4. No habrá preguntas

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-¡Tía! ¡Esconde a Fermín!- gritó Salomon saliendo de la recámara corriendo. Pedro Pablo frunció el ceño al escucharlo, preguntándose qué le pasaba.

-Y ahora tú, ¿por qué?- preguntó su tía Paz extrañada ante el comentario de Salo.

-Ahí viene don Esteban con sus hijos, no creo que quieras tener que explicarle la presencia de Fermín aquí, ¿o si?- dijo Salomon viendo a su tía Paz con sospecha en su voz; Pedro Pablo sentía que se estaba perdiendo de algo, pero no sabía de qué, ¿por qué a don Esteban le importaría que Fermín estuviera en casa de su tía?

-¡Anda, escóndete en el baño!- le gritó Nandy a Fermín mientras lo empujaba hacia allí.

-Yo voy con él, no se vaya a hacer el listo y se salga con don Esteban aquí- dijo su abuela Lupita entrando al baño con Fermín mientras lo golpeaba en la cabeza.

Pedro Pablo no entendía qué pasaba, pero sospechaba que Bosco no estaba tan equivocado en las intenciones de don Esteban con su tía Paz: tal vez tenía razón para estar enojado con ella después de todo, aunque eso no justificaba sus agresiones constantes hacia su tía.

Los Villa de Cortes entraron en ese momento a su casa; estaban todos ahí, cosa que sorprendió a Pedro Pablo; pensó que Salo se refería únicamente a Gala y a Eder cuando anunció a los hijos de don Esteban como parte de la visita, ya que jamás pensó que Bosco regresara al barrio por voluntad propia.

-Hola, Paz, hola a todos- saludó don Esteban con formalidad; Pedro Pablo notó cómo le sonrió a su tía Paz con mucha más calidez que al resto de ellos, lo cual solamente confirmó sus sospechas: ahí había algo más que una relación entre empleada y empleador.

-Hola don Esteban, hola niños, ¿qué los trae por acá?- preguntó si tía Paz con nerviosismo; seguramente tenía miedo de la reacción de su jefe si veía a Fermín ahí.

-Paz, ayer en la fiesta sucedió algo un poco penoso y me gustaría aclararlo contigo, con ustedes- Pedro Pablo notó como don a Esteban parecía bastante incómodo por la situación, por lo que lo que fuera que estuviera pasando ahí, no debía ser cosa suya.

-No me asusté don Esteban, ¿pasó algo con la comida?- preguntó si tía alarmada.

-No, no se asusté, no fue con la comida- se apresuró a aclarar don Esteban- lo qué pasa es que alguien entró a la recámara de Bosco y tomó algunas de sus cosas; revisamos las cámaras, pero al parecer estaban apagadas en ese momento para recibir la señal del jardín sin ninguna interrupción- explicó el jefe de su tía Paz.

Claro, pensó Pedro Pablo, si había problemas, Bosco tenía que estar involucrado. Y aunque lo hubiera conocido hace poco tiempo, Pedro Pablo ya conocía lo suficiente a Bosco como para saber cuál era la acusación que les iba a hacer.

-Lo siento mucho, Bosco, pero yo no tomé nada- dijo su tía Paz con extrañeza.

-Por primera vez no creo que hayas sido tú, sino tu sobrino- le respondió Bosco arrastrando las palabras con arrogancia, como solía hacer siempre que hablaba con algún miembro de su familia.

-Ajas, ¿yo qué?- preguntó Salomon muy ofendido; Pedro Pablo se hubiera reído en otro momento al ver a su hermano, acostumbrado a ser siempre el acusado, malinterpretar la situación con tanta facilidad.

-Tú no, Pedro Pablo- le contestó Bosco volteando a verlo a él con una mueca de molestia en el rostro. Pedro Pablo alzó las cejas y se pellizcó el puente de la nariz con impaciencia; ¿es que Bosco no podía pasar ni un día sin molestarlo?, ¿cuál era su obsesión por él?

A Pedro Pablo le caían mal algunas personas, pero hacía lo que todo el mundo en esos casos: las ignoraba por completo, las evitaba y si las veía por la calle, sacaba su celular para no hacer contacto visual y no tener que saludarlas, en cambio Bosco parecía dispuesto a estarle fastidiando la vida como si no tuviera nada mejor que hacer, ¿no tenía amigos a los que molestar?

Aprender a quererte. Where stories live. Discover now