Capítulo 4: Una Ángel Verde y Rojo

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El sol se filtraba por las persianas del minimarket, pintando rayas doradas en el suelo. Andy estaba detrás de la caja registradora, contando el cambio con más cuidado de lo habitual. El señor Rodríguez se acercó, y Andy se preparó para otro regaño. Pero en lugar de eso, el dueño del minimarket le extendió la mano.

"Lo siento, Andy", dijo el señor Rodríguez con una extraña expresión en su rostro. "Lamento lo que te pasó anoche, no debí haberte hecho salir tan tarde. Creo que he sido injusto contigo. Tu trabajo es valioso aquí. Gracias por tu esfuerzo". Andy parpadeó, sin saber qué decir. ¿Era esto real? ¿El señor Rodríguez realmente lo estaba elogiando?

Andy aceptó las disculpas con una mezcla de incredulidad y gratitud. No podía recordar la última vez que alguien había reconocido su esfuerzo. El minimarket parecía un lugar diferente, menos opresivo. Tal vez, solo tal vez, había un atisbo de esperanza en su vida monótona.

Esa tarde, mientras organizaba las estanterías, una figura entró en la tienda. Andy levantó la vista y se quedó sin aliento. Era un Ángel Verde y Rojo: una chica de cabello rojo y ojos verdes. Su sonrisa era como un rayo de sol en medio de la penumbra. "Hola", dijo ella con una voz cálida. "Soy Bella".

Bella era diferente a cualquier otra persona que Andy hubiera conocido. No solo por su belleza, sino por la forma en que lo miraba, como si realmente lo viera. Hablaron sobre trivialidades: el clima, los productos en oferta, pero Andy sentía que había algo más. Algo que trascendía las palabras.

Cuando Bella se marchó, dejó un papel doblado sobre el mostrador. "Aquí tienes mi número", dijo. "Me encantaría volver a verte". Andy sostuvo el papel como si fuera un tesoro. ¿Cómo podía ser real? ¿Cómo podía alguien como Bella estar interesada en él?

Esa noche, en su apartamento, Andy miró el número de teléfono una y otra vez. La ciudad seguía su ritmo frenético afuera, pero dentro de su pequeño mundo, todo estaba en silencio. Elena, la chica de sus sueños, parecía más distante que nunca. Pero Bella... Bella era real. Y tal vez, solo tal vez, había encontrado algo más allá de las cuatro paredes de su apartamento.

Esa noche, Andy se sentó en el borde de su cama, el teléfono en la mano. El número de Bella estaba grabado en su memoria como una melodía que no podía olvidar. Con dedos temblorosos, marcó los dígitos y esperó.

El tono sonó varias veces antes de que alguien contestara. "¿Hola?" La voz de Bella era como un susurro de esperanza. Melodiosa, suave, como si estuviera tejiendo hilos de magia a través del auricular.

"Andy", dijo él, sintiendo cómo las palabras se atascaban en su garganta. "Soy Andy. Del minimarket". La emoción lo embargaba. ¿Por qué estaba tan nervioso? Era solo una llamada telefónica, pero para él, era algo más.

Bella rió, y el sonido resonó en su pecho como campanas lejanas. "Claro que recuerdo al cajero del minimarket. ¿Cómo estás, Andy?"

"Lamento haberte llamado tan rápido. No quisiera que pienses que soy un desesperado, pero no podía aguantar las ganas de hablarte"

Bella soltó una enorme carcajada.

"Tranquila, yo también esperaba con ansias tu llamada"

Hablaron durante horas, compartiendo risas y secretos. Andy se sentía como si estuviera flotando en un sueño. ¿Era posible que alguien como Bella estuviera interesada en él?

Finalmente, Bella dijo: "Mañana, después de tu trabajo, ¿quieres salir? Hay un pequeño café en la esquina. Podemos tomar un café juntos". Andy asintió, aunque ella no podía verlo. "Sí, sí, me encantaría".

Colgó el teléfono y se quedó mirando la oscuridad de su habitación.

Al día siguiente en la noche, el aire estaba cargado de expectación cuando Andy salió del minimarket. Bella lo esperaba afuera, su cabello rojo brillando bajo la luz de la farola. Se había abrigado contra el frío, y Andy no pudo evitar pensar que nunca había visto a alguien tan hermoso en la vida real.

"¡Hola, Andy!" Bella sonrió, y el mundo pareció detenerse por un instante. "Estoy emocionada por esto". Andy asintió, sintiendo cómo su corazón latía desbocado. No podía creer que estuviera allí, con Bella, en una cita real.

Caminaron juntos hacia la pequeña cafetería en la esquina. El aroma del café y las luces cálidas los envolvieron. Andy se sentía como si estuviera flotando. Bella eligió una mesa junto a la ventana, y él la siguió, nervioso pero feliz.

Cuando llegó el momento de pedir, Andy se sintió atrapado. No tenía suficiente dinero para dos comidas. "Solo tomaré un café", dijo, sintiendo cómo el rubor subía a sus mejillas. Bella lo miró con curiosidad. "¿Estás seguro? Yo invito". Andy negó con la cabeza. No quería que Bella pagara por él. No quería ser una carga.

Bella sonrió, y su sonrisa era como un rayo de sol en medio del invierno. "Eres tierno", dijo. "Pero permíteme ayudarte". Pagó la cuenta y se sentó frente a Andy. Hablaron sobre todo y nada: sus vidas, sus sueños, sus risas. Andy se sentía como si estuviera en un sueño, y Bella era la protagonista.

Cuando llegó la hora de despedirse, Bella se levantó. Andy también se puso de pie, sintiendo cómo el tiempo se aceleraba. "Gracias por esta noche", dijo ella. Y antes de que pudiera pensar, antes de que la duda lo detuviera, Bella se inclinó y lo besó.

Fue un beso suave, dulce, lleno de promesas. Bella se separó, con los ojos brillantes. "Hasta pronto, Andy". Y se fue, dejando a Andy con el sabor de sus labios y la certeza de que algo había cambiado.

*Continuará...*

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