—Oh, querido Dagon... —murmuró con una sonrisa burlona—. ¿Sigues aferrándote a esa ilusión de libre albedrío? Qué conmovedor.
Dagon sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que Orslok disfrutaba de los juegos psicológicos, que le encantaba ver a sus víctimas debatirse entre la obediencia y la rebelión.
—Te di un propósito —continuó el conde, inclinándose levemente hacia él—. Antes solo eras el hermano de Ashley, un simple humano, débil y mortal. Ahora... ahora eres algo mucho más interesante.
Dagon apretó la mandíbula.
—Me convertiste en un monstruo.
Orslok ladeó la cabeza, fingiendo sorpresa.
—¿Monstruo? No, no, no... Yo solo te di un regalo. Un legado. Eres el nuevo Wolfsbane. El portador de la maldición. ¿No te das cuenta de lo afortunado que eres?
Dagon sintió su cuerpo temblar de ira.
—Voy a encontrar la forma de librarme de esto —espetó, su mirada ardiendo de determinación.
El conde volvió a reír.
—¿Librarte? ¿De qué hablas, querido Dagon? Esto es lo que eres ahora. No hay marcha atrás. No hay cura. No hay redención. Solo el instinto, la cacería... y el hambre.
Dagon retrocedió un paso, pero Orslok fue más rápido. En un abrir y cerrar de ojos, el conde lo sujetó por la barbilla con una fuerza inhumana, obligándolo a mirarlo a los ojos. Sus pupilas rojas brillaban con una intensidad hipnótica.
—Dime, ¿qué se siente? —susurró—. ¿Qué se siente desgarrar carne con tus propias fauces? ¿Oler el miedo en la sangre caliente de tus víctimas?
Dagon intentó apartarse, pero la mano del conde lo mantenía firme.
—Cállate.
Orslok sonrió.
—Oh, pero lo sabes, ¿verdad? Lo sentiste cuando destrozaste a ese pobre caballo. Cuando le arrancaste la garganta a ese campesino.
Dagon cerró los ojos con fuerza, tratando de bloquear los recuerdos. Pero estaban ahí. El sabor metálico de la sangre, la sensación de la carne desgarrándose entre sus dientes.
El conde lo soltó de golpe y se alejó, riendo con diversión.
—¡Ah, esto es tan divertido! —exclamó, extendiendo los brazos—. Ver tu lucha interna, tu desesperación... Es un espectáculo fascinante.
Dagon respiró con dificultad, tratando de recuperar la compostura.
—¿Qué quieres de mí? —preguntó con voz tensa.
Orslok se giró hacia él con una sonrisa afilada.
—Quiero que cumplas tu destino. Que aceptes lo que eres. Y que, cuando llegue el momento... me sirvas como el fiel sabueso que estás destinado a ser.
Dagon sintió un nudo en el estómago. Sabía que el conde estaba disfrutando cada segundo de su sufrimiento. Para él, todo esto era un simple juego. Un entretenimiento pasajero.
Pero para Dagon, era una lucha por su alma.
El sol apenas se asomaba en el horizonte cuando Xavier despertó sobresaltado, con la cabeza apoyada sobre un grueso tomo de cuero. Su visión borrosa tardó unos segundos en enfocarse en Ashley, quien estaba de pie junto a él con los brazos cruzados.
—Te quedaste dormido en la biblioteca —dijo ella con una leve sonrisa burlona.
Xavier parpadeó varias veces, intentando sacudirse el sueño.
Code Fénix Unleashed Sombras de la Luna
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