Prologo

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PROLOGO

Afuera llovía de manera torrencial.
En otra situación, quizás hubiera odiado un día como este, pero hoy el clima estaba tal cual su estado de ánimo. Miró su reflejo en la ventana del auto y con el dorso de la mano limpió la lágrima que resbalaba por su mejilla.
No más lágrimas ―se dijo―. Ni una más ―Se miró en el espejo retrovisor e intentó formar una sonrisa inútilmente.
A los minutos se derrumbó de nuevo y golpeó con ira e impotencia el volante, ¡que esperar si ni siquiera podía controlar el llanto!
Las lágrimas de hobi tenían nombre, apellido, edad, profesión y hasta número de razón social... Sus lágrimas se llamaban Min yoongi. Todas y cada una de ellas tenían estampadas cada letra de su nombre.
Si, el productor y cantante. El tan afamado productor de corea, pero quien para el era algo más que eso.
Él es, o era, su mejor amigo.
¿Cómo se había vuelto amigo de un hombre tan afamado? ¿Y por qué lloraba por él?
Para llegar al punto en el que hobi se deshacía en lágrimas frente al volante, era necesario conocer el inicio de todo…

Los padres de Hoseok eran artistas. Su padre director de fotografía y su madre actriz y soprano. Juntos hacían parte de la elite de artistas en corea.
Cuando Hoseok tenía seis años, sus padres conocieron a una pareja de artistas, los Min, de los cuales se hicieron grandes amigos. Hoseok era un niño, pero como su padre siempre decía, había madurado de manera precoz. Así que cuando tenía ocho, pensaba y hablaba casi como si tuviera diez, y así sucesivamente.
Pasaron dos años, y con diez años y por propuesta de los Min, sus padres decidieron probar suerte en Seúl.
Hobi se acostumbró con facilidad, también conoció a los dichosos hijos Min: Eliana y yoongi, ambos muy guapos y simpáticos. Le llevaban diez años de ventaja a el pequeño Hoseok, así que no eran amigos de ninguna manera. Aun así, se frecuentaban mucho debido a las largas y tendidas visitas que sus padres se hacían, lo que provocó que hobi pronto se acostumbrara a ver al joven, aunque él no le determinara. Es más, yoongi llegó a cuidar de el un par de veces cuando sus padres trabajaban, pero esas tardes nunca fueron activas ni mucho menos. Siempre le ponía algo de televisión y luego se salía al patio por horas.
El día que las cosas empezaron a cambiar, fue cuando le celebraban una fiesta de cumpleaños a Hoseok. Cumplía diez años.
Hobi escuchó a los Min quejarse de manera lastimera por las costumbres que su hijo estaba adoptando ya que al parecer consumía drogas y se estaba excediendo... Sin mayor temor el pequeño entró al salón y se sentó al lado de sus padres a escuchar todo. Ellos no lo evitaron, ya que seguramente creían que el no entendía, pero se equivocaron. Para ese entonces, el sabía a qué se referían. Había leído acerca de las adicciones en los folletos que los muchachos mayores de la escuela tiraban en la basura, así que si sabía de qué hablaban.
Pronto se aburrió de la conversación y aprovechando que estaban en casa de los Min decidió buscar a yoongi, quien estaba en una de las sillas reclinables al lado de la piscina. Con mucho sigilo intentó acercarse y sintió como la brisa traía consigo un aroma fuerte que le golpeó la nariz incitándole a toser, pero logró controlarlo. Sin embargo, no fue mucho lo que pasó desapercibido y en cuestión de minutos él joven le vio y con un ágil movimiento tiró al agua un pequeño rollito de papel.

―¡Hey! ¿Qué haces aquí? ―preguntó antes de que hobi pudiera siquiera girarse y echar a correr, en vez de eso, se acercó un par de pasos.
―Eh... Yo.... Ah... Quería algo de aire fresco... ―logró decir después de dudar un poco, yoongi levantó una ceja con un gesto de sorpresa y luego esbozó media sonrisa.
―Vaya, que buena excusa para ser tan solo un niño ―respondió mirándole.
―Es lo que mamá dice cuando discute con papá ―agregó acercándose otro par de pasos, él solo sonrió de nuevo y miró hacia la piscina―. ¿Por qué lo tiraste? ―hobi miró también el agua.
―¿Que?
―Que porque tiraste el pequeño cigarro si aún no lo terminabas ―explicó sentándose en la silla frente a la suya. Yoongi aclaró su voz con un leve sonido y le miró.
―Ya no quería más.
―Te gusta mucho la droga ¿verdad? ―preguntó con algo más de confianza, el joven abrió sus ojos con sorpresa y luego se recompuso.
―Sí, bueno, un poco ―respondió desacomodándose y quedando frente a el―. ¿Qué sabes tú de eso?
―Que es malo ―dijo sin vacilar.
―Es cierto ―asintió él con una sonrisa en el rostro.
―¿Y entonces porque lo haces? ―cuestionó hobi.
Yoongi exhaló un pesado suspiro.
―Porque me hace sentir bien.... pero eso no quiere decir que sea bueno, no te lo aconsejo.
Hobi sonrió.
―No es necesario que me aconsejes, no me interesa ―repuso quitándole importancia. Los ojos del joven se abrieron de nuevo con sorpresa, entrelazó sus manos y miró al pequeño con una sonrisa que denotaba diversión.
―¿Y qué piensas acerca de que yo lo haga? ―preguntó mientras le veía juguetear con su recién desempacada cámara, regalo del señor Jung.
―Que es tu decisión si lo haces ―respondió el niño encogiéndose de hombros―. Si quieres lo dejas... Si no, depende de ti.
Yoongi lo miró con detenimiento antes de soltar una sonora risotada que hizo que el pequeño le observara con gusto.
―Eres un niño muy listo.... ¿cuantos años es que tienes? ¿Trece?
―Diez. Hoy cumplí diez ―respondió negando rítmicamente con su cabeza. Yoongi le sonrió de manera perpleja y agitó su cabeza con incredulidad.
A partir de esa charla, todo cambio.

En los tiempos del amor...Where stories live. Discover now