-memories in a photobooth.

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—¿Crees que puedas ganar un premio para mí? —bromeé, mirándola con complicidad mientras se concentraba en su lanzamiento.

Ella me lanzó una mirada juguetona antes de lanzar el primer aro, que sorprendentemente casi logra encajarlo.

—¡Casi! —exclamé, animándola mientras intentaba con los siguientes aros.

Después de varios intentos, finalmente logró encestar uno de los aros, ganándonos un pequeño peluche como premio.

—¡Lo logré! —gritó, emocionada, mientras me entregaba el peluche con una sonrisa triunfante.

—Buen trabajo, campeona. Parece que tienes un futuro prometedor como lanzadora de aros. —sonreí, aceptando el peluche con una sonrisa.

Continuamos explorando los diferentes puestos y atracciones, probando suerte en los juegos de tiro al blanco y disfrutando de las delicias culinarias de los puestos de comida callejera. Entre risas y conversaciones animadas, nos sumergimos en la atmósfera festiva del lugar, disfrutando cada momento juntos.

Ahora nos encontramos frente a un colorido stand decorado con luces parpadeantes y una multitud animada que se reunía a su alrededor.

—¿Es una competencia de tragos? —pregunté confundido, al ver como una pareja parecía estar compitiendo por quién bebía más rápido los pequeños vasos que tenían frente a ellos.

Los ojos de la rubia se abrieron con interés.

—Tenemos que hacerlo. —anunció con firmeza.

Mis cejas se levantaron con sorpresa ante la propuesta.

La idea de participar en una competencia de tragos no era exactamente lo que tenía en mente para la noche.

—¿Alcohol? No estoy seguro de si es una buena idea… —comenté, mirando con cierta preocupación la multitud reunida alrededor del stand.

Addie me lanzó una mirada juguetona, con los ojos brillando de emoción.

—¿Tienes miedo de perder, Verstappen? —dijo, con una sonrisa traviesa.

Me reí ante su provocación.

—No tengo miedo de perder, hermosa. —dije, corriéndole los mechones de cabello que se caían sobre sus ojos. —Pero no quiero que te emborraches demasiado.

Sus ojos, de un azul tan profundo como el océano, me tenían atrapado justo allí, imposible apartar la vista de ella.

Una sonrisa se extendió por su adorable rostro.

—Vamos a hacerlo.

Ella avanzó con entusiasmo, y nos inscribimos en la competencia.

Nos entregaron una serie de pequeños vasos llenos de diferentes bebidas, cada uno con un color y un sabor distinto y más fuerte que el anterior. La multitud a nuestro alrededor estaba llena de energía, y me sentí un poco más tranquilo sabiendo que estaba junto a Addie.

La competencia arrancó cuando el chico del stand grito a la cuenta de tres, y Addie se adelantó a beber el primer vaso.

—Pequeña tramposa. —murmure, mientras buscaba el vaso con rapidez.

Pero a medida que la competencia avanzaba, me di cuenta de que ella estaba tomando los tragos con una velocidad sorprendente. Me sentí un poco preocupado por la cantidad de alcohol que estaba consumiendo, pero antes de que pudiera decir algo, ella me lanzó una mirada desafiante y continuó bebiendo.

—¡Vamos, Maxie, estás quedando atrás! —exclamó, con una sonrisa traviesa mientras levantaba otro vaso hacia mí y hacía como si estuviera brindando.

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