Observe mejor y vi que tenía un pequeño corte en el costado del ante brazo, pero al igual que sus venas, la sangre que salía era oscura. Como si su brazo de alguna manera estuviera envenenado.

—Ay por Merlín.—Susurré.

—¿Puedes... puedes curarlo?

—¿Qué? ¡No, ni siquiera sé que es eso! ¡Requiere magia avanzada y experiencia en medicina y yo...

—Lu, tú siempre me curas.

—¡No puedes comparar, curar unas heridas y poner unas benditas con parar una puta infección o lo que sea que es eso!

—Es un disparo de una flecha envenenada.—Volvió a cubrir su brazo.

¿Una flecha? ¿Pero por qué le dispararían? ¡¿Por qué siempre tiene que terminar con alguna herida?!

—Tienes que ir a la enfermería, ahora.—Le ordene.

—No puedo.

—¿No puedes?

—Nadie tiene que saber que estoy aquí. Es por eso que necesito que me ayudes.

—Mattheo, yo no…—Mire su rostro y vi como sus ojos me seguían observando con súplica.

Otra vez mi mente seguía diciéndome: No puedes dejarlo así…

—No puedo.— Su rostro sé desánimo un poco.—Pero… pueda que conozca a alguien de confianza que te ayude. 

Frunció el ceño y me miró con extrañez. No podía curarlo, no sabía cómo. Pero tampoco podía dejarlo así.

—Quédate aquí.—Le ordené.

Me di la vuelta para irme, pero sentí que su mano me tomó del brazo haciendo que frene. Lo observé un segundo, él hizo lo mismo.

—Confía en mí.—Dije mientras lo miraba fijamente.

—Confío en ti, pero…

—Entonces esta vez no huyas.

Tenso su mandíbula y me observó seriamente luego me soltó del brazo y se alejó de mí. Sentí su mirada fija, me alejé. Él siguió en el mismo lugar, no se movió. Siguió mi orden a la perfección.

Comencé a correr mucho más rápido, parecía que llegar al lago se me estaba haciendo una tarea bastante larga. En cuanto llegue a lo lejos vi a una pareja de espalda sentada cerca de ahí. Me acerqué rápidamente y vi que Hermione miró atrás al verme.

Se levantó rápidamente del suelo y se acercó a mí. Viktor también me observo, pero no se levantó de donde estaba.

—¿Lu? ¿Qué haces aquí? ¿Y Fred?—Me preguntó preocupada al verme.

—Tenía fiebre, está en su cuarto.

—¿Él está bien?

—Sí, lo está. ¿Y Harry?—Pregunte, al ver que mi hermano no estaba con ellos.

—No lo sé, se fue con Cho y no volvió.

CORAZONES MALDITOS|| Mattheo Riddle. Where stories live. Discover now