída.

- ¿Recuerdas que te dije que en estos días habían ocurrido hechos históricos en lo que se refiere al cosmos? —dijo el padre sin despegar la vista de la ventana rompiendo así el silencio que se había instaurado.

- No puedes pretender que recuerde todo lo que me cuentas mientras que miras ese viejo telescopio. —respondio la mujer, levemente sonrojada.

- Yo escucho todos tus chismes del hospital —contratacó el joven.

- ¡Eso es mentira!— gritó en susurros Angela —. Cuando te conté lo de la boda de Susan no me hiciste ni caso.

- Cariño tu no pierdes nunca. Como mucho empatas.

Su mujer sonrió con suficiencia y le dió un corto beso a su marido.

- ¡Bueno a lo que iba! — dijó Arthur mientras sacudía la cabeza para aclarar las ideas después de ese beso — ...hoy se produjo en las horas próximas al nacimiento de nuestra hija un acercamiento de tres planetas.

» Para que me entiendas, puedo asegurarte que si miró ahora desde ese "viejo telescopio" podré observar una perfecta fila.

- En ese caso, nuestra hija tendrá tres soldados más a su disposición — un atisbo de sonrisa inundó al joven al escuchar esas palabras —Ahora, mi general, lleve a su reina a la cama que se encuentra realmente cansada.

- ¡A sus ordenes!— sonrió de lado mientras levantaba la mano y la colocaba en su frente para seguidamente hacerla descender rápidamente.

Angela no pudo evitar reir ante las estupideces de su esposo mientras esté la levantaba en sus brazos y la llevaba "delicadamente" a su cama.

Lejos de ese pequeño piso, propiedad de dos jóvenes enamorados, en la otra punta del pueblo nacieron dos mellizos que no sabían de la existencia del fenómeno y por desgracia eran una parte fundamental de ese gran puzle que era el universo.

...

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