Code Fénix Unleashed Sombras de la Luna

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Ashley se cruzó de brazos, esperando que continuara.

—Cuando lo encontré en el cementerio, destrozó a mi caballo y se lanzó sobre un hombre que estaba conmigo —siguió Fénix, su voz más grave—. Pero no fue un ataque impulsivo. Fue calculado. Atacó primero al campesino porque sabía que yo estaría distraído. Y cuando intenté dispararle, se movió justo antes de que apretara el gatillo. Como si supiera exactamente lo que iba a hacer.

Ashley frunció el ceño.

—¿Quieres decir que... planea sus movimientos?

Fénix asintió.

—Exacto. No es solo una criatura sedienta de sangre. Es un cazador estratégico. Sabe cómo aterrorizar, cómo manipular el miedo de su presa. Y lo peor es que no se quedó a pelear. Cuando vio que no tenía ventaja, huyó.

Ashley apretó los labios, procesando la información.

—Eso no suena como un simple monstruo...

—Porque no lo es —dijo Fénix, su tono más sombrío—. Es algo mucho peor.

Ashley bajó la mirada, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.

—Maldición...

Fénix tomó otro cigarrillo y lo encendió con un fósforo, observando cómo el humo se elevaba en el aire frío de la mañana.

—Y hay algo más —agregó—. Cuando el Wolfsbane escapó, lo seguí hasta un bosque helado. Pero no me atacó de nuevo. Me llevó directo a un acantilado. Como si quisiera que lo siguiera... como si estuviera jugando conmigo.

Ashley lo miró fijamente.

—¿Y qué hiciste?

Fénix soltó una risa sin humor.

—Salté.

Ashley parpadeó.

—¿Saltaste?

—No tenía otra opción. O eso, o dejar que me despedazara.

Ashley negó con la cabeza.

—Eres un maldito loco.

Fénix sonrió de lado.

—He oído cosas peores.

Ashley terminó de alimentar a los caballos y se apoyó en la pared del establo, pensativa.

—Si lo que dices es cierto... entonces el Wolfsbane no es solo una maldición. Es un arma. Y el conde lo usa con un propósito.

Fénix asintió lentamente.

—Exacto. Y ahora que sé lo que es capaz de hacer, necesito averiguar cómo detenerlo.

Ashley lo miró fijamente.

—Entonces será mejor que no pierdas más tiempo.

Fénix abrió la puerta de la gran biblioteca de la mansión y entró con pasos pesados. El aroma a papel viejo y madera impregnaba el aire, y la tenue luz de la mañana apenas iluminaba las altas estanterías repletas de libros. Xavier estaba inclinado sobre una mesa, con varios tomos abiertos y pergaminos esparcidos a su alrededor.

Cuando escuchó los pasos, levantó la vista y se sobresaltó al ver el estado de Fénix.

—¡Mierda, Fénix! —exclamó Xavier, dejando caer la pluma que sostenía—. ¿Qué demonios te pasó?

Fénix se dejó caer en una de las sillas junto a Xavier y soltó un suspiro. Su ropa estaba rasgada, cubierta de barro y nieve, y tenía algunas heridas visibles en el rostro y las manos.

Code Fénix-2 UnleashedWhere stories live. Discover now