Capítulo 11. Encuentros en Siena

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Global Travel. Busqué en mi memoria por qué se me hacía familiar ese nombre hasta que lo encontré. Era la agencia de viajes que estaba organizando mi luna de miel. Agencia internacional que tenía presencia en diferentes países.

Casi se me escapa el alma.

—¿¡Te ofrecieron ser CEO de una compañía internacional y lo vas a rechazar!? —exclamé, escandalizada.

—Mmm, sí.

—¿¡Estás loco!? ¿¡Por qué!? ¿¡Cómo!?

—Porque no es lo que quiero.

—P-Pero... es un puesto sumamente importante. ¡Debe ser muchísimo dinero!

—¿Y qué? Eso no me importa.

—¿Cómo no te va a importar? Para vivir necesitas dinero y tú tienes la oportunidad de hacer algo grande, ¡y tan joven! Nadie en su sano juicio rechazaría una oferta así si tuviese la oportunidad. ¡Llegar hasta la cima!

—Quizás yo no quiero estar en la cima, Sam. Quizás yo quiero estar tranquilo, hacer un trabajo que me guste y disfrutar de la vida sin estrés, aunque no sea un magnate.

—Es que no me lo puedo creer —musité, frustrada. Todo lo que había luchado yo por conseguir tener lo que a él le ofrecían tan abiertamente, no me parecía justo—. Todo el mundo quiere ser el líder.

—¡Yo no! —exclamó, poniéndose de pie—. ¡No quiero ser un líder! ¡No quiero estar a la cabeza de nada y no quiero tomar decisiones que repercutan en familias a mi cargo! ¡No quiero esa responsabilidad!

Me rodeó para ir hasta la carpa y alejarse de mí, pero tropezó con uno de los troncos que había de camino y cayó de rodillas al piso.

—¡Iker! —chillé, agachándome junto a él. Le ayudé a levantarse mientras él cerraba los ojos, frustrado—. ¿Estás bien?

—Déjame solo un momento, por favor.

Asentí y dejé que se marchara. Le tomó unos segundos dar con el cierre de la carpa y entrar, hasta cerrarlo otra vez y perderse dentro.

Volví al fuego, pensando en lo que acababa de pasar.

Le di el espacio necesario y después de unas horas de terminar unos dibujos junto a la fogata, apagué las llamas y entré en la carpa.

Iker estaba de espaldas a mi saco, tapado hasta la cabeza con una sudadera con capucha, del que apenas lograba avistar algo de su rostro en la oscuridad. Me metí en mi saco, y me giré hacia él, intentando tocarlo.

—Lo lamento —susurré, acariciando su espalda.

No supe si me había oído hasta que se giró, y alcanzó mi rostro en la oscuridad. Sus labios cálidos me encontraron en un beso que buscaba compañía y refugio. Las capas de ropa eran como un muro impenetrable y la ansiedad por acercarme a su cuerpo se hacía más intensa.

—Lo estás complicando todo, Sam.

—¿Qué?

—Tus besos lo complican todo —susurró.

Volvió a besarme, intentando quitar las ropas que nos estorbaban. El cierre de los sacos estaba haciendo difícil la tarea, así que en medio de risas, nos separamos y al fin reunimos nuestros cuerpos. Sus labios recorrieron mi cuello, mientras enredaba sus manos en mi cabello. Cualquier señal de frío, se quedó fuera de este espacio, donde nuestras respiraciones hacían que el mundo ardiera a nuestro alrededor.

Sus labios me recorrieron por completa, mientras mis manos hacían lo propio desprendiéndome de su ropa, para tocar su piel cálida, que temblaba con cada roce.

Donde el sol se escondeحيث تعيش القصص. اكتشف الآن