Capítulo 1

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El sol se veía diferente de como solía verlo a diario. En mis sueños el sol no era una inmensa esfera de hidrógeno y helio suspendida en el espacio infinito, sino la luz que iluminaba y daba calor y vida a mi alrededor. Tomé aire y sonreí, pues me encontraba de nuevo en aquel lugar hermoso: la Tierra. Aquel lugar que nunca conocería.

Estaba atardeciendo y los dorados rayos de sol iluminaban una arboleda. Me fijé bien y estaba cargada de mariposas. Había millones de ellas. Había tantas, que las ramas de los árboles caían hacia abajo del peso. Algunas de ellas, todavía volaban de un lado para otro, buscando un milímetro entre las cargadas ramas, donde posarse. ¿Por qué acudían allí? ¿Qué fuerza las empujaba a moverse en masa hacia un mismo lugar? Su instinto. Estaba en su naturaleza. Sabían dónde tenían que ir sin haber estado nunca allí. Ninguna de las que emprendía el viaje llegaba a su destino, pues les costaba cuatro generaciones llegar hasta allí, pero cada generación aportaba su parte para que la última de todas llegara a su destino. ¿Por qué iban allí?

Sonreí y sin dudarlo corrí hacia los árboles. Una bandada de mariposas emprendió el vuelo, espantadas por mi repentina aparición. Había tantas, que era como si un muro de mariposas se hubiera levantado ante mí. Parecía un huracán de color revoloteando a mi alrededor.

Extendí los brazos y sentí cómo algunas de ellas se posaban sobre mí. Podía sentir el cosquilleo de sus pequeñas patitas, y la brisa que se levantaba por el batir de miles de delicadas alas. Por unos instantes me sentí renovada, como si fuera tan libre como ellas. 

Este sueño se repetía una y otra vez y siempre ocurría lo mismo: el sol, las mariposas y él. El Naewat. Mis ojos lo buscaron donde sabía que lo encontraría y, efectivamente, ahí estaba. Parado junto a un árbol y dedicándome una sonrisa. Era similar al resto de su especie: altos, fornidos, bien parecidos... pero él tenía algo distinto. Simplemente no era como los demás y yo lo sabía, aunque en el sueño no me quedaba claro por qué. Me miraba con media sonrisa de complicidad y se acercó a mí, me agarró la mano y dijo algo... nunca lograba entender lo que decía, y cada vez que le veía ponía especial atención en aquel momento, pero, como siempre, no le entendía. Caminamos juntos hacia las mariposas que se habían posado de nuevo y echaron a volar. Entre el revuelo de mariposas su mano se soltó de la mía y lo perdí. La sensación de angustia que me producía haberme separado de él era abrumadora, hasta el punto que me despertaba con el corazón latiendo como loco. Mi sueño siempre terminaba así. 

Llevaba meses teniendo aquel mismo sueño y empezaba a resultarme irritante. No conseguía relacionarlo con nada de lo que ocurría a mi alrededor. No tenía sentido. No conocía a ese Naewat, tampoco había posibilidades de pisar la Tierra. ¿Qué quería decir todo aquello? Miré el despertador y faltaban dos minutos para que sonara, como siempre. Tenía una vida sin ningún tipo de sobresalto. Todo tranquilo. Todo normal... a excepción de ese estúpido sueño.  ¿Realmente iba a ir a la Tierra? ¿O era un sueño figurado que quería advertirme de algo?

Me incorporé y solté un sonoro suspiro. Era hora de comenzar la rutina que me hacía sentir segura, lejos de rarezas, sobresaltos y anomalías. Una vida programada desde el amanecer hasta que volvía a cerrar los ojos. Todo estaba en orden. Y cuando no conoces otra cosa, incluso llegas a creer que así eres feliz. Después de todo, ¿era posible que existiera otro tipo de vida?

Antes de las horas lectivas solía reunirme con Esaú, uno de mis profesores. Él se dedicaba a estudiar en profundidad cada uno de mis sueños con la esperanza de encontrar un significado antes de que se consumasen.  Sin embargo, hasta el momento sólo había conseguido prever uno de ellos y esto causó más problemas que ayuda. Soñé con una serie de acontecimientos del pasado y tras investigar un poco, descubrimos que se trataban de las preguntas de uno de los exámenes de Historia de la Tierra. La profesora que impartía esa asignatura enfureció y cambió todas las preguntas, segura de que alguien había filtrado la información. El examen fue mucho más difícil y gracias a mi "aportación" muchos suspendieron. Nadie me dirigió la palabra en todo el día. 

Engel (En edición)Where stories live. Discover now