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La dinámica en la escuela cambió. Ya no era el puerquito. No sabía a qué se debía, si mis compañeros maduraron o porque Lucien cambiaba las cosas. También, influyó mucho que Francis ya no estaba y Hugo se encontraba ausente. Había un rumor extraño, algo sobre un ataque pasional. No obstante, estaba sumergido en mis propios asuntos como para interesarme en las habladurías de mis compañeros. Seguía pensando en los que ya no estaban, en mi madre, que eligió el amor de pareja antes que el de sus hijos y el destino fue cruel con ella. En mi abuela, que fue más madre que abuela y mi salvadora.

Deseaba ser alguien del que pudiera sentir orgullo mi hermana y se viera recompensada a futuro por todo su esfuerzo. Estudiaba con mucho ánimo, para aplicar a una beca universitaria. La mayor parte del tiempo tenía la cara metida en los libros. Lucien me copiaba y estábamos juntos, pero su futuro era incierto.

Alicia se me acercó en el receso en un par de ocasiones, la primera excusa fue darme el pésame por mi abuela. La segunda excusa fue el tema de los pastelitos, le expliqué que solo en vacaciones los haría. La tercera ocasión me invitó a ir a visitar a Hugo en el hospital, y a Lucien también. No me agradaba y le guardaba resentimiento. No obstante, Lucien se mostró angustiado, algo poco inusual en él, quería ir a verlo y saber el motivo real de porque se encontraba hospitalizado. Decidí que debía corresponder a las atenciones del extraterrestre, acompañándolo, a pesar de que no me agradaba la idea.

Al fin de cuentas, era mi mejor amigo.

En un fin de semana, nos reunimos en una parada de autobús para ir al hospital. Hace mucho tiempo que no me reunía con las chicas de mi salón. Juntamos dinero entre los interesados en ir a visitarlo; Alicia, Vanesa, Lucien y yo. Le compramos un ramo de girasoles pequeños y un peluche con forma de oso a Hugo.

Era la primera vez que salía con mis compañeras. Escucharlas hablar me resultó interesante y toda una novedad. No tardé en encontrar similitudes entre ellas y mi hermana.

—¿Se me ve bien este vestido? —me preguntó Alicia y dio un par de vueltas mostrándolo.

Llevaba puesto un vestido suelto, le llegaba hasta las rodillas, era rosado pastel y lo combinaba con una chamarra negra y unas botas altas hasta la rodilla. Su peinado cambió, dejó las trenzas atrás para llevarlo suelto. Era tan largo su cabello que rozaba con sus glúteos y se ondeaba similar a una preciosa bandera negra.

—Sí, se te ve bien —dije avergonzado.

—También te ves muy bien —confesó con una entonación dulcificada. Sus mejillas se sonrojaron y sus grandes ojos marrones se volvieron deslumbrantes—. Creciste más. ¿Qué tal está el clima allá arriba? —preguntó riéndose.
—Muy frío —respondí divertido.

—Alicia, sé más discreta —habló Vanesa al pasar a su lado y rozar su hombro con el de su amiga.

Vanesa vestía una camiseta negra, una falda a cuadros y calzaba unos botines que le daban más estatura. Noté que cortó su cabello a la altura de su barbilla. Ya no era similar a su amiga, por años vistieron y llevaban el cabello igual. Fue como si hubieran separado a unas siamesas con éxito. Vanesa cruzó los brazos y me estudió con ojos severos.

—También te ves bien, Vanessa —le dije como respuesta ante su mirada filosa.

—Ya lo sé. —Torció la mueca. 

—Todos lucen geniales —se interpuso Lucien.

Vanesa barrió de cabeza a pies con la mirada a Lucien y su expresión rígida se suavizó al momento.

Se veía algo excéntrico, usaba mi abrigo que imitaba la piel de una pantera. Se lo presté cuando se quejó de tener mucho frío. Lucien no tenía sentido de la moda. Llevaba puesta una camisa con estampado de flores y unos pantalones rojos desgarrados de las rodillas. Su conjunto era similar al de un payaso. Lo extraño era que se veía adorable, a su manera. Vanesa y Alicia no pudieron ocultar lo atractivo que les resultaba, su mirada y rostro las delató.

Tu mentira desde el universoWhere stories live. Discover now