"¡Seohan! Te dije que... ¡Demonios! Solo, haste a un lado, por favor."

Mientras corría hacia la cuna de los bebés, que no dejaban de llorar, Seohan sacó su teléfono con el ceño todavía fruncido y comenzó a hacer una llamada sin siquiera voltear a ver en su dirección ni una sola vez. Doyeong, que había rescatado a los niños, les dio unas palmaditas en la espalda como si quisiera prometerles que "no pasaba nada" y finalmente comenzó a besarles las cabecitas mientras escuchaba como el hombre empezaba a hablar con quién sabe que tipo de persona:

"¿Dónde estás, Woon?"

Seohan, que todavía tenía el ceño fruncido, le habló al tutor en un tono bastante serio.

"Un bebé está enfermo."

Doyeong levantó la ceja también.

-¿De verdad? ¿Qué síntomas tiene?

"Vomitó muchísimo y no quiere comer."

-Bueno, tal vez sea el virus del parvo o el pelito del bebé al lamerse.

La voz de Woon, que llegaba a través del teléfono, era urgente mientras Seohan asentía una y otra vez como si tomara notas en su cabeza. Doyeong suspiró y extendió su mano.

"Dámelo"

"¿Qué?"

"El teléfono, dámelo."

Como si le pareciera bien al ser la mamá, Seohan rápidamente le entregó el teléfono a Doyeong y dejó que le contara en persona sobre el vómito.

"Profesor. Soy yo."

-¿Cuándo comenzaron a sentirse enfermos los niños? Cuando llegaron por primera vez, les hice pruebas con un kit especial y no pareció que hubiera ningún problema con ellos. No conviven con nadie que pudiera transmitir un virus peligroso así que ¿Crees que es muy grave? En todo caso, voy en camino. Paso por el hospital de un amigo y tomo algunos antibióticos para...

"No. No tienes que hacer eso. Es lo que quería decirte."

-Escuché que vomitó.

"Le di leche y luego Seohan lo sujetó del torso con las manos como si estuvieras agarrando una maraca."

- ... Ya veo. Pobre bebé ¿Está bien ya?

Entonces Seohan finalmente aceptó que los niños no estaban enfermos, solo le tenían miedo.

La mano que devolvió el teléfono era diferente a la forma tranquila en la que se comportaba cuando lo tenía cerca y, temiendo que los niños, que lloraban con fuerza, pudieran provocar la ira innecesaria del tigre otra vez, Doyeong señaló la esquina más alejada de la habitación y le pidió que se quedara casi pegado a la ventana mientras trataba de solucionar todo este problema con la leche, el vomito y los niños. Seohan, que sabía que aún no habían resuelto sus sentimientos después de lo que pasó en la noche, se sentó en el sofá sin decir una palabra y asintió mientras notaba que Doyeong, que se estaba sintiendo incómodo de nuevo, dejaba a los bebés de nuevo en su regazo y los intentaba alimentar incluso aunque parecía completamente imposible. Eso significaba que no estarían tranquilos hasta que el tigre saliera de allí.

El tutor obviamente no había logrado encontrar una niñera y eso significaba que hoy también iba a tener que hacerlo todo por cuenta propia.

(Gracias por eso, Seohan.)

Y sin poder moverse debido a que Seohan lo miraba directo a la cara, finalmente se sobresaltó cuando lo escuchó decir que "al menos intentara comer un poco", e incluso comenzó a alistar lo importante que era hacerlo bien para que no llegara a enfermarse. Sin embargo, su hábito original se basaba en tomar pequeñas raciones de comida cada determinado tiempo por lo que estaba más que satisfecho justo ahora.

Un gato viviendo en la guarida de un tigre.Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα