𝖢𝗁𝖺𝗉𝗍𝖾𝗋 3: 𝖨 𝗅𝗂𝗄𝖾 𝗍𝗈 𝖻𝖾 𝗒𝗈𝗎𝗋 𝗇𝖾𝗐 𝖿𝗋𝗂𝖾𝗇𝖽!

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Minjeong, de ahora 17 años de edad, estaba llorando desconsoladamente mientras veía como aquella bonita carta que le había escrito a una chica que había conocido en la biblioteca, ahora estaba rota.

Ella pensó que esta vez, sólo por esta vez, tendría a alguien a quien llamar amigo, pero me temo que estaba equivocada. Aquella joven al ver la colorida y cursi carta que Minjeong le había obsequiado con cariño e ilusión, sólo se rió y la volvió trizas, como si no tuviera importancia.

Había pasado largas horas escribiendola, intentando encontrar las palabras más bonitas que pudieran expresar lo emocionada que se sentía por haberla conocido... ¿Tanto le había desagradado que la hubiera llamado amiga?

Estaba sentada en unos de los columpios de un parque que quedaba a las afueras de aquella biblioteca que solía frecuentar con suma constancia.

Aún tenía la carta totalmente demacrada en su mano derecha, con la otra limpiaba las lágrimas que caían mientras se balanceaba en el columpio como si estuviera siguiendo algún compas lento y melancólico.

Desde temprana edad ella se había acostumbrado al rechazo. Cuando era muy pequeña tuvo que ver como su padre mostraba desagrado por su personalidad y su manera de expresarse, también como algunos miembros de su familia murmuraban cosas o hacían bromas al respecto.

Ni hablar de su vida social, ésta era totalmente inexistente. Nunca había tenido algún amigo o amiga, y siempre que hacía el intento por acercarse y ser amable, alguien reaccionaba con aquella indiferencia que era capaz de hacerla derramar lágrimas de tristeza y frustración.

Siempre se había preguntando si había algo mal en ella. Es decir, ella sabía que era un poco diferente al resto, creo que todos se encargaban de señalarle esto y hacerlo más que evidente ante sus ojos... pero ella no podía comprenderlo.

Le gustaba mucho abrazar a las personas, también hacerlas reír y demostrarles cuan importantes eran para ella. Por supuesto, también le gustaba hacerle regalos a las personas que conocía y entregarles dibujos y cartas en las cuales se esmeraba por dar lo mejor de sí.

Amaba hablar sobre sus actividades favoritas, y también mostrar con mucho orgullo su tesoro más preciado, "Bunny Smile".

Casi siempre su voz solía subir dos octavas más de las que debería. Si algo le emocionaba mucho la verías saltando y riendo a la vez. No podía estar en silencio por más de dos minutos, sus manos tampoco podían estar sin movimiento.

Siempre estaba tarareando alguna canción, o pensando en muchas cosas a la vez sin enfocarse en una sola, ya que no era capaz de hacerlo. No pensaba en las cosas que la mayoría de nosotros pensamos, para ella el mundo era un lugar completamente diferente.

Ante sus ojos no existía crueldad ni maldad. Ella no veía los defectos de las personas, prefería enfocarse en sus virtudes y realzarlos con orgullo para hacerlos sonreír y estar felices, así como ella solía estarlo la mayoría del tiempo.

Kim Minjeong era una chica feliz, a pesar de vivir entre tanto rechazo.

Pero era en momentos como éste donde ella se preguntaba una y otra vez: ¿tan mala soy? ¿por qué todos me echan a un lado? ¿será mi culpa?

Su madre siempre le decía que era una buena chica, su psicólogo también se lo decía cada vez que debía ir a terapia... Entonces, si ellos se lo decían, ¿por qué todos la alejaban? ¿acaso ellos le mentían para hacerla feliz?

Por algunos momentos pensaba cosas como esas. Las palabras que las personas de su pasado se repetían una y otra vez en su cabeza... Y por primera vez, las estaba empezando a creer.

Dejó de columpiarse y se quedó mirando el suelo fijamente, siendo ésta una de las pocas veces que se quedaba completamente quieta.

En ese momento ella pensó en rendirse y dejar de intentarlo.

De repente sintió como alguien se había sentado justo en el columpio que estaba a su derecha. Por supuesto, alzó la mirada de inmediato para ver quien era dicha persona.

Notó que era una chica pelinegra, tenía una bonita gorra negra y una enorme chaqueta que parecía ser dos tallas más grande que ella.

La chica estaba igual de cabizbaja que ella, con las manos ocultas en sus bolsillos. En ningún momento la miró a los ojos, ni siquiera porque Minjeong la estaba mirando fijamente.

Minjeong comenzó a columpiarse lentamente sin dejar de mirarla y sonreír a la vez. La otra chica comenzó a hacerlo también casi a su mismo ritmo. Minjeong comenzó a columpiarse mucho más fuerte, y por supuesto, la chica la siguió.

Sólo se escuchaba la risa de Minjeong y los chillidos de las cadenas de los columpios. La otra chica sólo sonreía un poco mientras seguía manteniendo la mirada baja. De repente ella se detuvo.

—¿Por qué te detienes? —se detuvo también.

La chica negó con la cabeza, sin decir nada al respecto.

—¿Te da miedo? ¡Es muy divertido!
—exclamó emocionada.

Tímidamente la chica la miró y señaló sus ojos, seguidamente ladeó la cabeza y frunció el ceño... Estaba confundida.

—¿Mis ojos?

La chica asintió, sin apartar la mirada del suelo, por supuesto.

—¿Te gustan mis ojos?

—Llorar —susurró.

—¡Puedes hablar! —aplaudió. —Estaba llorando porque estaba triste, pero ya no lo estoy —sonrió.

—Triste no —negó con la cabeza.

—¡Triste no! —exclamó mientras movía sus manos. —¡Soy Kim Minjeong! ¿Cómo te llamas tú?

—Yoo Jimin —escondió las manos en sus bolsillos.

—¡Qué bonito nombre! —halagó. —Mi nombre también es muy bonito, ¿verdad?

Jimin asintió rápidamente.

—¡Tenemos nombres muy bonitos, Jimin! —se levantó del columpio.

Jimin la miró de reojo y se quedó allí sentada sin moverse.

—¿No quieres ir para allá? —señaló una fuente. —¡Mira eso! —señaló un ave que iba pasando. —¿No crees que es bonito? —la miró. ¿Te gustan los conejos?

Jimin trataba de enfocarse en cada cosa que le decía, pero le costaba un poco... ¡La chica hablaba muy rápido y de muchas cosas a la vez!

—Bunny —susurró.

—¡Sí te gustan! —comenzó a saltar —. ¡Algún día te mostraré a Bunny Smile! —aplaudió. —Es muy lindo.

Jimin asintió y volvió a columpiarse lentamente.

—¿Quieres que te ayude?

Minjeong corrió hasta posarse detrás de ella, y la comenzó a empujar por su espalda. Jimin de inmediato se levantó y negó con la cabeza.

—¿No te gusta? No tengas miedo, no haré que te caigas -sonrió.

Jimin sólo sonrió un poco, pero se rehusó a volver a sentarse en el columpio.

—Creo que me tengo que ir, sino mamá podría preocuparse y no quiero que lo haga —avisó. —¡La quiero mucho!

Minjeong caminó y se detuvo justo frente a ella. Comenzó a revisar aquella carta hecha pedazos que tenía en su mano, y le entregó una pequeña parte que tenía algo escrito.

—¡Adiós, Jimin! —la abrazó emocionada.

Jimin abrió los ojos asustada y se quedó
rígida, pero no la apartó ni la empujó.

—¡Espero verte pronto! —se fue corriendo y riendo.

Jimin se quedó allí mirándola y sonriendo también. Por primera vez, no se había sentido tan incómoda con la presencia de alguien más.

—Bunny —susurró sonriendo.

Vió lo que le había entregado la chica y lo leyó.

"¡Me alegra agradarte y ser tu nueva amiga!"

𝖲𝗐𝖾𝖾𝗍𝗇𝖾𝗌𝗌 - 𝖶𝗂𝗇𝗋𝗂𝗇𝖺Where stories live. Discover now