Único

83 8 5
                                    

Barría la puerta de mi casa, donde se podía vislumbrar una placa de madera con el apellido <<Shinazugawa>>. En la casa había un anexo donde se encontraba mi pequeña floristería que apenas me daba ingresos, vivíamos en época de guerra y yo solo quería volver a ver a mi marido. Sanemi tuvo que ir a la guerra junto a su hermano Genya  para defender el país pero él no quería dejarme sola. Él es un buen hombre y me respeta. Mis hermanas han venido conmigo a Tokio para salvarse de las bombas, ellas me ayudan mucho aunque están preocupadas también por sus maridos. No puedo evitar preparar todos los días onigiris por si vuelve, tengo fe de que volverá algún día.
Los americanos invaden Tokio y muchos nos pretenden pero somos fieles a nuestros maridos, todas las mañanas abro mi tienda mientras mis hermanas van al mercado o a trabajar. Ahí un general, el general Brad Henrys que me pretendía pero siempre le decía a todos mi estado civil, no quería pensar que estaba muerto como el decía que ya debía estarlo y yo esperando ilusamente, me intentaba comprar con regalos, amenazas, historias de soldados muertos pero no podía traicionar a Sanemi.

Ya habían pasado 3 años desde que se fue, apenas nos habíamos casado cuando lo llamaron al frente. Ni siquiera podía imaginar cómo estaría, si lo habrian cogido preso de guerra, si murió… No lo soportaba. Antes era de las mujeres más alegres pero me apagué tanto, mi hermana menor Shinobu se había comprometido con un amigo de Sanemi llamado Tomioka, Kanao tenía un novio llamado Tanjiro y nuestra prima Aoi su prometido Inosuke que también había dejado desamparada a su madre ya que el marido suyo era oficial y superior de su hijastro-Inosuke-.

Otro día nuevo, me levanto a  las seis de la mañana, preparaba onigiris, sus favoritos. Abro la tienda donde Shinobu vende fármacos naturales a las personas, Kanao nos ayuda y Aoi va a acompañar a su suegra en su jardín. Otro día sin él.
Espero a qué venga algún cliente con noticias de la guerra, vienen señoras que dicen extasiadas que ya ha acabado la guerra y que están regresando nuestros soldados compatriotas. Se me ilumino el rostro, a lo mejor seguía vivo. Sanemi… pero mi alegría se fue al ver al Coronel, las señoras del barrio me decían que aprovechase y me fuera a América con el pero mi corazón ya pertenecía a Sanemi.

-Buenos días Kanae-san-dijo en un japonés poco fluido.

-Shinazugawa-san soy, no le he dado permiso para llamarme de “tú”.

-Como siempre reservada. Ya se habrá enterado de que acabó la guerra.

-No me importa mientras mi marido esté vivo.

-Lo dudo, muchos han muerto sino habrá tenido alguna amante.

-Jamás haría eso. Como se atreve a dudar del honor de mi marido?

-No la quería ofender Kanae.

-Váyase de aquí! No vuelva!

-Kanae-nee san! Que te hace este hombre?!-preguntó alarmada Shinobu.

-Esta dudando del amor y fidelidad de Sanemi-san!

-A mi nunca me cayó bien ese idiota pero se ha ganado mi respeto haci que larguese sino quiere que le envenene.

-Vamos Kanae, Olvídate de él seguro que ha muerto ya, te puedo llevar a ti y a tus hermanas a América. Casate conmigo.

-Atrevido! Largo!

Cogimos las escobas y le ensuciabamos el uniforme, retrocedía hasta llegar a la calle donde todos nos veían.

-No se acerque a mi hermana, somos mujeres comprometidas! Esta casada idiota!

-Por qué no acepta Kochou?

-Su marido tampoco es que fuese de buen carácter.

-Dejen de hablar mal de mi marido-dije llorando-. Deje de perseguirme! Sanemi-san va a volver!

Todos murmuraban, me sentía invadida por los malos pensamientos, Shinobu me abrazaba. Entonces….
Una katana estava cerca del cuello del Coronel Henrys.

-Deje en paz a las Kochou-dijo un hombre de pelo corto.

Pero esa voz era de… Tomioka-san, tenía  ahora el pelo corto, la cara sin cicatrices una visible en el cuello, los ojos cansados, la ropa sucia. Un hombre cansado con ganas de volver a casa pero si el estaba ahí…. Habría sobrevivido también?

-Tomioka-san, todos te odian-dijo mi hermana llorando.

-Nadie me odia Kochou-contestó tranquilamente pero sus ojos mostraban felicidad.

Se abrazaron y lloraron felices.

-Los demás chicos han venido sanos y salvos, Kanae-san sobre….

-Quien te crees para atacarme?-preguntó furioso Henrys, ofendido de ser atacado.

-Un hombre que protege el honor de su cuñada y familia. Un hombre no puede perseguir a mujeres fieles estando casadas.

-Sí esta muerto! No habrá vivido! Vamos Kanae olvida a ese pobre Idiota.

-Mientes! Sanemi-san volverá! Me lo ha prometido y lo esperaré con mis onigiris especiales para el! Esta vivo! Verdad Tomioka-san?

-Kanae-san…

-Por favor dime que esta vivo, te lo suplico…

Comencé a llorar más por impotencia de no saber nada.

-Acepta ya! Podrás vivir en América, con comodidades!

-Quiero a mi marido!

-Deje de insistir!-gritó Shinobu.

De repente apareció un hombre, se le veía cansado y con grandes cicatrices, un haori blanco corto y una camiseta desabrochada mostrando una cicatriz en equis visible, todo su cuerpo rodeado de cicatrices, pelo blanco y mirada feroz que se paró enfrente nuestro.

-Kanae. He vuelto a casa.

Sonreí de felicidad, mi corazón no me dio falsas esperanzas, si volvio a mí lado.

-Okaeri Sanemi-san!

No me importaba mis lágrimas o su aspecto de ahora, lo amaria tal como fuese, lo besé y abrace mientras agradecía a Kami-sama. Kanao el algún momento volvió del mercado y me trajo los onigiris que le hize, me arrodille y se los ofrecí.

-Te prometí recibirte con onigiris.

-Gracias por no olvidarte de mí…. Pero no te causó asco al verme?

-Jamás, da igual si sigues siendo tu no me importa nada más.

-Por cierto quien es este maldito americano? Te esta cotejando sabiendo que estás casada?

Sanemi habló molestó al ver toda la escena de las hermanas y Henrys.

-Sí pero ya da igual. Estas aquí! No necesito a nadie más solo a mis hermanas, cuñados y tú! Volvamos a casa!

-Casa… hacía tiempo.

-Shinazugawa ya hemos llegado.

-Tomioka sigues con tu cara de rata pero te lo perdonó. Además… Genya murió, le deje su anillo a Kanata e hijos, estan destrozados-dijo con la voz rota.

-Lo sierito tanto Sanemi-conteste triste.

-Murio como un hombre de guerra, un héroe por su patria… no como otros que se dedican a no hacer nada y solo perseguir mujeres. O no soldado?

Henrys temeroso por su aspecto nuevo, personalidad o al ver que volvió se dio la media vuelta y nunca más le vimos por ese distrito. Después supimos que se emborrachó y lo mataron para robarle lo que tenía.
Ya era feliz, volvieron sanos y salvos todos, me sentía orgullosa por sus cicatrices y su ser, por fin podía volver a lucir la placa de la familia con orgullo. Tiempo después nacieron nuestros hijos.
Pero 19 años después estalló la segunda guerra, no nos afecto al principio pero luego quisieron que enviáramos a nuestros varones. Propuse a Sanemi huir con todos pero el dijo que podíamos inventarles alguna enfermedad contagiosa. Afortunadamente funcionó hasta que acabó la guerra en 1945.
Ya nunca más permití que mis hijos fueran a la guerra.

Ahora sostenía la mano suya en nuestro futon tranquilos al saber que ya nos íbamos de este mundo, pero juntos.

Fin

Para más información de mis historias vean mi nuevo libro de actualizaciones.

Te espero donde estés [Sanekana] Oneshot Where stories live. Discover now