Después que terminaran las clases del día de hoy. Rashell por lo visto, no tuvo un buen comienzo, intentó hacer algunas amigas y éstas se burlaron de ella, asquerosos humanos si supieran lo que somos capaces hacer, estarían besando nuestros pies.

-Hastong, mejor ya vámonos -sugirió mi hermana, guardando sus cosas- Asquerosos humanos.

-Lo sé hermana -tomé su mano, sin sortarla y salimos del pequeño salón de Química, en dirección a la salida.

Por lo que veo, nuestro amigos de ésta mañana: Frank y Giordana, si recuerdo bien sus nombres, también iban en nuestra dirección. A lo lejos, el exquisito aroma de Leah, entró por mis fosas nasales, el cual sentí una sensación extraña en mis adentros.

Moría por escuchar su voz, pero lástima, no debo enamorarme de una mortal o eso dice mi subconsciente que es. Justamente, recuerdo lo que pasó ésta mañana en la cafetería, sentía que jugaban con mi mente; cosa extraña que nunca había sentido. Además de una mirada, una mirada fijamente en mi y la que vino a mi mente fue la de Leah.

La miré y sí, era ella quien no dejaba de mirarme, no pestañeaba ni nada, ¿tan guapo soy? Solté una pequeña risa, quise que reaccionara, no tan brusco pero sí. Solamente un pequeño intruso ruidoso, plantee en su pequeña cabeza, el cual dio resultado.

Sonreía victorioso, hasta incluso me daba gracia, esa pobre chica se sobresaltó. Pero aún me pregunto: ¿Qué habrá sido esa cosa que intentaba jugar con mi mente?

-¡Hastong! -gritó mi hermana.

-Ah, ¿sí? -reaccioné.

-Deja tus juegos y ven a ayudarme, los lentes de contacto me irritan -Jadeó, mientras se adentraba en una esquina-

-¡Que sea rápido! -dije.

-Vigila que nadie esté viendo -ordenó.

Miré hacia afuera y noté que Leah miraba hacia acá, como si buscará algo, pero sus amigos llegaron a tiempo. Miré a Rashell que se colocó sus gafas de sol, tomé su mano y salimos rápidamente de ahí.

Nos dirigimos al estacionamiento, que estaba en la parte trasera del edificio y para mejorar las cosas, me tele-transporté al lado de nuestro auto.

-A la próxima, avisas -sugirió Rashell, subiendo al auto. Solté una pequeña risa y subí al auto, lo encendí, poniéndolo en marcha, hacia nuestra pequeña casa que compramos antes de venir aquí.

****

Ya estando en casa, fui por un vaso de agua y subí a mi habitación; entré y como siempre, todo en orden, me cambié la camiseta, incluyendo los lentes de contacto dejando su color natural, rojizos por la noche, en cambio en el día simbolizan un color dorado.

Los Santorus, no tenemos la función de dormir, casi no comemos comida humana, en más nos alimentamos de ellos y de su sangre, algo parecido a la necesidad de un Vampiro, pero no, somos muy diferentes.

-Hermanito, muero de hambre -dijo Rashell apoyada en el marco de la puerta.

-Abajo hay comida para ti.

-No quiero ese tipo de alimento, quiero un humano entero -respondió, formando un pequeño puchero en su rostro- Admite que también te apetece.

-De echo, sí hermana -afirmé.

-¡Que esperas! -desapareció.

Me tele-transporté a su lado, un callejón sin más que una oscura y húmeda zona. Al ver su rostro, ansiedad se notaba en sus ojos, además que resaltaban más el color rojo.

-Aquí no hay nada -balbuceé.

"Auxilio, por favor alguien que me ayude", "Cállate niña, nos van a oír"

Le sonreí a Rashell confuso y sin dudarlo, corrí por donde sonaron los gritos, buena elección la de mi hermana. Al llegar sigilosamente, vi a un hombre de aproximadamente 35 años, abusar de una chica, la cual hizo que mi rostro cambiara.

-Yo quiero a la chica -susurró mi hermana detrás de mi.

-No, espera.

Me acerqué a aquel hombre, por el cual notó mi presencia y sacó una escopeta de su espalda apuntándome.

-¡Con calma, viejo! -me acerqué lentamente.

-¿Quién eres? -respondió, ya con un tono abrumador al ver mis ojos.

-Suelta a la chica -ordené.

-Un paso más y disparo -advirtió. En eso sale mi hermana, con una sonrisa de deseo.

-Eso no pasará -respondió con una voz más grave, estiró su brazo apuntando el rostro del hombre y bruscamente lo movió hacia un lado, haciendo que éste siguiera su ritmo, aterrizando en el suelo.

-Todo tuyo -dije. Rashell, se transformó en una cosa extraña, con dientes sobresalientes, especiales para devorar a su nueva presa.

La pobre chica, impactada con nuestro espectáculo, hizo que me acercara tranquilamente, me incliné a su altura ya que se encontraba en el suelo y le sonreí divertido.

-¿Q-Qué harás conmigo? -preguntó. Desde aquí siento su temor hacia ami.

-No lo sé -acaricié su mejilla, ella se apartó un poco hasta chocar con la pared.

La miré a los ojos y pude ver su inocencia fluir, mientras que Rashell seguía devorando a su aperitivo, decidí entrar y conocer la mente de ésta chica.

-Dame una buena razón para no hacerte daño -susurré.

Su nombre es Elizabeth Johnson, de 17 años de edad, cuidad natal: California, hija única de dos empresarios y viene aquí a estudiar en la universidad. Por lo visto, se ve que es buena chica y amiga, le gusta cantar, adora el deporte y todo por este asqueroso hombre.

Mis ganas de cenar se fueron, le haré un favor a esta chica; no querrá tener éste trauma con lo que acaba de ver. Coloqué ambas manos encima de su cabeza y borré todos los recuerdos con los que llevó ésta noche, poco a poco su cuerpo se dejaba caer al suelo húmedo. Hasta que por fin, todo se borró, retiré mis manos y me levanté. Ella estaba inconscientemente dormida, la miré de reojo y nada malo en ella.

-Ya mañana estarás de buenas -dije para luego dar la vuelta y encontrarme a mi hermana limpiarse las manos, como si nada hubiera ocurrido.

-A veces me das asco, Rashell -miré su rostro y ropa, toda llena de sangre.

-¿No vas a comer?

-Comeré una manzana, gracias.

#Notaaa:

+5votos y la sigo...
HOLAAAAAA ¿qué tal estáis?^^

Espero que les haya gustado éste capítulo!! OJO:

No sean lector fantasmaa!! Dejen sus estrellitas y comentarioos. Lea los quiere.




























No Quiero Ser Más Tu RivalWhere stories live. Discover now