Capítulo 6. Error de cálculo

Start from the beginning
                                    

Solo cuando salimos del camping, me pregunté como volveríamos a la ciudad.

—Ya pasará alguien que nos lleve —respondió a mi cuestionamiento—. Mientras, caminemos.

—¿Y si no pasa nadie? ¿Caminaremos el día entero?

—¿Tienes algún compromiso? —bromeó, con una sonrisa amplia.

—Ja, ja. Qué gracioso —ironicé.

Lo seguí por la carretera, mientras hacíamos parar algunos autos que pasaban casi sin mirarnos. Eso no lo desanimó en absoluto y siguió andando sin problemas.

—¿Tuviste una buena noche? —pregunté, para hacer conversación.

Él casi nunca tomaba la iniciativa, por lo que siempre tenía que ser yo quien hablara primero, para no agobiarme con el silencio, el calor, o el enorme peso en mis hombros.

—Excelente. ¿Por qué? ¿Tú dormiste bien?

—Perfectamente, estaba todo muy silencioso en mi carpa.

—Sí, suelo tener un sueño tranquilo —comentó.

—¿A qué te refieres? ¿Dormiste conmigo?

—Bueno... —Me dio una sonrisa pícara y me guiñó un ojo—. Digamos que dormimos en el mismo lugar.

—¿¡Cómo!? —exclamé, sonrojándome—. Creí que habías pasado la noche con Robin.

—¿Por qué lo haría?

—Porque te gusta.

—¿Por qué piensas eso?

—Porque no dejabas de estar con ella.

—¿Y esa es razón suficiente para dormir con alguien? ¿Dormiste tú con Ruud?

—¿¡Qué!? ¡Sabes que no! —chillé, avergonzada.

—Pues lo mismo. No te enrolles tanto, pasé la noche contigo, colibrí —bromeó.

No fue una buena idea traer esta conversación. La forma en que lo dice no parece tener el mismo significado en su mente que en la mía.

Unos cuantos autos más pasaron junto a nosotros, sin detenerse. Ya estaba empezando a frustrarme y pensé que hubiese sido mejor idea quedarnos en el camping. O talvez no haber seguido a Iker en una aventura tan desorganizada. O incluso nunca tomar ese avión.

—Anímate, ya pasará una buena alma que nos lleve.

—Ojalá ocurra antes de los próximos 10 años.

A la distancia, se oyó el ruido de un motor. Nos detuvimos un momento, esperando que el vehículo se acercara. La camioneta bajó la velocidad y una chica joven y alegré se asomó por la ventanilla cuando se detuvo a nuestro lado.

Como siempre, no logré interpretar nada de lo que dijo. Ni siquiera supe en qué idioma hablaba, pero por supuesto, Iker no tuvo problemas para comunicarse.

Junto a la chica, un joven se asomó para saludarnos con una sonrisa igual de amable que la de ella.

—Van a la ciudad —tradujo Iker luego de intercambiar un par de frases—. Nos pueden dejar en la estación de trenes.

—¿Es seguro? ¿No te asusta que puedan ser un par de asesinos en serie y estén evaluando cuanto van a ganar vendiendo nuestros órganos en el mercado negro?

—¿Qué? —preguntó Iker, entre divertido y confundido.

—Solo bromeaba.

Antes que pudiera decir algo, lancé mi mochila a la parte trasera de la camioneta pick-up de una sola cabina y puse un pie en la rueda, para impulsarme hasta estar arriba del auto.

Donde el sol se escondeWhere stories live. Discover now