Xavier dejó su taza en la mesa, interesado. —¿Es un vampiro?
—No exactamente —respondió Ashley. —El Wolfsbane es una maldición. Se transforma en luna llena, pero si sobrevive a dos lunas llenas, queda atrapado en su forma bestial para siempre. Cuando eso sucede, el Conde lo reclama como su perro.
Fénix apretó la mandíbula, procesando la información. —¿Cómo lo mataron?
Ashley negó con la cabeza. —No lo matamos. Huyó después de acabar con Dagon. Desde entonces, ha sido el guardián del castillo. Nadie se acerca a ese lugar sin enfrentarse a él primero.
Fénix se recostó en el sillón, su mirada fija en el fuego. —Parece que este pueblo ha tenido más que su cuota de desgracias.
Ashley asintió, su expresión endureciéndose. —Y parece que ustedes han decidido sumarse a ellas.
Fénix se puso de pie, con la mirada fija en Ashley. Su postura firme denotaba decisión, incluso mientras el cansancio se reflejaba en sus ojos.
—¿Por dónde deberíamos empezar a buscar? —preguntó, su voz cortante y directa.
Ashley lo observó con una mezcla de incredulidad y preocupación. —¿Buscar? —repitió, levantando una ceja. —Es mejor esperar a que pase la nevada. La noche no es segura. Hay cosas ahí fuera que, antes de que te des cuenta, ya estarías muerto.
Fénix cruzó los brazos, su expresión imperturbable. —No puedo quedarme esperando. Cada minuto que pasa, el Conde tiene ventaja.
Xavier, aún sentado, dejó escapar un suspiro y se levantó también. —Entonces no irás solo. Te acompaño.
Fénix lo miró de reojo, negando con la cabeza. —No. Tú te quedas aquí. Busca información en los libros antiguos, cualquier cosa que pueda ayudarnos a entender al Conde o a su maldito perro.
Xavier frunció el ceño, claramente incómodo con la decisión, pero finalmente asintió. —De acuerdo, pero ten cuidado. No quiero tener que buscar un nuevo compañero.
Fénix esbozó una ligera sonrisa ante el comentario y luego dirigió su atención a Ashley. —¿Tienes un caballo que pueda usar?
Ashley lo miró con cierta duda antes de asentir. —En el establo, detrás de la mansión. Toma el que necesites, pero no esperes que te salve si decides salir en medio de esta tormenta.
Fénix no respondió, simplemente inclinó la cabeza en señal de agradecimiento y salió de la mansión. La puerta se cerró detrás de él con un leve crujido, dejando a Ashley y Xavier en el salón.
La nieve caía con fuerza cuando Fénix llegó al establo. Abrió la puerta de madera con un leve empujón, dejando entrar una ráfaga de viento helado. Dentro, los caballos estaban inquietos, pero uno en particular, un imponente corcel negro con ojos inteligentes, parecía más calmado.
—Tú servirás —murmuró Fénix, acariciando el cuello del animal antes de prepararlo rápidamente.
Una vez listo, montó al caballo y lo guió hacia la salida del establo. La nevada apenas le permitía ver unos metros adelante, pero Fénix no vaciló. Con el viento golpeando su rostro y el frío calando en sus huesos, se adentró en la oscuridad, decidido a encontrar respuestas.
El viento helado soplaba con fuerza mientras Fénix avanzaba por el camino nevado. Apenas podía ver más allá de unos metros frente a él; la nevada era densa y opresiva, como si el mundo entero estuviera cubierto por un manto blanco interminable. A pesar del frío que calaba hasta los huesos, siguió adelante, guiando al caballo con cuidado por el camino cubierto de hielo.
Code Fénix Unleashed Sombras de la Luna
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