—Aquí tienes, Fénix. ¡Atrápala! —gritó Xavier.
Fénix, viendo la estaca volando hacia él, reaccionó con rapidez. Con un movimiento ágil, la atrapó en el aire. La sensación del agua bendita impregnando la madera lo llenó de una energía renovada. Sabía lo que debía hacer.
Con la estaca en mano, se abalanzó hacia Isolde, quien estaba a punto de dar el golpe final. En un movimiento rápido, Fénix clavó la estaca directamente en el corazón de la vampira. Isolde soltó un grito agudo, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y furia. El contacto con el agua bendita hizo que su cuerpo comenzara a retorcerse, como si estuviera siendo consumida desde adentro.
La vampira se retorció en el suelo, sus gritos llenos de dolor y furia, pero era inútil. La estaca, impregnada con el poder del agua bendita, hizo su trabajo. Isolde comenzó a desintegrarse, su cuerpo desmoronándose en polvo mientras su esencia se evaporaba en el aire.
Finalmente, solo quedó el polvo de lo que alguna vez fue una de las novias del Conde. Fénix se quedó allí, respirando con pesadez, mientras el silencio caía sobre la iglesia. La tensión se disipó lentamente, y el grupo, finalmente, estaba en paz.
Ashley y Xavier se acercaron a Fénix, quienes intercambiaron una mirada de alivio.
—Eso... fue demasiado cerca —dijo Xavier, limpiándose el sudor de la frente.
Fénix asintió, su mirada fija en el polvo que quedaba de Isolde. —Sí, pero ahora estamos un paso más cerca de acabar con el Conde Orslok.
Fénix salió de la iglesia con pasos pesados, dejando atrás a Xavier y Ashley, quienes aún estaban procesando lo ocurrido. La niebla en el pueblo comenzaba a disiparse lentamente, y el aire frío de la madrugada envolvía su cuerpo, haciéndolo sentir más vulnerable de lo que estaba dispuesto a admitir. Se sentó en uno de los escalones de la iglesia, su cuerpo adolorido por el combate, pero su mente centrada en lo que aún quedaba por hacer.
La neblina se alzaba, y con ella, el sol comenzaba a asomar tímidamente en el horizonte. Fénix observaba el paisaje desolado mientras se tomaba un momento para respirar. A pesar de la victoria, algo dentro de él seguía inquieto, como si el peso de la misión estuviera comenzando a afectarlo más de lo que quería reconocer.
Pronto, Xavier apareció detrás de él y se sentó a su lado, sin decir palabra alguna. El silencio entre ellos era cómodo, pero cargado de una comprensión tácita. Xavier observó las heridas de Fénix, algunas leves, pero aún visibles. Con un suspiro, le dio una palmada en el hombro.
—No eres de los que piden ayuda, ¿verdad? —comentó Xavier, mirando las heridas de Fénix.
Fénix se encogió ligeramente de hombros, su mirada fija en el horizonte. —No tengo tiempo para eso.
Xavier sonrió levemente. —Lo sé, pero no está mal tomar un respiro de vez en cuando.
En ese momento, Ashley apareció desde la entrada de la iglesia, caminando hacia ellos con una expresión seria pero tranquila. En sus manos llevaba la Magnum de Fénix, la cual le entregó sin decir nada.
—Aquí tienes. —Dijo Ashley, mientras Fénix tomaba el arma con una mano agradecida, pero sus ojos se posaron en el grabado que adornaba el costado del cañón.
El grabado era claro, como si cada palabra estuviera grabada en su alma. "A través del caos y la sombra, siempre te encontraré, mi Fénix. – Enid."
Ashley observó el grabado y luego miró a Fénix con una expresión pensativa.
—Eso es... interesante —comentó ella, su tono suave pero cargado de curiosidad. —Parece que alguien tiene una forma muy... personal de decir que siempre estará ahí.
Code Fénix Unleashed Sombras de la Luna
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