— Bueno, pero no tenés idea de lo insoportable que es, estoy harta. — yo seguía quejándome de mi compañera de clase, con mi cabeza apoyada en el regazo de Pipe.
Él me miraba y me escuchaba con atención, sonriendo ante mis ocurrentes insultos y comentarios.
— No, es que no sabés lo que me hizo hoy. — dije, recordando uno de los sucesos que me habían molestado hoy en la facultad, dispuesta a contárselo a mi novio.
Aunque él no me dio la ocasión, mi queja fue interrumpida por sus labios estando sobre los míos. Cosa de la que no me quejaba en lo absoluto.
Sonreí durante el beso y cuando él se separó, se quedó a centímetros de mí, alternando su mirada entre mis labios y mis ojos. Yo rodé los ojos con diversión y él respondió con otro corto beso en mis labios.
— Ni hablés de esa pelotuda, gorda. — dijo, chasqueando su lengua. Le cae tan mal como a mí y ni siquiera la conoce.
— Tenés razón. — dije, sentándome y colocándome a su lado, sonriéndole. — Mejor me concentro en vos y lo lindo que sos. — le digo, volviendo a besarlo.
— ¿Pensás que soy lindo? — me pregunta él fingiendo sorpresa y haciéndose el boludo, como si no lleváramos ya dos años de noviazgo.
— Bueno, los he visto mejores, pero sí, eres guapo. — respondo, fingiendo indiferencia para joderlo.
Ante mi respuesta, él abre los ojos como platos y se hace el ofendido.
— Vas a ver lo lindo que soy. — dijo, antes de tirarse encima de mí, convirtiendo aquello en una guerra de cosquillas y besos, llenando la habitación con risas.
