—Esto parece útil —dijo para sí, sacando el libro con un leve esfuerzo.
Continuó buscando, encontrando otro libro con el título "El Legado del Conde Orslok: Crónicas y Oscuridad". Su portada estaba desgastada, y parecía tan antiguo que las páginas crujían con solo mirarlas. Luego, un pergamino enrollado llamó su atención. Estaba guardado en un tubo de cristal y parecía más importante que los demás objetos de la biblioteca.
—¿Qué tenemos aquí? —murmuró mientras lo sacaba con cuidado y lo colocaba junto a los libros.
Xavier llevó todo a una gran mesa de madera en el centro de la biblioteca. Las velas en los candelabros iluminaban el espacio con una luz cálida y parpadeante. Colocó los libros y el pergamino con cuidado, luego regresó a las estanterías para seguir explorando. Esta vez encontró un libro titulado "El Wolfsbane: Historia y Maldición". La portada tenía un grabado de una criatura grotesca, exactamente como la descripción que Ashley había dado.
—Esto definitivamente será útil para Fénix —dijo mientras lo añadía a la pila.
Después de unos minutos más de búsqueda, regresó a la mesa con un par de libros adicionales y se sentó. Empezó a hojear el volumen sobre el Wolfsbane, deteniéndose en las páginas que hablaban de su origen y sus habilidades. Al lado, abrió el libro sobre el conde, buscando conexiones entre ambas criaturas.
Mientras trabajaba, no podía evitar mirar de reojo el pergamino, preguntándose qué secretos podría contener. Su intuición le decía que aquello era más importante de lo que parecía, pero decidió dejarlo para el final.
Fénix avanzaba con cautela por el bosque nevado, sus pasos amortiguados por la capa de nieve bajo sus botas. Las ramas de los árboles desnudos se alzaban como garras hacia el cielo gris, y el aire helado parecía cortar su piel. Cada sonido, por mínimo que fuera, lo mantenía alerta. Sujetaba su Magnum con firmeza, sus ojos escaneando cada sombra y cada rincón entre los troncos.
De repente, un crujido rompió el silencio. Fénix se detuvo en seco, girando la cabeza hacia el origen del ruido. Su respiración se hizo más lenta, controlada, mientras retrocedía un paso, luego otro. Su instinto le decía que no estaba solo.
Entonces lo vio. La criatura estaba encaramada en la rama de un árbol cercano, sus ojos brillando con un fulgor amarillo que contrastaba con la penumbra del bosque. Su cuerpo, delgado y esquelético, parecía aún más grotesco bajo la tenue luz del día. Wolfsbane emitió un gruñido bajo, una mezcla de amenaza y hambre.
Sin pensarlo dos veces, Fénix comenzó a retroceder más rápido, pero el monstruo no le dio tiempo. Con un movimiento ágil, Wolfsbane se lanzó desde la rama, sus garras extendidas hacia él. Fénix apenas tuvo tiempo de girarse y correr.
Las ramas bajas le rasguñaban el rostro y los brazos mientras avanzaba entre los árboles. La criatura lo perseguía, sus pisadas resonando como un eco siniestro en el bosque. Fénix sabía que no podía detenerse, pero su camino lo llevó a un lugar inesperado. De repente, los árboles se abrieron, y frente a él se extendía un acantilado que daba a un río congelado muy por debajo.
—¡Mierda! —exclamó, mirando rápidamente hacia atrás. Wolfsbane estaba cada vez más cerca, sus gruñidos llenando el aire.
No había tiempo para pensar. Fénix dio un paso hacia atrás, tomó aire y saltó. El viento helado golpeó su rostro mientras caía, su cuerpo girando en el aire antes de impactar contra la superficie dura del río congelado. El hielo crujió bajo su peso, pero aguantó.
Fénix se giró hacia el acantilado, esperando ver a la criatura lanzarse tras él. Sin embargo, Wolfsbane se detuvo al borde, soltando un rugido frustrado. La bestia lo observó por un momento, sus ojos brillando con furia, antes de retroceder lentamente hacia el bosque.
Code Fénix Unleashed Sombras de la Luna
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