Aparte de esa ocasión, no. Nunca lográbamos entender su significado hasta que era demasiado tarde. ¿A eso se le podía llamar soñar el futuro? Era obvio que no. Mis sueños no servían para nada. Eran como un reloj que marca la hora equivocada. ¿Para qué sirve saber el futuro si no se puede hacer nada?

Aunque era cierto que este sueño era especial. No era como los demás. Era un sueño que se repetía una y otra vez sin que ocurriese. De hecho era imposible que ocurriese. La Tierra estaba inhabitable desde hacía más de un siglo y en cuanto al Naewat... por alguna razón, estaba casi segura de que alguien como él no podía existir. Era como si fuera una mezcla entre Naewat y humano... algo demasiado bizarro para, siquiera, pensarlo. Un... híbrido. Genéticamente decían que era imposible, pero ahí estaba él. Sonriente, tomando mi mano. Ni siquiera estaba segura de que fuera real, pero se sentía como si lo fuera.

Sacudí la cabeza intentando sacar su rostro de mi mente por el momento y me puse en pie, lista para comenzar un día más mi jornada lectiva. Sin darme cuenta, había apurado demasiado la hora de salir mientras reflexionaba en el sueño y apenas tenía tiempo para prepararme apropiadamente. Me embutí en el uniforme de la academia, agarré mi tableta y salí del departamento todavía algo distraída.

Caminaba por los pasillos de la academia espacial con la mirada fija en el suelo. A mi lado, los compañeros saludaban, hablaban y bromeaban entre ellos. Todos tenían una vida que para ellos era normal. Cada día iban a clase, socializaban, se nutrían, se ejercitaban y de vuelta al departamento. Cada día la misma rutina. Eso era a lo que estábamos acostumbrados: era lo que se esperaba. Pero sin darme cuenta, ese sueño había despertado en mí sentimientos que nadie más tenía. Yo quería más. Mucho más. Yo quería vivir en la Tierra otra vez y abandonar esa insípida estación espacial que simulaba con mediocridad la vida de la Tierra. Quería ser libre y decidir por mí misma. ¿Acaso era ese el propósito de mi sueño? ¿Mostrarme cómo era ser libre como esas mariposas en la Tierra? ¿Y cómo sería posible que eso ocurriese? La Tierra había quedado inhabitable hacía mucho tiempo. Después de la última guerra mundial, los pocos supervivientes tuvieron que huir y establecerse en estaciones espaciales en órbita alrededor de la Tierra. Era una ironía cruel. Cada día podíamos ver la Tierra desde las ventanas de nuestros departamentos y nos recordaba lo cerca que estábamos de nuestro planeta y, a la vez, lo inalcanzable que era. Tan bella y tan mortal para nosotros...

—¡Ada! Buenos días —escuché la alegre voz de mi amiga June.

—Buenos días —respondí sin prestarle mucha atención.

—No pareces haber descansado muy bien —observó perspicaz. —¿Algún sueño revelador? —se rio.

—No... bueno... he vuelto a tener el mismo sueño.

—¿El mismo? —se sorprendió. —¿Sabes? Empiezo a pensar que tienes algún tipo de obsesión. ¿También estaba el Naewat? ¿Conseguiste entender hoy lo que dijo?

—Me temo que no. Todo sigue siendo tan críptico como siempre —respondí desanimada.

—Hay algo que me intriga en tu sueño —dijo pensativa. —¿Cómo puede ser una predicción si la Tierra está inhabitable? ¿Y si lo único que ocurre es que estás un poco obsesionada con ello y no es más que un sueño normal y corriente? Podría ser, ¿no?

—Podría ser... —musité.

—¿Y cómo es?

—¿El qué?

—¡Estar en la Tierra! Sé que sólo es un sueño, pero debe ser algo maravilloso —dijo con un suspiro.

—Lo es, June. Es un lugar hermoso, cálido, brillante... lleno de colores vivos y...

Engel (En edición)Where stories live. Discover now