Hwan me miró como disculpándose antes de dejarse llevar por ella. —Hablamos luego, ¿sí? Te veo esta noche, Covey.
—Claro —respondí con una sonrisa ligera que no alcanzó mis ojos.
Los observé alejarse, con Nayeon aferrada al brazo de Hwan como si le perteneciera. Un suspiro escapó de mis labios. Aunque él y yo solo éramos novios falsos, no podía evitar sentirme incómoda al verlos juntos.
—Es una víbora —dijo de repente una voz a mis espaldas. Giré para encontrarme con Charles, su expresión llena de sarcasmo y burla.
—¿Una víbora? —repetí, sonriendo débilmente.
—Sí. No entiendo qué ve Hwan en ella. Tú eres mucho mejor.
Lo miré con sorpresa, frunciendo el ceño. —¿Qué?
Charles se encogió de hombros, como si acabara de decir la cosa más obvia del mundo.
—Si yo fuera hetero o bi, créeme, no dudaría en estar contigo cariño. Eres amable, buena y totalmente hermosa. En cambio, Nayeon solo es... hermosa. Y la víbora más grande.
Antes de que pudiera responder, otra voz intervino.
—No es tan víbora como parece —dijo una chica alta, de rasgos coreanos, que se había acercado silenciosamente. Su cabello castaño brillaba bajo las luces del pasillo, y llevaba collares y anillos que tintineaban ligeramente con cada movimiento.
—Yuna, solo dices eso porque te gusta —comentó Charles, rodando los ojos.
Fruncí el ceño, confundida. —¿Te gusta Nayeon?
Yuna asintió con una sonrisa resignada. —Lamentablemente. Un gusto, soy Yuna.
—Adela —respondí, estrechando su mano con una pequeña sonrisa.
Antes de que pudiera decir algo más, vi a Tae pasar junto a nosotros, con su característica indiferencia. No saludó a nadie, como de costumbre.
—¿Tae irá al cuarto? —pregunté, más para mí que para ellos.
—Seguramente —respondió Charles con desinterés.
—Bien. Los veo esta noche. Adiós.
Me despedí con un gesto rápido y me dirigí hacia el dormitorio.
Casi corría por el pasillo, siguiendo los pasos de Tae. Su figura alta y decidida se movía rápido, como si quisiera perderme de vista a toda costa. Lo vi entrar en su cuarto, cerrando la puerta con un movimiento brusco.
Tomé aire profundamente. No podía seguir evitando esto. Tae me debía una explicación, y no pensaba marcharme sin obtenerla.
Con determinación, caminé hacia la puerta de su cuarto y la abrí sin pensar demasiado.
—¡Tae, tenemos que—
Me detuve en seco. Allí estaba él, sin camisa, con la luz del atardecer entrando por la ventana y bañándolo con un resplandor cálido. Mi rostro se puso rojo al instante. Rápidamente me di la vuelta, sintiendo cómo el calor subía por mis mejillas.
—¡Lo siento! ¡Lo siento! —solté, nerviosa, levantando las manos como si así pudiera borrar la escena—. Solamente no quería que te escaparas de nuevo.
—Está bien, Adela —respondió con la calma que siempre parecía rodearlo, como si nada pudiera alterarlo.
Su tono relajado no hacía que mi vergüenza disminuyera, pero logré tomar el control de mi voz.
—Tae, solo quiero hablar contigo. Necesito saber qué te sucede. Hace un mes que no me hablas. Dijimos que íbamos a conocernos más, que seríamos amigos, pero... te alejaste de mí. Te esperé.
Hubo un largo silencio antes de que él suspirara profundamente. Sentí su mano cálida apoyarse en mi hombro, suave pero firme, como indicándome que me diera la vuelta. Dudé un momento, pero al final lo hice.
Sus ojos oscuros me miraron con una mezcla de arrepentimiento y algo que no podía descifrar.
—Siento todo, Adela. Siento haberte dejado plantada, no haberte dado ninguna explicación y no haberte hablado.
Mi corazón se detuvo un segundo antes de obligarme a formular la pregunta.
—¿Por qué lo hiciste, Tae?
Él bajó la mirada por un instante y volvió a suspirar.
—Porque no quería enamorarme de ti.
Las palabras me golpearon como un balde de agua fría.
—¿Enamorar… de mí?
—Sí. Sé que suena pronto, pero yo soy así, Adela. Muy intenso. Y lo sentí desde el principio. Tu personalidad, tu manera de ser… eres justo lo que me gusta. Pero sabía que, si me acercaba demasiado, terminaría cayendo. Y al mismo tiempo… también sé que tarde o temprano vas a enamorarte de Hwan.
Lo miré con los ojos abiertos de par en par, tratando de procesar lo que acababa de decirme.
—¿Por qué piensas eso? —pregunté, casi a la defensiva.
—Porque lo veo, Adela. En la forma en que lo miras, en tu tristeza cada vez que está con Nayeon. Yo lo sé. Y no quiero estar en medio de ustedes dos.
—Tae… yo no quiero lastimarte. Y te juro que Hwan nunca podrá enamorarme.
Él me miró fijamente, con una calma que me desarmó.
—¿Segura?
Abrí la boca para responder, pero no salió ninguna palabra. Solo un silencio pesado que lo dijo todo.
Él sonrió con dulzura, aunque sus ojos brillaban de melancolía.
—No te preocupes, Adela. No pasa nada. Solo quería que lo supieras. Te quiero, y espero que después de esta confesión sigamos siendo amigos.
Un nudo se me formó en la garganta. Me acerqué y lo abracé con fuerza, como si quisiera retener ese momento para siempre.
—Gracias, Tae. Gracias por preocuparte por los dos.
Él me devolvió el abrazo, cálido y firme.
—No quiero perderte, Adela. Eres una mujer increíble.
Nos separamos, y nuestros ojos se encontraron por un instante. Sonreí, pero con una tristeza que ambos entendimos. Tae había sido sincero, había hablado con el corazón. Y aunque tal vez podríamos haber sido algo más… quizá lo correcto era quedarnos solo como amigos.
¿No?
•❀.•❤•.¸✿¸.•❤•.❀•
Un capítulo cortito. Prepárense para el próximo 🔥
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Simplemente pasan [Editando]
Romance[Adela Covey soñaba con vivir un romance tan profundo como el de Peter y Lara, deseaba formar un vínculo tan fuerte como el suyo. Sin embargo, sabía que no lo lograría si seguía encerrada en su casa, enfocada en sus libros. Así que, decidida a cambi...
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