—Pasé la peor noche de mi vida, eso pasó —dijo con tono seco—. Y créeme, he tenido noches de mierda.
Xavier lo miró con incredulidad.
—¿Dónde demonios estuviste?
Fénix sacó un cigarrillo, pero luego recordó que ya había fumado uno en el establo y decidió guardarlo.
—Perseguí al Wolfsbane —respondió, apoyando los codos en la mesa—. Terminé en un bosque helado, casi me mata, salté por un acantilado, caí en un río congelado y me desperté en un granero con un cigarro que me costó más que un maldito revólver.
Xavier parpadeó.
—¿Saltaste por un acantilado?
Fénix sonrió de lado.
—No fue mi mejor idea, pero aquí estoy.
Xavier negó con la cabeza, todavía asimilando lo que acababa de escuchar.
—Definitivamente estás loco.
—Sí, sí, eso ya me lo han dicho —respondió Fénix con un tono cansado—. Pero bueno, suficiente sobre mí. ¿Aprendiste algo en tu noche de lectura?
Xavier enderezó la espalda y señaló los libros abiertos en la mesa.
—Bastante, de hecho. Encontré varios textos sobre el Wolfsbane y sobre el conde. Algunos son relatos antiguos, otros son registros de cazadores que intentaron enfrentarlo.
Fénix arqueó una ceja.
—¿Y qué dicen?
Xavier tomó un pergamino y lo extendió sobre la mesa.
—Para empezar, el Wolfsbane no es solo una criatura maldita. Es una maldición en sí misma. Se transmite de un huésped a otro a través de la mordida, y cuando alguien la contrae, solo tiene dos lunas llenas antes de quedar atrapado en su forma bestial para siempre.
Fénix entrecerró los ojos.
—Eso encaja con lo que vi anoche...
Xavier asintió.
—Pero hay más. Parece que la maldición no solo transforma a la víctima físicamente. También juega con su mente. Se dice que, al principio, la persona aún conserva su conciencia, pero con cada transformación, pierde más de sí mismo hasta que solo queda la bestia.
Fénix apoyó la espalda en la silla, procesando la información.
—Entonces... si alguien es mordido, solo tiene dos oportunidades antes de perderse por completo.
—Exacto —confirmó Xavier—. Y hay algo más. El Wolfsbane actual... podría ser alguien que conocemos.
Fénix frunció el ceño.
—¿Cómo lo sabes?
Xavier tomó otro libro y lo abrió en una página con un dibujo antiguo de una criatura similar a la que Fénix había enfrentado.
—Porque hay registros de que el último cazador que fue tras el conde desapareció en una noche nevada, justo cuando el Wolfsbane anterior murió. Y si la maldición se transmite al morir el huésped anterior...
Fénix asintió lentamente, comprendiendo.
—Entonces el nuevo Wolfsbane es alguien que el conde convirtió en su perro de caza.
Xavier lo miró con gravedad.
—Exacto. Y si encontramos quién era antes de la maldición... podríamos encontrar una manera de detenerlo.
Code Fénix Unleashed Sombras de la Luna
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