I |CENIZAS|

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130 d. C.



El eco de varios pasos se escuchaban en las penumbras de Dragonstone, tan solo una antorcha alumbraba el camino de las personas que se encontraban prácticamente corriendo para resguardarse en un lugar seguro de la fortaleza.

Rhaenyra sostenía a su único hijo vivo, Aegon III, negándose a perderlo de vista, ya suficiente tenía de perder a sus valientes niños en la maldita guerra.

El sentimiento de pérdida se hizo presenta en ella de nuevo, pues sabía que lo había perdido todo por esa corona, una que no pudo conservar después de todas las traiciones y muertes que tenía detrás, hasta dicha corona tuvo que venderla para tener algunas monedas y poder viajar hasta Dragonstone.

Los guardias que la custodiaban para mayor seguridad se detuvieron por lo que Rhaenyra miró hacia al frente para toparse con los ojos de ser Alfred Broome.

"Ser Alfred, es un alivio encontrarlo" pronunció Rhaenyra con desgano "necesito un lugar seguro para estar con mi valiente niño" un nudo en la garganta se formó luego de pronunciar las últimas palabras, recordando a sus valientes niños perdidos.

"Por supuesto, su gracia, estarán seguros en una habitación que ya ha sido preparada con antelación"

Ser Alfred realizó una reverencia para encaminar a la reina. Rhaenyra bajó los hombros sintiéndose un poco segura, por lo que se abrió paso para caminar junto a su hijo que aún seguía tomándolo de la mano seguido de sus pocos guardias más leales que sabía que la protegerían hasta el final.

Pero un sentimiento de angustia invadió su sistema al ver a personas muertas, mutiladas, quemadas y hasta en descomposición, por lo que sintió su corazón más pesado. Ya no se sentía segura.

"Hermana" un grito que se escuchó desde un balcón, uno que conocía a la perfección. Justo entendió todo. Había sido traicionada.

Tomó a su pequeño niño con fuerza y lo colocó atrás de ella, su hermano había sido colocado enfrente de ella en una silla. Lo escaneó con la mirada, estaba en pésimas condiciones, cuerpo vendado, el rostro deforme pero aún así sabía que era su hermano, Aegon.

Una daga al corazón y estaría hecho, una muerte rápida para él, pero sabia que estaría muerta con toda la guardia traidora alrededor de él.

"Querido hermano, esperaba que estuvieras ya muerto" dijo con una calma y la mirada alzada, demostrando que no tenía miedo.

"Tu primero" contestó Aegon "Eres la mayor"

Una sonrisa torcida se había formado en los labios de aquel hombre moribundo.

"Me complace saber que lo recuerdas" respondió Rhaenyra con cierto sarcasmo en su voz "Al parecer somos tus prisioneros, pero no te creas que nos retendrás mucho tiempo, mis señores leales darán conmigo"

Una risa irónica salía de los labios de Aegon, miraba con desdén a su única hermana viva "Si te buscan en los siete infiernos, tal vez" respondió él mientras sus hombres arrancaban a Rhaenyra de los brazos de su hijo.

"¡Madre no!" Gritaba su pequeño niño. Su corazón se estrujó.

Él tenía que vivir, él no merecía ver morir a más gente.

Rhaenyra miraba con ira contenida a su hermano hasta que vió a Sunfyre en otro lado. Los hombres leales de Aegon II colocaron a Rhaenyra enfrente del dragón el cual la miraba desinteresada, no le interesaba la ofrenda que se le colocaba.

Rhaenyra miró de nuevo a su hermano el cual le sostuvo la mirada, tratando de transmitir todo el odio que sentía hacia él.

Ser Alfred se colocó frente a ella e hizo un corte con el puñal en el pecho de Rhaenyra. Un gemido ahogado fue emitido por la reina, el dolor junto con la humillación que sentía fueron apagados por un gruñido de Sunfyre, que al oler la sangre que brotaba de su pecho, hizo que reviviera al dragón el cual olisqueó a su alteza.

Rhaenyra alzó su mirada hacia el cielo y gritó, maldiciendo a su hermano por todo.

"Maldito seas Aegon" fue lo último que se escuchó de la reina antes de que el fuego de Sunfyre cayera sobre ella.

Rhaenyra esperaba todo el dolor del mundo con ese calor infernal de aquel mutilado dragón, pero no, todo era lo contrario. El fuego abrasador no se sentía doloroso, fue como si fuera atrapado en un punto lejano al sufrimiento, por lo que miró sus manos y estos poco a poco se convertían en cenizas, pero no le importó.

Sentía una paz que no había sentido en años, al igual que breves imágenes pasaban frente a ella sobre los primeros años de vida de sus pequeños leones, de su matrimonio con Daemon, hasta el cariño que le tenía a Alicent en el pasado.

Lágrimas descendieron de sus ojos violetas al ver a su padre sonriéndole como lo hacía cuando era pequeña, una felicidad que hubiese compartido con él pero su mundo había sido pisoteado.

"Mi querida niña"

La voz de su padre se escuchaba tan lejano y Rhaenyra cerró los ojos al ver una luz cegadora frente a ella.

"Aún no es tu hora Nyra, esto es un regalo de los Dioses Valyrios, nos vemos mi pequeña niña"

Fue lo último que escuchó antes de que todo se tornara en oscuridad.





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Primer capítulo y el único donde será narrado en la época de Rhaenyra. También por si notarán tomé parte del capítulo "La muerte de los dragones: Rhaenyra destronada" de Fuego y Sangre con un poco de narración hecho por mi, por consiguiente, el próximo capitulo ya será parte mía.


Espero les haya gustado el primer capítulo y nos vemos en el siguiente.


yoonlyndz

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