Día 3 - Visita a los abuelos

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Satoru no necesitaba quedarse demasiado tiempo en el hospital, su bebé estaba bien y al usar su técnica inversa en sí mismo, estaba listo para salir solo después de unas horas de un merecido descanso.

Shoko terminó de retirar las suturas y se fue a despedir de su autonombrado ahijado, antes de que se fueran.

—¿No vas a quitar toda la cicatriz? —preguntó Suguru al ver cómo Satoru dejaba una suave marca de la cesárea en su abdomen.

—Nah, así me gusta —le dijo mientras le sonreía, se acomodaba la camisa y procedía a arrebatarle de los brazos de Shoko a Cameron— pero voy a comenzar a hacer ejercicio a partir de mañana, supongo.

Los Fushiguro y las gemelas se habían ido hace unos quince minutos, después de mirar fijamente como Cameron se la pasaba durmiendo, aparentemente encantados con cada movimiento que hacia el bebé, por mínimo que fuera, pero retirándose para que Satoru pudiera darle de comer en paz, prometiendo que, en cuanto tuvieran tiempo libre, pasarían a visitarlos.

Satoru le sonreía al bebé, quién seguía durmiendo en sus brazos mientras salían del hospital, antes de entrecerrar los ojos y poner una expresión más sería.

—Traidor —le volvió a susurrar mientras dejaba al bebé en los brazos de Suguru.

Suguru rió mientras sostenía al bebé, dándole un suave empujón en el hombro a su esposo.

—Vamos, no puedes enojarte por eso.

—Sí puedo —le reprochó mientras le abría la puerta del auto y luego se subía el mismo— en primera, ¿Por qué se parece tanto a ti? ¡Yo lo cargué nueve meses dentro de mi!

—Sí —, concordó con una sonrisa divertida— pero yo lo puse ahí dentro.

—Nadie me avisó que me casé con un comediante —dijo sarcásticamente mientras arrancaba el auto.

Suguru se carcajeó en voz baja mientras tanteaba la mejilla del bebé, quién solo seguía dormido en sus brazos, verdaderamente era una mini copia suya.

Cuando llegaron a casa, Satoru volvió a abrir la puerta del coche para Suguru y se aproximó a la casa, mirando el sobre tirado en el portón.

Se quedó quieto un momento, reconociendo la letra escrita en el sobre, sin embargo, solo metió el sobre en su bolsillo, sin querer darle importancia.

—¿Qué es eso? —preguntó Suguru, mirando el sobre que sobresalía del bolsillo de Satoru mientras dejaba a Cameron en el sillón con suavidad, rodeándolo de almohadas para que no se cayera accidentalmente.

—No sé —mintió mientras desgarraba el sobre, alzándose de hombros y leyendo con rapidez las líneas.

—¿Sucede algo?

—Se equivocaron de dirección —dijo Satoru con una sonrisa divertida mientras hacía pedacitos la carta y la tiraba en el bote de basura.

—Creo que podrías regresar eso a la oficina de correos, ¿Sabes?

—¿A quién le importa? —preguntó con la ceja alzada mientras se sentaba al lado de su bebé.

Suguru asintió a los segundos, verdaderamente no le importaba lo que decía la carta, no si iba dirigida a un mono.

—¿Quieres un baño?

—Con el aromatizante de lavanda —pidió mientras levantaba a Cameron y lo llevaba a acostar a su cuarto.

Miro las pinturas que tanto él como Suguru habían pintado a lo largo de los meses, un gatito negro representando a Suguru y un angora turco representandolo, había un pequeño espacio en medio de ambos para cuándo naciera Cameron, Satoru suspiró y una pequeña sonrisa se poso en sus labios, suponía que ahora debía pintar otro gatito negro.

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