4. No habrá preguntas

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-¿Pepa? Mijo sería incapaz de tomar algo que no es suyo- dijo su mamá de inmediato con algo de molestia

-Pues cuando yo le pregunté si se estaba robando algo del estudio me dijo que de ahí no se podía robar más que hielo, eso suena muy sospechoso- dijo Bosco mientras hacía gestos y movimientos de mano muy extraños, como si fuera un policía resolviendo un caso particularmente difícil.

-Eso no fue lo que quise decir y lo sabes perfectamente- respondió Pedro Pablo en un tono de fría calma que sorprendió a todos: Pedro Pablo siempre era muy amable, muy centrado, era extraño verlo alterado y más aún verlo molesto.

-¿Entonces qué fue lo que quisiste decir?- preguntó Bosco con altanería. Pedro Pablo decidió que cambiaría de interlocutor a uno más amable y razonable: don Esteban.

-Don Esteban, mi tía Paz me mandó por hielos a la cocina, no había hielos ahí; le pregunté a una de sus empleadas dónde podía conseguir más hielos y ella me mandó a esa estancia, se lo puede preguntar si gusta- explicó Pedro Pablo viendo directamente a don Esteban, cuya opinión le importaba más que la de Bosco: al final del día, su tía trabajaba para él, por lo que era él a quien debía convencer de su inocencia; Bosco era un caso perdido.

-¡Estabas tomando un libro, yo te vi!- lo acusó Bosco señalándolo con el dedo.

-¡Lo estaba viendo, Bosco! Hay una diferencia enorme entre ver algo y robártelo- se defendió Pedro Pablo perdiendo un poco la paciencia.

-¡No te lo robaste porque yo llegué.

-¡No me lo iba a robar! ¡No sé ni para qué hablo contigo, eres imposible!

-¡Y tú un ladrón!

-Es suficiente, los dos- Pedro Pablo se sorprendió al escuchar a don Esteban hablar: por un momento se olvidó de que toda la familia de Bosco y la suya estaban ahí en la sala con ellos; por un momento en esa habitación solo existió Bosco.

-Don Esteban, acepto qué tal vez no estuvo bien tomar el libro sin permiso y le ofrezco una disculpa, pero no me lo iba a robar. Era un libro de arte que me llamó mucho la atención, es todo- dijo Pedro Pablo con toda la calma que le fue posible reunir en ese momento.

-Mire, a mi hermano le gusta mucho el arte, de hecho es pintor y uno bien acá- intervino Salomon- ¿Vieron los murales en el barrio? Todos los pinto él solito- añadio Salomón con un deje de orgullo en su voz que conmovió a Pedro Pablo en medio de todo ese caos.

-¿En serio? Están increíbles, Pepa, les tome fotos para subirlos a mis redes, te voy a etiquetar para darte créditos y publicidad- le dijo Gala con una sonrisa emocionada; claramente algunos Villa de Cortes si conocían la amabilidad.

-Si, mi Pepa es bien bueno para la pintura, seguro por eso vio el libro ese, pero no es ningún ratero- dijo su mamá viendo de reojo a Bosco con molestia.

-Él era la única persona extraña en mi casa, ¿quién más pudo ser?- dijo Bosco con terquedad; en ese momento Pedro Pablo tenía ganas de golpearlo con un sartén a ver si así reaccionaba y dejaba de ser tan tosco.

-Pues no sabemos, pero mi carnal no fue- dijo Salomón con firmeza.

-Nadie ajeno entró a la casa que nosotros sepamos, eso es cierto- comentó Esteban- Pero tampoco veo porqué Pedro Pablo entraría a tu cuarto y se robaría solamente ropa; no tiene sentido alguno- reflexionó don Esteban.

Al escuchar eso, Pedro Pablo no pudo evitar resoplar con mal humor, ¿todo ese escándalo por ropa que no encontraba? ¿No se supone que los pobres eran ellos?

-Ay niño, tanto escándalo por unos trapos- dijo Nandy con tono burlón.

-No es por la ropa, es por lo que significa; no me voy a sentir seguro en mi casa sabiendo que alguien robó algo de mi cuarto- murmuró Bosco con las mejillas un poco ruborizadas; seguramente sabía lo tonto que sonaba ahora acusándolo de robo.

Aprender a quererte. Where stories live. Discover now