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Luciel se encuentra solo en un rincón apartado del patio de la escuela, observando el mundo pasar con una mirada distante y desapegada. Su rostro siempre está impasible, ocultando cualquier indicio de emoción detrás de una máscara de disgusto y seriedad. Para él, la soledad es su compañera constante, nunca ha tenido amigos y parece resignado a su destino solitario.

Mientras observa a Janet y Andy abrazarse en la distancia, una pregunta invade la mente de Luciel: ¿es realmente lindo tener amigos? Nunca ha experimentado la calidez de una amistad genuina, y se pregunta si realmente vale la pena el esfuerzo de buscarla.

La sombra de la depresión acecha en las profundidades de su alma, susurrándole promesas de liberación en la muerte. Luciel contempla estas palabras con indiferencia, preguntándose si acaso la muerte sería una salida válida de su doloroso aislamiento.

Andy, al notar la presencia de Luciel, interrumpe el abrazo con Janet y se gira hacia el chico solitario, quien se aproxima con una expresión nerviosa.

"¿Hola?" Andy lo saluda, tratando de romper el hielo.

Luciel, con los ojos fijos en el suelo, responde con voz apenas audible, "Hola."

"Me llamo Andy," dice Andy, extendiendo la mano en un gesto amistoso.

Luciel parece sorprendido por el gesto, pero después de un momento de vacilación, estrecha la mano de Andy con timidez. "Soy Luciel," responde, su voz apenas un susurro.

La tensión entre ellos es palpable, pero Andy se esfuerza por mantener la conversación. "¿Estás bien? Pareces un poco tenso."

Luciel asiente, aunque su expresión sigue siendo reservada. "Estoy bien. Solo... no soy muy bueno con las multitudes."

Andy comprende de inmediato la incomodidad de Luciel. "Te entiendo. A veces, estar rodeado de mucha gente puede ser abrumador."

La mirada de Luciel se encuentra brevemente con la de Andy antes de desviarse de nuevo. "Sí, eso es... eso es exactamente."

Janet observa la interacción desde la distancia, preocupada por la aparente incomodidad de Luciel. Mientras tanto, Andy se esfuerza por encontrar una manera de conectar con el chico solitario, esperando poder ayudarlo a sentirse más cómodo en su entorno.

Andy se dirige a Luciel con una sonrisa amistosa. "Espero que podamos ser amigos en algún futuro, Luciel."

Luciel, sorprendido por la declaración, desvía la mirada por un momento antes de responder en voz baja, "Quién sabe..."

Andy saca un chocolate de su bolsillo y se lo ofrece a Luciel. "Toma, es un pequeño gesto de amistad. Nos vemos pronto, ¿de acuerdo?"

Luciel toma el chocolate con manos temblorosas, su rostro se sonroja ligeramente del nerviosismo. Sin embargo, una pequeña sonrisa se forma en sus labios mientras observa a Andy alejarse hacia Janet.

"¿Un amigo?", piensa Luciel para sí mismo, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción. "Quizás... tal vez haga un primer amigo."

Con el chocolate en la mano, Luciel se aleja lentamente, su corazón latiendo con la posibilidad de una conexión humana que nunca antes había experimentado.

...

Los días pasan lentamente para Luciel, quien observa a Andy desde la distancia con la esperanza de acercarse, pero su monstruo interno parece crecer con cada intento, envolviéndolo en una neblina de dudas y temores.

"¿Qué estoy haciendo?", se pregunta Luciel, sintiendo el peso de la soledad y la incertidumbre aplastándolo. "No puedo hacer esto. No merezco amigos."

En medio de sus pensamientos, una voz siniestra se cuela en su mente, susurrando con malicia, "¿Amigos? Tú no mereces amigos, Luciel. Eres un fracaso, un parásito. No hay lugar para ti en este mundo."

Luciel aprieta los puños, luchando contra las palabras venenosas de su monstruo interior. "No es verdad", se dice a sí mismo, pero la voz persiste, hundiéndose aún más en la oscuridad de su propia mente.

Un día, mientras Luciel lucha por vencer a su monstruo interior, se encuentra en la azotea de la escuela, contemplando el paisaje urbano extendido ante él. El viento sopla suavemente a su alrededor, llevándose consigo sus pensamientos turbulentos.

De repente, la voz de Andy lo saca de su ensimismamiento. "Hey, Luciel," dice Andy con una sonrisa amable, apareciendo a su lado en la azotea.

Luciel levanta la mirada, sorprendido por la presencia de Andy. Sus ojos reflejan una mezcla de sorpresa y gratitud mientras responde con voz temblorosa, "Hola, Andy."

El viento juguetea con los mechones de cabello de Andy y Luciel mientras sus miradas se cruzan en la azotea, el sol de la tarde proyecta sombras alargadas sobre el suelo de cemento. Por un breve instante, los ojos de Andy captan algo más que la superficie de Luciel, una sombra oscura y siniestra que parece acechar en lo más profundo de su ser.

La tensión se disipa cuando Andy rompe el contacto visual, ofreciendo una sonrisa amistosa. "¿Quieres ir por un helado conmigo y mi amiga Janet?" La oferta sorprende a Luciel, quien titubea por un momento antes de aceptar con una mezcla de incredulidad y gratitud.

Luciel, con los ojos aún reflejando la lucha interna que lo consume, finalmente asiente con un gesto tímido. "S-sí, claro," responde, su voz temblorosa revelando la sorpresa y el alivio que siente ante la invitación inesperada. A pesar de sus dudas y temores, aceptar parecía una buena opción.

Mientras Andy y Luciel se encaminan hacia la heladería, una sensación de alivio y anticipación se apodera de Luciel. Sin embargo, la sombra oscura que lo había acechado en la azotea parece aferrarse a él, susurrando palabras de amenaza y desesperación como el viento que corta el aire.

"Nunca escaparás de mí," susurra la sombra con una voz gélida que envuelve a Luciel en un escalofrío de terror. La sonrisa nerviosa de Luciel se desvanece mientras lucha por mantener la compostura frente a la presencia ominosa que lo persigue.

Antes de que la sombra pueda consumirlo por completo, Andy toma la mano de Luciel con un gesto reconfortante. "Vamos entonces con Janet, Luciel," dice Andy con determinación, ofreciendo un ancla de apoyo en medio de la tormenta emocional que amenaza con arrastrar a Luciel.

Avergonzado y temeroso, Luciel sigue a Andy, sintiendo la presencia reconfortante de su amigo a su lado. A pesar de las sombras que lo rodean, una pequeña chispa de esperanza se enciende en el corazón de Luciel mientras piensa para sí mismo, "Hoy será un buen día."

//Bakan

Las sombras que acechanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora