Esos días el único que estuvo para mí fue Paulo, un pibe mayor consolando a una de dieciséis. Él fue con el que tuve mí primera vez, y agradezco eso, agradezco que él fue el que me enseñó todo sobre lo sexual, emocional, y de la vida. Fue como mí “hermano” mayor, porque Leandro en ese tiempo no estuvo presente para mí, no estuvo para consolarme en las noches que mí pieza era un mar de lágrimas.
Paulo fue el primer chico con el que experimente hasta la más mínima cosa. Por ejemplo: dar un beso. Él fue mí primer todo, mí primera vez, mí primer beso, mí primer novio, mí primer mejor amigo. En fin, mí primer todo.
Y aunque después la vida tomó distintos caminos para los dos, no dudo que hubiéramos terminado juntos si o si. Si tan solo no hubiera aceptado el trabajo de modelo creo que hoy en día estaríamos en una relación sin ningún tipo de secretos para todo el mundo. Creo que seríamos la pareja más abierta —en las redes— del mundo.
Cuando fuimos novios ninguno de los dos tenía secretos, todo nos lo contábamos y no teníamos miedo a lo que dijera el otro.
Cuando teníamos un problema nos sentábamos y lo hablábamos, mientras yo hacía berrinches de nena, porque eso es lo que era, él era un hombre hecho y derecho. Solamente se reía de mí chiquilinada y lo hablábamos tranquilamente. Cuando yo tenía celos de algo él lo sacaba al toque, eso era lo que más me gustaba de nuestra relación, los dos nos conocíamos perfectamente.
Lastimosamente eso tan solo duró unos cuatro hermosísimos meses, en los cuales me forje como estoy hoy. Él fue el pilar para que yo me enderezara cuando me estaba yendo para un costado. Cuando Enzo me confesó que estaba con Valentina quise ahogarme en alcohol, aunque era menor. Eso Paulo lo impidió haciéndome entender que era mejor llorar que estar ahogándome en bebidas, era mejor escuchar canciones dolidas y soltar mares de lágrimas que estar en un coma alcohólico —que es lo que tenía pensado en aquel tiempo—.
Después entendí que no vale la pena llorar por uno que cambió oro por plata.
Cuando crecí empecé el gimnasio, empecé a producirme un poco más, no quería aparentar estar dolida por un…turro que tenía una visera, y menos si era un gallina.
No quería que NADIE me viera mal por Enzo, solamente Paulo y Martina sabían que detrás de la pantalla yo estaba peor que nunca. Pero la autoestima que me había bajado Enzo, se fue subiendo cuando vi que Valentina veía TODAS y CADA UNA de mis historias sin seguirme. Cada que veía eso soltaba una risa y negaba. Ella estaba formando a una persona con el ego por las nubes, y eso es lo único que le agradezco.

Más allá de todo lo que pasó con Enzo y Valentina, en la secundaria la más linda de las dos para TODOS era yo, y obviamente los chicos del colegio se lo hacían saber.
Los pibes que a Valentina le gustaban, les gustaba yo, pero todos eh, menos CIERTO morocho.
Más de grande Valentina se volvió una forra tremenda conmigo, empezó a decirle a las chicas del curso que yo hablaba mal de ellas, gracias a eso tuve miles de problemas distintos, que simplemente por ser linda e inteligente pude resolver.

Con respecto a Enzo; nos conocimos gracias —o no tan gracias— a Leandro, él me presentó con la familia Fernández, y al toque me elogiaron por lo linda que era. Enzo se hizo el desinteresado, según el por qué soy la ‘mini paredes’, pero por dentro se que se moría por hablarme.
Desde ese día ninguno de los dos perdió contacto, nos veíamos en la plaza, cuando visitábamos las casas de ambos, en las jodas del barrio, en cualquier lado básicamente. Eso fue lo que me hizo darme cuenta cuanto me gustaba, si ya a primera vista evite morderme el labio por lo lindo y fachero que se veía con su visera toda fisura, en ese momento yo creía que los turros solamente te robaban el celular o fumaban porro a dos manos, pero parece que también te roban el corazón, o te lo dejan hecho mierda.

FLASHBACK

2019

LUCIANA

— SHE DON’T GIVE A FO, OH OH, SABE QUE LA QUIERO PERO SHE DON'T GIVE A FO— cante a todo pulmón— DAAALE PAULO CANTA.

— SOY UN YONKI LOCO POR VER SU COCA APROVECHA MIS HORAS QUE SON POCAS

DILES 1           | Enzo FernándezWhere stories live. Discover now