¿Cuál es tu nombre?

01

Llegué a la puerta de la escuela, un poco tarde y apurada, y para mí mala suerte, al abrir mi cartera, no estaba mi credencial.

— ¡Señor guardia! — Grité
— Dígame señorita — Se acercó a mí y dijo de manera amable.
— Se me olvidó mi credencial y no puedo activar el sensor, para que se abra la puerta.
— Lo siento señorita, no podrá pasar.
— Por favor ayúdeme — Junte mis manos en forma de súplica.
— No puedo señorita, una disculpa, puede hablarle a una amiga y con la credencial de ella, ya pueden pasar las dos.
— Gracias, gracias.

Es inútil intentar llamar a alguien, todos están en clase y yo llegué tarde. Toca esperar 40 minutos a que la clase se acabe, así van a venir todos y ya voy a poder entrar, pero que voy a...

— Buenos días — dijo una voz que en mi vida había escuchado.

Cuando miré, era otro estudiante, no muy alto, 1.75 m cuando mucho, traía unos pantalones de mezclilla, una playera blanca y una gorra de animalitos, de esas que usan los alucines, era una oveja si queremos ser exactos. Ni si quiera me fijé si era guapo, rápido me acerqué con él.

— ¡Amigo! Ocupo que me ayudes.
— Claro, dime — sonrió.
— Es que, no traigo credencial y ocupo que saques la tuya, y entremos los dos.
— ¿Que me la saque? — levantó las cejas y dijo de forma sarcástica — Invítame un café primero pilla.
— ¡Ay! — sentí como el calor subía a mis mejillas y asumí que ya me había puesto roja.
— Pero no te pongas así — empezó a reír — Un pequeño albur para entablar conversación.

Reí, pero para no llorar, porque yo había pasado la vergüenza más grande del mundo, ni si quiera sabía su nombre y ya andábamos con estas cosas. Llegamos al sensor de la puerta y pudimos entrar los dos.

—Ya pudo pasar señorita — dijo el guardia con una sonrisa.
— Así es, me la tuve que sacar, para que ella pasara — dijo el joven mientras reía.

Me percaté por ese comentario que ellos eran amigos.

— Yaaa, error de vida — dije agachando la cabeza.
— Así es, este joven es muy llevado — dijo el guardia golpeándole el hombro.
— Si me conoce Don José — le dio una palmada en la espalda

Los tres reímos, pero él y yo comenzamos a alejarnos de la caseta.

— Y con todo esto — dijo él — se me olvidó preguntarte, ¿cuál es tu nombre?
— Edith, ¿el tuyo?
— Emiliano — respondió — qué bonito nombre tienes.
— Muchas gracias, el tuyo está muy básico.
— Ora, nos acabamos de conocer Edith, ¿ya me odias?
— No te odio, es la verdad.
— Que grosera.

Seguimos caminando y hablando, hasta que al llegar al pasillo de la prepa nos tuvimos que despedir, nos limitamos a un apretón de manos y unas pequeñas sonrisas cómodas despedida.

Camine con mi amiga, que por sus ojos, se notaba que quería saber quién era el joven que venía acompañándome.

— Solo me ayudó a entrar porque no traía credencial, sin comentarios, gracias.
— Ajá — levantó las cejas con sarcasmo — Para mí, que te escoltó hasta tu bello castillo como la princesa que eres.
— Que ridícula eres Ana.
— El amor es una magiaaaa — levantó las manos y comenzó a moverlas de lado a lado — una simple fantasíaaa.

Yo simplemente voltee los ojos.

Ana y yo somos muy cercanas desde que inició la prepa y tomando en cuenta que vamos en segundo semestre, pues es más que obvio que somos muy unidas.
Ana es guapísima, y tiene estilo. Tiene el pelo castaño hasta los hombres, es alta, carismática y además tiene un cuerpazo, es la chica más bella que han visto mis ojos.

— A ver cuando me vuelves cuñada Edith.
— El 32 de marzo sin falta, Anita.
— Tan chistosa — entrecerró los ojos — ya ocupas un novio.
— No estes inventando por favor — la tomé de los hombros y la giré hacia la puerta — váyase a su salón por favor señora.

En clase de historia, la cual esta bastante aburrida, pero, entonces me puse a pensar en él. Emiliano. Recuerdo sus ojos cafés viéndome fijamente, ese brillo que tenía cuando me sonroje y su sonrisa cuando me albureó. Supongo que fue una bonita casualidad conocerlo.